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Tribuna
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La trascendencia del cambio en Repsol

El nombramiento de Antoni Brufau como presidente de Repsol YPF es una noticia de gran trascendencia, tanto a nivel económico como político. El cambio debe entenderse en el contexto de las decisiones tomadas por el anterior Gobierno del PP. æpermil;ste, al privatizar las grandes empresas públicas colocó a hombres de confianza en la presidencia de las nuevas compañías. En este sentido, cabía entender la decisión del anterior presidente de Repsol, que utilizó la golden share para bloquear una fusión estratégica planteada por Gas Natural no hace mucho tiempo. Era la expresión del temor a la aparición de una empresa de cierta envergadura en un sector estratégico, como el energético, que no estuviera controlada por personas afines al PP. Y esto pese a que esa fusión se consideraba muy importante para proteger a Gas Natural de posibles opas hostiles realizadas desde las grandes empresas multinacionales del sector energético

Muy distinta ha sido la posición de Pedro Solbes, en este aspecto. El ministro de Economía comentó hace algunos días que, en su opinión, los que debían escoger a los presidentes de las empresas eran sus accionistas. Y así ha sucedido en Repsol: con las acciones de La Caixa, la aquiescencia de BBVA, y el trascendental apoyo de Pemex, la petrolera mexicana, se ha producido un cambio en la presidencia que va a tener importantes consecuencias muy pronto.

La más inminente es que abre la puerta a una fusión entre Repsol y Gas Natural. Existe una gran complementariedad entre estas empresas. La primera tiene una capitalización en Bolsa de 21.150 millones de euros, más del doble que los 9.180 millones de Gas Natural, pero en cambio se encuentra mucho más endeudada y con problemas de cash flow, mientras que la segunda tiene mucha más liquidez y facilidad de acceso al sector financiero. A su vez, Gas Natural podrá proyectarse hacia nuevos mercados.

La fusión puede crear una empresa que se aproximaría en tamaño a las grandes multinacionales del sector energético, aunque probablemente para equipararse a ellas les faltaría aún la adquisición de alguna empresa del sector eléctrico. Otra razón para la fusión es que, sin duda, protege a ambas de una hipotética opa hostil procedente de cualquiera de las grandes multinacionales energéticas. Recordemos que ya fue necesaria la intervención de La Caixa para evitar una opa hostil sobre Gas Natural procedente de British Gas. Además la fusión ha de permitir que Gas Natural tire adelante sus proyectos de construcción de centrales de ciclo combinado, añadiendo algunas más a las del polígono petroquímico de Tarragona y de Sant Adrià.

Pero donde probablemente se encuentren las mayores posibilidades de expansión para la nueva empresa es fuera de España: en Latinoamérica, pero también, y de forma muy importante, en EE UU. Y ahí es donde juega un papel primordial la posición de Pemex en el cambio de la presidencia.

En la actualidad, y debido a la poca fiabilidad del suministro de petróleo y gas procedente de Venezuela, la empresa mexicana está proporcionando ella sola la práctica totalidad el suministro de gas y petróleo de toda la costa Este de EE UU. Con su posición favorable al cambio de la presidencia en Repsol, Pemex se está mostrando implícitamente partidaria de la fusión entre ésta y Gas Natural; y, por tanto, partidaria a compartir con Repsol-Gas Natural el abastecimiento de la costa Este de EE UU.

Pero no terminan aquí las posibilidades. EE UU ha cambiado recientemente su paradigma en política energética, basada hasta hace poco tan sólo en la quema de petróleo. Los serios problemas de abastecimiento experimentados no hace mucho le han decidido a utilizar también centrales de ciclo combinado. Por eso han construido cinco puertos capaces de recibir buques con gas licuado. Este hecho, sumado a la experiencia técnica con que cuenta Gas Natural en el proceso de gas licuado para su uso en centrales de ciclo combinado, así como a la baja cotización del dólar han de permitir la realización de inversiones en EE UU. Las perspectivas de futuro que esto supone para Repsol y Gas Natural, y me atrevería a decir que para toda la economía española, son inmejorables.

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