PAC mediterránea
La Comisión Europea (CE) ha presentado sus propuestas de reforma de las organizaciones comunes de mercado del aceite de oliva, del tabaco y del algodón, cuyas orientaciones son similares a las que guiaron la reciente reforma de la política agraria común (PAC) en los sectores de grandes cultivos herbáceos y ganadería ovina y bovina, es decir, se persevera en el desacoplamiento de las ayudas respecto de la producción, sea totalmente en el caso del tabaco, sea parcialmente en aceite de oliva (60% pago único desacoplado + 40% pago por superficie) y algodón (60% pago desacoplado + ayuda por hectárea). Las ayudas se establecerían de acuerdo con las cantidades percibidas en el periodo de referencia 2000-2002.
Esta nueva reforma puede tener un considerable impacto en España, principalmente en Andalucía y Extremadura. No se peca de alarmista si se supone que los cultivos de tabaco y de algodón puedan desaparecer del campo español y europeo. Se trata de dos producciones industriales, con elevados costes de producción debido a la utilización intensiva de mano de obra, que requieren calidades específicas, tratamientos poscosecha, existiendo serias razones para pensar que la crisis del cultivo pueda arrastrar a los correspondientes sectores industriales, principalmente el desmotador de algodón. En los últimos años, el saldo neto en el comercio exterior español es importador en tabaco (43% de las utilizaciones) y ligeramente exportador en algodón.
El caso del olivar y el aceite de oliva es aún mucho más relevante, tanto para España, primera potencia del mundo en este sector, como para la Unión Europea (UE). Puede aceptarse que sea necesario efectuar algún tipo de reforma en el actual sistema de ayudas a la producción, debido a que la fuerte expansión productiva está provocando la moderación de precios del aceite, al tiempo que una fuerte penalización en las ayudas anuales y, ambas circunstancias, afectan negativamente la rentabilidad del olivar marginal que es, frecuentemente, el de mayor valor medioambiental. No obstante, el sistema propuesto es complejo, tenderá a primar la vinculación conservacionista del cultivo y puede tener consecuencias imprevisibles sobre la economía del aceite de oliva, cuya demanda ha crecido espectacularmente debido precisamente a la moderación de precios provocada por la reciente expansión productiva.
El principal rival del aceite de oliva es la potente demanda europea de producciones ganaderas
Es elogiable la preocupación medioambiental de la CE. Pero también deberían vigilarse los efectos de un cambio tan radical en las condiciones de los mercados. El aceite de oliva es un producto de economía complicada. Aunque la mayoría de la población lo desconozca, su principal rival es la potente demanda europea de producciones ganaderas. Los piensos que alimentan dicha ganadería incorporan harinas de soja, girasol y colza, que en su fabricación dejan un residuo líquido llamado aceite de semillas. La fuerte demanda de piensos lleva a producir tal cantidad de aceite que, por ejemplo, sin producir soja, España es uno de los principales exportadores de aceite de soja del mundo. Ese exceso de aceite flotante sobre el mercado europeo es el que justifica los precios tan populares de los aceites de semillas. Cualquier modificación que tienda a elevar los precios del aceite de oliva al consumo, puede romper el actual equilibrio inestable en la economía del aceite de oliva.
Las ayudas que ahora se concederán están diseñadas para mantener la renta de los olivicultores, al tiempo que se preserva el medio natural. Una vez percibidas las subvenciones, el comportamiento empresarial será bastante impredecible. Nada se ha pensado sobre la economía real y los mercados, los costes de producción o los precios de venta del producto. Tampoco sobre el impacto en el mercado laboral, así como en uno de los escasos sectores industriales localizados en el medio rural de las regiones mediterráneas principalmente afectadas. La UE junto a los países del norte de África, con acuerdos comerciales de carácter preferencial que les permite acceder al mercado comunitario en condiciones muy favorables, representan el 98% de la economía mundial del aceite de oliva. Por ello resulta aún más incomprensible que esta reforma se lleve a cabo pensando en Ginebra y en qué dirá la Organización Mundial de Comercio.