Ojalá nos equivoquemos (de nuevo)
No cabe duda de que una de las variables más relevantes para realizar previsiones sobre el crecimiento económico es el precio del petróleo, debido al impacto que éste tiene sobre las decisiones de consumo e inversión.
Al mismo tiempo, el crudo está dando las mayores sorpresas en cuanto a su comportamiento reciente, no sólo porque no se está cumpliendo el escenario de petróleo barato asociado a la rápida resolución de la guerra en Irak manejado hace un año, sino porque nos estamos enfrentando a un contexto caracterizado por una cotización en máximos históricos.
Aunque todavía resten unos meses de 2004, es tiempo ya de centrarnos en las previsiones para el próximo ejercicio y, al mismo tiempo, de comenzar a debatir sobre cuál puede ser la marcha de la economía en 2006.
El área euro y, especialmente, Alemania pueden ser las economías más vulnerables al escenario de un petróleo caro
Tras la expansión de los últimos 12 meses, los indicadores recientemente publicados ponen de manifiesto que Estados Unidos ha podido dejar atrás las tasas de crecimiento más elevadas del actual ciclo para comenzar ahora a registrar avances del PIB más moderados.
La finalización de los estímulos monetarios y fiscales y el agotamiento del dinamismo del mercado inmobiliario son las principales causas de esta desaceleración, que volvería a hacer cumplir la teoría de los ciclos económicos. Sin embargo, conviene alertar del riesgo de que esta fase de desaceleración en las tasas de avance del PIB sea de corta duración, al entrar rápidamente en una etapa de crecimiento muy reducido e, incluso, negativo. El principal detonante de este cambio de escenario sería el precio del petróleo.
Si, hasta ahora, un crudo más caro restaba crecimiento pero no impedía la recuperación económica, los síntomas de agotamiento en algunas de las variables clave de la expansión en Estados Unidos, así como la incapacidad de recuperación mostrada hasta el momento por la demanda interna en el área euro junto con la mayor sensibilidad de Japón al alto precio de las materias primas, alertan de la posibilidad de que el escenario para los próximos trimestres se esté deteriorando de manera notable y muy rápidamente.
æpermil;sta es la interpretación que cabe hacer de la evolución reciente de los mercados financieros. De los bursátiles, porque a pesar de la favorable evolución de los beneficios empresariales del segundo trimestre (incrementos del 20%) han profundizado en las cesiones y todos ellos (salvo alguna excepción como el Nikkei) presentan pérdidas en el año.
Del mercado de tipos de interés, porque el encarecimiento del barril ha venido acompañado de una relajación de los niveles de rentabilidad, constatándose que, en opinión del mercado, el impacto del encarecimiento del petróleo es más importante sobre las perspectivas de crecimiento del PIB que sobre las de inflación. Incluso podemos utilizar la evolución del dólar como una variable más para medir las expectativas sobre el crecimiento económico en Estados Unidos, de tal forma que su depreciación es una muestra más del deterioro de las previsiones de crecimiento de aquel país.
En este sentido, conviene resaltar que una continuación en el encarecimiento del petróleo podría seguir sesgando a la baja la cotización del dólar, presionado por la incapacidad de Estados Unidos de atraer la enorme cantidad de capitales que necesita para financiar su déficit por cuenta corriente. Y una apreciación del euro, de nuevo, hasta niveles superiores a los 1,25 unidades por dólar podría ser especialmente negativa para la Unión Económica y Monetaria (UME) que, como hemos apuntado anteriormente, presenta todavía una clara incapacidad de reactivación de la demanda interna y su crecimiento está muy condicionado al sector exterior. Podríamos decir, por tanto, que el área euro y, especialmente, Alemania, pueden ser las economías más vulnerables a un escenario de un petróleo caro. Un escenario que, por otro lado, cada vez se revela como más probable en los próximos meses.
Si bien es cierto que la potencial apreciación del euro supondría un menor encarecimiento real del petróleo, esto no es suficiente para presionar al alza la inflación y a la baja el crecimiento económico.
Especialmente vulnerables podrían mostrarse las empresas, que constatarían cómo, ante la fuerte competencia, no pueden trasladar a precios de venta finales el encarecimiento de los inputs que utilizan en sus procesos de producción, con el consiguiente estrechamiento de márgenes.
Además, de persistir el incremento de la inflación y, lo que puede ser más importante, la percepción de riesgo de los agentes sobre la futura evolución del IPC, podrían iniciarse, de cara a las negociaciones de 2005, reivindicaciones de elevados incrementos de los salarios, presionando aún más a los beneficios. El ajuste, de nuevo, se produciría en la fuerza laboral, de tal forma que podríamos volver a asistir a nuevos incrementos de la tasa de paro con el impacto negativo sobre el consumo y, en última instancia, sobre la producción industrial.
En definitiva, los actuales niveles alcanzados por el petróleo pueden ser la causa de que el actual ciclo expansivo sea uno de los más cortos de los últimos años y si bien Estados Unidos cuenta con cierto colchón para aguantar una desaceleración, la situación es más preocupante en el área euro, donde el crecimiento ha sido muy escaso (apenas un punto porcentual) e insuficiente para crear empleo y reactivar el consumo. Ojalá nos equivoquemos, como lo hicimos hace un año cuando anticipamos un precio del barril por debajo de los 25 dólares.