Los mercados sólo temen un empate
Los inversores no observan diferencias significativas en que gane Bush o Kerry. El mayor riesgo es un resultado confuso como el de 2000
Ni al candidato republicano, George Bush, ni al demócrata, John F. Kerry. Lo que los mercados temen es precisamente lo que arrojan los sondeos conforme se acerca la fecha clave del próximo martes: el empate. Que las elecciones se jueguen en los tribunales como ocurrió hace cuatro años es, a juicio de los analistas, el peor de los escenarios posibles para la economía y para los mercados.
'Enemiga acérrima de las incertidumbres, lo que la Bolsa quiere es que la victoria, del que sea, se produzca de forma clara y rápida, no como en el año 2000', asegura David Cano, de Analistas Financieros Internacionales. 'El mercado no apuesta por un candidato u otro, lo que no quiere es pasarse más de un mes sin presidente', subraya Víctor Peiró, jefe de análisis de Caja Madrid Bolsa.
Y es que en estas elecciones presidenciales, de las más reñidas de la historia y que están acaparando la atención de la opinión pública mundial, los únicos que parecen poco atentos al nombre del presidente que salga de las urnas son los inversores, mucho más pendientes de otras variables como el precio del petróleo, la evolución de los tipos de interés, los resultados empresariales y las incertidumbres geopolíticas. 'Sea cual sea el resultado, será el contexto económico lo que determine el comportamiento de los mercados. El precio del crudo va a seguir siendo la referencia fundamental, mucho más determinante del sentimiento positivo o negativo que las elecciones', asegura José Luis Martínez Campuzano, economista jefe de Citigroup.
No hay, por tanto, división en los mercados como en el resto del mundo. Lo que se quiere es un vencedor claro.
Un estudio de The Journal Portfolio Management ya concluía después del verano que 'hay poca base para sugerir que los resultados de las elecciones presidenciales vayan a tener un impacto global significativo sobre los mercados'.
Además, en esta campaña, la preocupación geopolítica, la guerra de Irak y el terrorismo han desplazado la preocupación por los abultados desequilibrios fiscales, de ahorro y de balanza de pagos que padece Estados Unidos. La economía ha dejado así de ser la prioridad tanto en la agenda de los candidatos como en la mente de los votantes. Los dos aspirantes han invertido poco tiempo en explicar sus programas económicos, hurtando así a los mercados la posibilidad de analizar las propuestas.
En todo caso, 'no es en materia económica, más allá de algunos matices fiscales y presupuestarios, donde más se diferencian las políticas de republicanos y demócratas', subraya David Cano.
En términos generales, ambos candidatos han subrayado la necesidad de reducir a la mitad el déficit fiscal y se han comprometido con este objetivo, pero no han dejado claro cómo piensan hacerlo. George Bush, que heredó de Bill Clinton un superávit presupuestario de 236.000 millones de dólares que ha transformado en cuatro años en un déficit de 415.000 millones, es partidario de que el sector público siga disminuyendo su peso en la economía y se compromete a reducir el gasto en cuestiones no militares, pero piensa hacer permanentes los recortes de impuestos. Kerry quiere eliminar estos recortes para las rentas más altas y utilizar la recaudación extra para financiar políticas sociales y mejorar la cobertura sanitaria.
Control de las Cámaras
Pero 'pese a las diferencias en las agendas fiscales de los dos candidatos, el resultado final de sus programas no es tan diferente. En un horizonte de uno o dos años, la política de cualquiera de los dos tendría un efecto limitado', señala un informe de Beta Capital. En opinión de esta sociedad de valores, incluso en la hipótesis de una victoria de Kerry, la mayoría con la que cuentan los republicanos en las dos cámaras hace poco probable que se lleven a cabo cambios significativos.
Así que, aunque tradicionalmente se piensa que un presidente republicano es mejor para la economía y para la evolución de los mercados que un presidente demócrata (se supone que la derecha simpatiza más con los negocios y anima políticas proclives a los mercados mientras la izquierda tiene más tendencia a regular e intervenir), en este caso no está nada claro que el mercado se vaya a comportar de una forma diferente si gana uno u otro. Máxime cuando, en lo que se refiere al déficit, una de las preocupaciones de los mercados, Kerry cuenta al menos con el aval de los anteriores presidentes demócratas, mucho más austeros de lo que ha sido la Administración Bush.
Los analistas ni siquiera comparten la hipótesis de que si gana Bush se favorece el mercado de acciones y si gana Kerry, el mercado de bonos, una idea sugerida, aunque con poca convicción, en un informe de Merrill Lynch con el argumento de que una presidencia de Kerry sería más activa desde el punto de vista regulatorio y más vigilante respecto a potenciales fusiones y adquisiciones, lo que sería negativo para la renta variable. 'Yo más bien diría: si no hay atentados ni incertidumbres en el recuento de votos, compre acciones', asegura David Cano.
