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Columna
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El paro y los contratos

La tasa de paro registrado estimada en relación con la población activa por el Ministerio de Trabajo no es un cálculo correcto, según el autor, quien subraya que se comparan magnitudes no homogéneas diferentes en casi medio millón de personas

A la publicación de los datos mensuales del paro y de los contratos registrados en las oficinas de empleo los de octubre se conocerán la próxima semana suele dársele una gran relevancia, a pesar de tratarse de una estadística administrativa y parcial del mercado de trabajo. Al contrario que la encuesta de población activa (EPA), en el paro registrado no se considera a los parados que buscan empleo por otros procedimientos distintos al Inem, no se cumplen los requisitos estrictos de la definición del paro de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y no se cuantifica la población activa y el empleo (ver el artículo del autor en Cinco Días, 15 de julio de 2003).

Aun así, esos datos son muy útiles para el análisis de la coyuntura del mercado de trabajo. Según la información relativa a septiembre, el número de personas registradas como paradas ascendía el último día de ese mes a 1.607.847, lo que ha supuesto un aumento, respecto al mes de agosto, de 38.633 personas, 371 personas más que en el mismo mes del año anterior. Aunque la diferencia con el año anterior es reducida, el dato de septiembre es el peor de los últimos seis años: en el periodo 1998-2001 la media del crecimiento mensual del paro fue de 17.500, menos de la mitad que en 2002 y 2003.

La reforma de 2001, que pretendía reducir la temporalidad del empleo, apenas ha tenido efectos positivos

Es cierto que en los meses de septiembre se producen aumentos estacionales del paro registrado, como consecuencia fundamentalmente del final de la temporada turística. Sin embargo, si se desestacionalizan las cifras, el paro registrado en septiembre de este año también ha aumentado: 11.000 parados más, lo que supone una tasa intertrimestral anualizada muy elevada, el 8,3%.

Si se consideran las variaciones interanuales, en relación con un año antes, el paro registrado ha seguido creciendo (17.500 más), el 1,1% en términos porcentuales, lo que ocurre a partir de octubre de 2001, aunque con una tendencia a la desaceleración desde principios del año.

En cuanto a los contratos registrados, cifra que fluctúa mensualmente muy erráticamente, aumentaron respecto al mismo mes de 2002 el 8,2% (en agosto los contratos descendieron el 4,6%), lo que, a primera vista parece contradictorio con el incremento del paro. Si se considera la cifra del tercer trimestre, para corregir, al menos parcialmente, esa erraticidad, los contratos aumentaron sólo el 0,9% y en el conjunto de los nueve meses transcurridos del año, el 1,8%.

En cualquier caso, el problema más importante de la contratación en España es su precariedad. En septiembre, el 91,9% de los contratos registrados en el Inem fueron temporales. Si se tiene en cuenta que en 2000 dicho porcentaje representaba el 91,3%, los datos más recientes significan, por un lado, que la reforma de 2001, que pretendía reducir la temporalidad del empleo, apenas ha tenido efectos positivos y, por otro lado, que la gran mayoría de los nuevos contratos son temporales.

A pesar de que el aumento del empleo, según la EPA, sigue siendo relativamente elevado, el 2,5% en los nueve primeros meses del año, los datos analizados del paro y de los contratos registrados no inducen demasiado al optimismo, máxime si se tiene en cuenta que España sigue siendo el país de la Unión Europea con mayor tasa de paro (11,4% en agosto, según estimaciones de Eurostat, cuando el promedio de la UE era del 8%), que la tasa de ocupación en porcentaje de la población de 15 a 64 años continúa siendo muy baja (58,4%, frente al 64,2% de promedio de la UE, según datos de 2002) y que es el país con la mayor tasa de temporalidad de la Unión Europea (casi el 31%, 2,4 veces que la del promedio de la Unión).

Conviene señalar que la tasa de paro registrado estimada en relación con la población activa por el Ministerio de Trabajo, que para septiembre ascendía al 8,6%, no es un cálculo correcto, ya que supone comparar dos magnitudes no homogéneas, el paro registrado (que figura en el numerador) y el paro EPA (que figura en el denominador), y que se diferencian en casi medio millón de personas. La única forma correcta de calcular la tasa de paro es con la EPA, que en el tercer trimestre era el 11,2%.

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