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Bolsa

Cómo adivinar la frecuencia de las crisis bursátiles

Cada 75 años toca un crac del orden del 20%, como el registrado en 1929 y en 1987. Independientemente de ciclos económicos, cambios en la regulación bursátil y desarrollo de los mercados. ¿Por qué? Porque toca. Igual que cada cierto tiempo el invierno es especialmente frío, estalla un volcán o la tierra tiembla. Son las conclusiones de un grupo de científicos de Boston, que han encontrado un patrón estadístico que explica la frecuencia de los movimientos extraordinarios de los mercados.

Cualquier inversor de medio pelo sabe que el mercado no siempre responde a una lógica económica de exactitud matemática. Más bien al contrario. Los inversores se mueven por causas más subjetivas y tienden a hacer todos lo mismo -aunque no sepan por qué- para no quedarse solos. Que el dinero se desplaza en manada es una de las pocas verdades de los mercados. Ahora bien, que los episodios de pánico o euforia desmedida se sucedan según un patrón estadístico rebaja aún más el perfil económico de los mercados.

Pero es precisamente eso lo que sostienen los cuatro científicos. Xavier Gabaix, del MIT, Parameswaran Gopikrishnan, Vasiliki Plerou y Eugene Stanley, de la Universidad de Boston, han hallado la distribución estadística de este tipo de movimientos 'sorprendentemente regulares', según Gabaix, y han buscado su origen.

Para ello han analizado 100 millones de operaciones bursátiles registradas entre 1994 y 1996, y de este volumen de datos aparentemente aleatorios han sacado un patrón. Así, el número de días que una acción se mueve el 1% es ocho veces superior al número de días que se mueve el 2%, y éste ocho veces superior al 4%. Es lo que se denomina una distribución exponencial, un patrón de conducta similar al de acontecimientos producidos en otros sistemas complejos como los fenómenos meteorológicos o los terremotos.

¿Por qué esta distribución? Al igual que en los terremotos, las crisis obedecen a un efecto bola de nieve en el que cambios aparentemente nimios en las condiciones iniciales producen consecuencias desproporcionadas. En las Bolsas ocurre cuando los mayores actores del mercado, que normalmente operan con prudencia y compran o venden poco a poco ponen en el mercado mucho papel (o mucho dinero) y generan una reacción en cadena.

Si un fondo hace una compra de acciones de gran tamaño, provoca movimientos iguales de otros fondos, lo que a su vez alimenta la tendencia. Y, al final, un movimiento particular desata un efecto generalizado y desproporcionado. Por eso el estudio se ha centrado en el comportamiento de los mayores operadores, esto es, los fondos de inversión con más de 100 millones de dólares.

El modelo no sirve para anticipar crisis, pero, como señala Gabaix, 'la volatilidad pasada y el volumen de negociación pueden ayudar a predecir la verosimilitud de un crac'. Y estas decisiones explicarían, en último caso, movimientos en el precio de las acciones que, aun siendo de magnitud moderada, no se pueden explicar. Estos pequeños cracs seguirían la misma distribución, aunque con frecuencias menores.

Estadística. ¿Son los mercados predecibles?

P¿Por qué el comportamiento de las Bolsas es tan difícil de predecir?RBurton Malkiel, gestor de fondos, decía que, si en la Bolsa la información de los inversores fuese perfecta, no habría opciones de inversión mejores que otras, pues el precio de cada una sería el justo. La aleatoriedad de los movimientos de los mercados proviene de las decisiones y de las percepciones subjetivas de miles de personas. Pero, aunque sea un sistema demasiado complejo para ser anticipado, sí puede seguir patrones de conducta fijos.P¿Qué otros fenómenos siguen patrones similares?RLa distribución exponencial que han encontrado los científicos incluye más datos extremos -en este caso, movimientos en precios muy violentos- que otras distribuciones. El uso de las palabras también sigue este patrón, con unas pocas palabras muy usadas, el crecimiento de las ciudades -pocas muy grandes-, los terremotos -pocos, pero muy violentos-, la popularidad de las páginas de Internet o los fenómenos meteorológicos.P¿A qué periodos de tiempo se puede aplicar?RSegún Xavier Gabaix, se puede aplicar a plazos que abarcan 'desde unos pocos minutos a varias semanas', es decir, no sólo recogen el comportamiento de los mercados en movimientos de un día para otro. En realidad, el origen de los movimientos extraordinarios en precios está en un efecto bola de nieve en las decisiones de los grandes inversores, y este efecto se puede producir a distintas velocidades y con diferente volumen de títulos.P¿Puede este modelo tener alguna aplicación en la práctica?R'Todavía estamos lejos de llegar a aplicaciones prácticas, pero las esperamos para dentro de unos años', señala Gabaix. La capacidad de predecir no los episodios de pánico en sí, sino su frecuencia, puede ser utilizada por instituciones como fondos de pensiones que invierten a muy largo plazo. æpermil;stos podrían protegerse de estos riesgos mediante contratos financieros que, gracias a la estadística, podrían ser correctamente valorados.

Teorías para todos los gustos

La Bolsa es terreno abonado para las teorías de corte milenarista, de esas que 'nunca fallan'. Así, inversores de todo pelaje utilizan métodos para predecir el comportamiento de los mercados en función de centenares de variables, que van desde el simple devenir del tiempo a la astrología bursátil, una disciplina que goza de un sorprendente éxito, si es que el éxito se mide según los enlaces de Internet que aparecen en una búsqueda corriente.Más científica, y atractiva, es la teoría de las Ondas de Elliot, que parte de la base de que el comportamiento de los mercados sigue ciclos repetitivos. æpermil;stos están compuestos por ondas de impulso que vienen seguidas de ondas de corrección y la relación entre la magnitud de ambas ondas es predecible. Esta teoría cuenta con multitud de adeptos en el mundo bursátil, no sólo entre aficionados, sino también entre analistas técnicos. El problema reside en que, como se puede aplicar a cualquier plazo, no siempre se puede definir en qué fase del ciclo se está. Ello impide tanto predecir bien el mercado como contrastar la validez de la teoría.

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