Las escasas diferencias en términos globales no esconden, sin embargo, diferencias en términos sectoriales ni el hecho de que unas compañías prefieran a un candidato sobre otro en virtud de sus propuestas sobre determinados sectores económicos. 'La industria farmacéutica prefiere a Bush porque Kerry quiere modificar el programa Medicare, promover los genéricos y reducir los precios; Kerry quiere también simplificar procedimientos para ir contra las aseguradoras en caso de litigio, por lo que los republicanos son también los preferidos del sector seguros', señala un informe de Beta Capital. 'Informática y telecomunicaciones prefieren a los demócratas, que quieren fomentar las conexiones de alta velocidad y dar estímulos fiscales al desarrollo de nuevas tecnologías', subraya esta sociedad.
Un informe sobre la influencia de una victoria de Bush o Kerry en los diferentes sectores empresariales realizado por el responsable de análisis de GVC, José María Huch, revela que tabaco, farmacia, aseguradoras y energía son los sectores donde el impacto del resultado puede ser mayor.
Las tabacaleras apuestan por Bush, que ha anunciado en su programa que limitará los importes máximos a pagar por la industria en caso de pleito. 'Bush se postula como el claro favorecedor de la industria energética tradicional, mientras que en el caso de las energías alternativas, las comprometidas políticas de los demócratas para la promoción y conservación energética y el relanzamiento de la investigación en la búsqueda y desarrollo de las energías alternativas como fuente de producción energética señalan a Kerry como el candidato que más puede favorecer al sector. El ambicioso objetivo de Kerry de que la producción de energía renovable represente un 20% de la total en 2020 muestra sus claras convicciones al respecto', señala José María Huch.
En cuanto a las sociedades de inversión, 'Bush es el claro favorito del sector, porque se teme que Kerry pueda volver a subir los impuestos a las rentas altas. Además, la intención de Bush de privatizar la seguridad social dotará a la industria de una nueva fuente de activos a gestionar'.
El balance de Bush, el más negativo para la Bolsa en 64 años
Durante los casi cuatro años que George W. Bush lleva como inquilino del número 1.600 de la Avenida Pennsylvania en Washington, el índice Dow Jones, la principal referencia bursátil del mundo, ha vivido la peor evolución en una legislatura presidencial desde el segundo mandato de Franklin D. Roosevelt (1936-1940). Entonces, en plena Segunda Guerra Mundial, el índice se dejó un 27,11% de su valor.El pinchazo de la burbuja tecnológica, que comenzó en el último año de Bill Clinton como presidente de EE UU, escándalos corporativos como los de Enron, Worldcom o Arthur Andersen, entre otros, la incertidumbre sobre la recuperación económica, los atentados del 11 de septiembre de 2001, así como las guerras de Afganistán e Irak han provocado que el Dow Jones pierda un 7,25% desde enero de 2001, cuando Bush tomó posesión de su cargo.La reducción de impuestos, el mejor tratamiento fiscal de los dividendos, así como la mayor fase expansiva en política monetaria que ha conocido EE UU en décadas no han podido evitar la convulsa etapa que ha vivido la Bolsa durante la Administración republicana.El mandato de Bush va camino de ser el primero en pérdidas para el Dow Jones desde la presidencia de Jimmy Carter (1976-1980). El político demócrata se enfrentó a una economía lastrada por la crisis energética y la Bolsa cayó un 4% durante sus cuatro años en la Casa Blanca. Sin contar la legislatura de Bush, desde 1928 tan sólo en cuatro mandatos presidenciales el Dow Jones acabó en pérdidas. Precisamente ese año accedió a la presidencia H. Hoover, que se enfrentó al crac del 29 y a la Gran Depresión. El mercado cayó a lo largo de este periodo (1928-1932) un 80%.Desde el punto de vista bursátil, el balance de Bush no resiste la comparación con el de su antecesor, el demócrata Bill Clinton. Durante su primer mandato (1992-1996), el Dow Jones se revalorizó un 95,34%, mientras que en su segunda legislatura (1996-2000), la capitalización del índice aumentó un 67,28%.La idea más generalizada es que las Bolsas viven sus mejores momentos cuando el inquilino de la Casa Blanca es republicano y caen cuando éste es demócrata. Sin embargo, un reciente estudio académico, elaborado en la Universidad de California, desmiente esta visión. De acuerdo a esta investigación, que abarca el periodo comprendido entre 1927 y 1999, el comportamiento anual de la renta variable en EE UU batió en un 11% a los bonos a tres meses durante los Gobiernos demócratas, frente al 2% en las Administraciones republicanas. Los tipos de interés también han sido inferiores bajo los gobiernos del partido cuyo símbolo es el burro.¿La explicación? No está claro, aunque este estudio apunta a que los mercados presentan expectativas muy positivas cuando accede un republicano al poder y negativas cuando lo hace un demócrata. 'Sin embargo, los inversores se sorprenden favorablemente por las políticas de los segundos y se decepcionan con las de los primeros', según este estudio, publicado en The Journal of Finance.