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Tribuna
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Sacar partido del comercio exterior

El sector exterior ha sido el detonante de la recuperación económica en muchos países, que se benefician de ello en mayor o menor medida. La consolidación de este crecimiento, según el autor, va a depender de que la demanda interna sea capaz de continuarlo

Hace unos días conocimos cómo el déficit comercial norteamericano había crecido algo menos de lo esperado en mayo, del 11 % frente al 15% en abril. Sí, no se trataba tanto de que se había reducido sobre el del año pasado como que su nivel había quedado por debajo del máximo mensual alcanzado en abril. Y esto gracias a un crecimiento anual de las exportaciones del 17% frente al 15% de las importaciones. ¿Le han sorprendido estas elevadas tasas de crecimiento? Este era mi propósito. Y es que es muy difícil argumentar sobre la aparente falta de competitividad de la economía norteamericana observando tal dinamismo de las ventas al exterior. Y les aseguro que la caída del dólar en los últimos dos años ha tenido un impacto marginal en estas cifras.

¿Y China? El paradigma de la competencia internacional este año podría cerrar el ejercicio con un déficit en su balanza exterior del 0,5% del PIB, frente al superávit del 3,0% el año anterior (las previsiones para 2005 son de un nuevo aumento del déficit por cuenta corriente, hasta un 1,0% del PIB). Sí, China presenta superávit frente a la mayoría de los países industriales (con Estados Unidos y la zona euro a la cabeza), pero sus cuentas exteriores son deficitarias frente a los países emergentes. O a la mayoría de los países asiáticos, desarrollados y en vías de desarrollo. No es extraño: muchas de las compañías que han invertido en China en los últimos años son asiáticas, lo que se ha traducido en la conversión del país en una plataforma de exportación mundial y principal motor de crecimiento del área. La evolución al alza del superávit exterior japonés en los últimos meses es un buen ejemplo de este efecto China. La diferencia con lo observado en los últimos años es que ahora el crecimiento japonés no sólo depende del sector exterior, sino que la recuperación de la inversión y las esperanzas de que tenga continuidad en el consumo hacen observar el horizonte con un moderado optimismo.

A pesar de la subida de la moneda, las exportaciones de la zona euro se han acelerado con fuerza desde la segunda mitad del año pasado

Pero sigamos observando la evolución del comercio exterior en otros países. Por ejemplo, en la zona euro. A pesar de la subida de la moneda, las exportaciones del área se han acelerado con fuerza desde la segunda mitad del año pasado. Bien, no se trata del mismo crecimiento experimentado a finales de los noventa, cuando las exportaciones crecían a tasas del 15% anual. Pero el 6,0% actual no es para sentirse defraudado. Detrás de este crecimiento de las exportaciones está la coincidencia de dos factores: una aceleración del comercio mundial al mismo tiempo que un fuerte crecimiento, aunque es cierto que estos factores muy difícilmente se presentan independientes. Pero volviendo a la mejora de las exportaciones europeas, es fácil observar la aportación de las orientadas hacia Asia. Así, mientras las exportaciones hacia este continente suponen más del 19% del incremento de las ventas totales al exterior, este porcentaje sería del 18% en el caso del Reino Unido y del 14% en Estados Unidos. Por cierto, también se observa un aumento de las exportaciones a los nuevos integrantes de la Unión Europea. Nada menos que un incremento del 10% en los últimos 12 meses. Pero su aportación al crecimiento es sin duda menor que en el caso de las otras zonas consideradas. Sólo debemos considerar la evolución de las importaciones desde la segunda mitad del año pasado: suben un 4% en el caso de las procedentes de Asia, bajan un 7% frente al Reino Unido, un 10% desde Estados Unidos y aumentan un 10% las procedentes de los nuevos miembros de la UE. En definitiva, probablemente buena parte del comercio exterior con los nuevos miembros de la UE sea resultado de la deslocalización de compañías industriales europeas. Aunque la denominación correcta sería la búsqueda de la eficiencia en la producción.

Ahora echemos un vistazo a las cifras de comercio en España. El déficit comercial aumentó un 31% en los primeros cuatro meses, lo que ha llevado a un aumento del déficit corriente del 50%. ¿La razón? Un sólido aumento del 8% en las importaciones poco contrarrestado por un crecimiento del 3,0% de las exportaciones. Si ahora consideramos que el crecimiento del comercio mundial supera en estos momentos el 7%, lo evidente es considerar que las empresas españolas (al igual, pero en menor medida, en el caso de las europeas) han perdido cuota de penetración exterior de sus productos. El Gobierno español ha publicado sus previsiones para la evolución de las cuentas exteriores a final de año: un déficit que drene más de un punto al crecimiento, resultado de un aumento de las importaciones del 7,5% aunque más igualadas con una recuperación de las exportaciones del 5,0%. Al final, que también las empresas españolas se empiecen a beneficiar, bien es verdad que con cierto retraso (¿competitividad?), del crecimiento exterior una vez que la economía europea también lo haga.

En definitiva, todos los países en menor o mayor medida se están beneficiando de la recuperación del comercio exterior. Y esto pese a que los augurios no eran precisamente muy positivos tras los atentados terroristas del 11 de septiembre, la incertidumbre geopolítica y el fracaso en avanzar con la liberalización comercial en las últimas cumbres internacionales. Ahora bien, aunque el detonante de la recuperación para muchos países sea el sector exterior, la consolidación de este crecimiento va a depender de que la demanda doméstica sea capaz de continuarlo. Este es el gran problema en estos momentos a nivel mundial: la uniformidad de los ciclos económicos, con la economía norteamericana, y en menor medida la economía China, actuando como únicos motores de crecimiento.

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