La titulización, un instrumento en auge
Las emisiones de renta fija privada siguen aumentando. Agotada la opción de las participaciones preferentes, las entidades han encontrado en la titulización de activos y en las cédulas la fórmula para captar fondos sin aumentar sus recursos propios. Bancaja ha sido la última que ha realizado una emisión de este tipo esta misma semana.
La titulización de activos se ha convertido en los últimos años en una alternativa para las entidades que buscan captar fondos sin aumentar su balance. Agotadas otras opciones como la emisión de participaciones preferentes -muchas entidades han superado el límite del 30% de sus recursos propios recomendado por el Banco de España-, el mercado de la titulización de activos continúa ganando adeptos. Baste como ejemplo que a finales de agosto de 2003 el saldo vivo en circulación era de 50.896,59 millones de euros, frente a los 32.393,25 del mismo mes de 2002.
Esta fórmula, de reciente utilización en España, consiste en seleccionar una serie de activos o derechos futuros de buena calidad (para lo cual se le otorga una calificación). Los activos son ofrecidos a un fondo de titulización, que es el vehículo que emite bonos y obligaciones o papel en general y que paga esos derechos por anticipado. Con este procedimiento se consigue limpiar el balance y se reduce el coste medio del pasivo de la entidad. Es decir, se obtiene dinero en efectivo en el presente adelantando ingresos futuros.
Al principio sólo los créditos hipotecarios eran objeto de titulización pero con el tiempo esta fórmula se ha extendido a todo tipo de préstamos. Según fuentes de AIAF, 'la gran ventaja para las entidades es que les permite obtener financiación para hacer frente a la gran demanda que tienen de créditos sin necesidad de aumentar sus recursos propios'.
La última emisión ha sido la de Bancaja esta misma semana. La caja valenciana ha realizado una emisión de bonos de titulización de activos, llamada Ftpyme Bancaja 2 FTA, respaldada por préstamos bilaterales concedidos a pymes no financieras domiciliadas en España. El importe de la emisión asciende a 500 millones de euros de valor nominal.
La emisión está dividida en cinco series, de las cuales la serie A3 es la mayor de ellas, por un importe de 199,5 millones de euros; la sigue la A2, con 142,7 millones de euros, y la A1, con 114 millones. Las tres series tienen la calificación crediticia de Moody's de Aaa y de Fitch Rating de AAA. Por su parte, la serie B, de 32 millones de euros tiene las calificaciones de riesgo A2 y A por Moody's y Fitch, respectivamente. La serie C, de 11,8 millones de euros, tiene calificación de Baa2 y BBB, respectivamente.
La calificación crediticia es uno de los aspectos más importantes de estas emisiones. Al tratarse de fondos creados sólo para emitir estos valores y no estar en el balance de la entidad cedente, los titulares de los bonos son los que asumen el riesgo de impago de los activos. En función de la calificación de las distintas series de bonos se asume más o menos riesgo. Así, en caso de impago los primeros acreedores serán aquellos que poseen los bonos con mejor calificación crediticia. Con todo, el riesgo es mínimo. 'El hecho de que estos bonos estén respaldados por créditos asegura su cobro', señalan en AIAF.
Hasta ahora, estas emisiones han estado dirigidas a inversores institucionales -sobre todo extranjeros, entre los que tienen muy buena acogida- dada la complejidad del producto. No obstante, los expertos no descartan que un mayor conocimiento pueda derivar en un aumento de la demanda entre los particulares y su posterior colocación.