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Columna
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Momentos inaugurales

Los momentos inaugurales marcan de manera decisiva. Emiten señales que luego arrastran consecuencias imparables. Los más viejos del lugar recuerdan, por ejemplo, en el verano de 1983 la subida de Felipe González a bordo del yate Azor en el puerto de Lisboa. Aquello fue un error que se prefirió no reconocer, con el resultado de que a continuación cada uno de los socialistas pudiera pensar que quedaba autorizado para subirse a lo que tenía más cerca.

Así, el alcalde de Segovia decidió casarse en el Alcázar cuando todavía no era costumbre y se produjo una cascada de confusiones desafortunadas entre bienes de naturaleza pública y usos privados. Cascada que los últimos usufructuarios del poder, nuestros amigos del PP, supieron llevar a sus más altas cotas cuando la boda de Ana Aznar y Alejandro Agag en la basílica de El Escorial o al incluir al yernísimo en el Despacho Oval de la Casa Blanca con ocasión de la entrevista concedida al presidente del PP por el presidente Bush acompañado de los primeros espadas Colin Powell y Condoleezza Rice.

Por no hablar de los compañeros de pupitre tipo Juan Villalonga, venga de añadir valor a la acción de Telefónica y de imaginar ingeniosas y productivas stock options, o de ese personaje regalón Luis Ramallo, al que hicimos vicepresidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, que tantas tardes de gloria nos dio cuando el caso Gescartera que multiplicó las arcas de la archidiócesis de Valladolid.

Es preciso saber cómo se han repartido los presupuestos de programas y las compras de paquetes de cine en TVE

Por eso, ahora, en los nuevos momentos inaugurales del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero conviene atender a los comportamientos, a los errores que puedan cometerse, pero también a cómo reacciona la autoridad competente en línea de convalidar o rectificar. Como en las Escuelas de Negocios, resulta de gran utilidad el estudio de casos.

Mucho se puede aprender del poder desencadenante que tuvo el caso Alonso Puerta, cuando los socialistas andaban casi estrenando poder en el Ayuntamiento de Madrid regido por Enrique Tierno Galván. En resumen, Alonso Puerta tuvo entonces el arrojo de denunciar las comisiones con las que algunos compañeros o el propio partido empezaban a lucrarse y en lugar de proceder al esclarecimiento y sanción de los abusos detectados se optó por expulsar al denunciante como si hubiera incurrido en indignidad. A partir de ahí se instaló la pedagogía perversa y cada quien se consideró autorizado a adentrarse por esas selvas feraces.

En definitiva, como repetía el inolvidable Arturo Soria y Espinosa, al final, frente a la asimilación tergiversadora sólo cabe la clarificación sancionadora. De ahí el interés que suscita la confirmación de Juan Menor en el cargo de director de TVE. Por eso el pasado viernes se propugnaba en esta misma columna un conflicto de Estado para resolver esa asignatura capital de RTVE. Un conflicto luminoso, esclarecedor, en lugar de un pacto de encubrimiento que data casi de la misma fecha de creación de TVE. Sobre tiempos tan remotos contaba Luis Ángel de la Viuda que aquellos pioneros eran casi una familia en la primitiva instalación del paseo de la Habana. Entonces, al caer de la tarde, concluidas las dos horas de emisión a que se circunscribía toda su actividad, había tertulia y comentario en el despacho del director general, Victoriano Fernández Asís, cuyas anécdotas eran muy celebradas y reídas de modo unánime por los presentes. Un día don Victoriano, al advertir el cambio de actitud de uno de los empleados, le interpeló para saber por qué había dejado de reírse. Director, le contestó, respetuoso pero altivo, es que yo ya soy fijo.

Bueno, pues sin esperar a más es preciso que sepamos cómo se han repartido los grandes presupuestos de programas y de compra de paquetes de cine y derechos documentales para empezar durante los cinco últimos años. Dicen algunas fuentes que suman más de 35.000 millones de pesetas para allegados al PP, y a los socialistas para diversificar el riesgo, de los que se han beneficiado José Luis Moreno (Miramón Mendi); el grupo de Pedro Antonio Martín Marín, Pedro Pérez, Jorge Sánchez Gallo y Eduardo Campoy (Cartel), Miguel Ángel Rodríguez (Splendens Ibérica), Europroducciones, Gestmusic y José Frade. Son momentos inaugurales y lo que se haga fijará criterio.

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