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Los debates caldean las noches neoyorquinas

Los televisores del bar Freight 410 en Manhattan emitían un partido de béisbol el martes pasado mientras el local se iba llenando poco a poco. Eso sí, unos minutos antes de las nueve de la noche se cambió el canal de cinco de las seis pantallas de televisión del local (incluida una gigante) y con la CNN puesta se hizo el silencio. Empezaba el debate entre los candidatos a la vicepresidencia, Dick Cheney y John Edwards, y si esa noche el Freight 410 tenía más de 250 clientes era porque querían ver el enfrentamiento en un local público de la misma manera que se ve la final de la NBA o la Superbowl.

Jordan, un abogado de Nueva York de 37 años, consiguió convocar a 24 amigos en este local de aplastante mayoría demócrata. 'Creo que nunca podría reunir a más de 20 para cenar', decía antes de explicar que estaba sorprendido de que tantos hubieran respondido al correo electrónico que envió para animarles a ver juntos el debate. No es la primera vez que lo hace ni la última puesto que así reunió a unos amigos para la primera confrontación entre George Bush y John Kerry y ya ha quedado para el debate presidencial de esta noche.

Este abogado dice que el interés por las elecciones ha crecido porque 'ya sabemos que cada voto cuenta, y mucho'. La disputa electoral está caldeando el ambiente de Nueva York, una ciudad mayoritariamente demócrata que vive con intensidad la campaña. Uno de los fenómenos curiosos es que los escaparates de un buen número de tiendas popularizan eslóganes políticos junto con la mercancía alusiva a las elecciones a la venta. Y venden. Los que acuden a los debates en bares o fiestas organizadas en casas se significan políticamente con pegatinas, pins o camisetas. Las que más éxito tienen son unas con la imagen de Bush tachada y empiezan a verse otras en las que se insta a los ciudadanos a votar.

Bajo el combativo lema de 'Vota o muere' la ONG Citizen Change, del empresario rapero Sean P. Duddy, está intentando concienciar a los americanos entre 18 y 30 años de que tienen que votar. P. Duddy dice que el mensaje de su campaña contra la abstención es alarmista 'porque también lo es lo que le va en ello a los jóvenes'.

Puede que la abstención sea menor en estas elecciones y la movilización es intensa por parte de los simpatizantes de los dos partidos. Los republicanos, aunque menor en número, también se han dejado ver en locales en los que los debates son el motivo de salir por la noche.

En el Peggy O'Neills en la Quinta Avenida se reunieron para el primer debate los republicanos de Broklyn quienes pese a la intervención poco inspirada de su candidato mantuvieron los planes de seguir la fiesta con un karaoke. En el Hi Life & Grill, de la primera avenida, se pueden pedir cócteles coronados por banderillas azules (demócratas) o rojas (republicanas). Los camareros las recogen luego y las guardan. El día 2 de noviembre ellos también harán recuento.

Yolanda do Campo, una española que respondió al e-mail de Jordan, recordaba que en el primer debate había en el bar público republicano que aplaudía las intervenciones de su candidato aunque los demócratas eran mayoría en la sala. Ella no puede votar pero se ha unido a la fiebre electoral de Nueva York. 'A mí no se me hubiera ocurrido hacer convocatorias como éstas pero me pareció divertido y es interesante contrastar reacciones espontáneas de gente sentada en una misma mesa y con unos aperitivos', explica.

Como dice Jordan, 'la política es el nuevo deporte'. Y es que los parroquianos de los bares de Nueva York estos días no solo viven de béisbol.

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