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Columna
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Encallados en Cancún

Antonio Gutiérrez Vegara

Con este título de Encallados en Cancún ha publicado Oxfam Internacional (Intermón Oxfam en España) un informe en el que se evalúan las negociaciones habidas los dos últimos años en el seno de la Organización Mundial del Comercio (OMC), desde que se lanzara la Ronda del Desarrollo en noviembre de 2001 como conclusión de la cumbre celebrada en Doha, y señala los escollos principales en los que puede embarrancar la quinta sesión ministerial que comenzó ayer en Cancún.

El balance que recoge el citado documento es bastante desolador. Viene a demostrar que lejos de cumplirse los compromisos alcanzados en aquella reunión para regular el comercio internacional de manera más justa, las grandes áreas desarrolladas han aumentado los subsidios a la exportación de sus productos agrícolas, han mantenido sistemas arancelarios que discriminan las importaciones de los países en desarrollo y han obstaculizado la negociación sobre patentes en la mayoría de los casos.

El resultado al día de hoy es que los países más ricos, que agrupan al 14% de la población mundial, siguen concentrando las tres cuartas partes de las exportaciones, mientras que los menos desarrollados alcanzan un escaso 3% del comercio, albergando sin embargo al 40% de los habitantes del planeta.

En cuanto a los retos que deberían afrontar los ministros de Comercio congregados en el Caribe mexicano para evitar el descrédito de la OMC figura, en primer lugar, la supresión de los subsidios a la exportación desde los gigantes comerciales, especialmente EE UU, Japón y la UE.

Aunque se estén reduciendo paulatinamente las llamadas restituciones (subvenciones a la exportación) para combatir el dumping, éste se sigue provocando con las ayudas directas a los productores en base a rendimientos históricos y a las superficies sembradas pese a que formalmente estén desconectadas de la producción y el precio anuales de los productos.

Es el caso de los cereales, que permitió a la UE exportar su trigo hasta el año pasado sin restituciones pero con un dumping real tras haber donado una subvención de 63 euros por tonelada a los agricultores. De hecho, la previsiones europeas no son de reducir sino aumentar sus exportaciones en más de dos millones de toneladas anuales entre 2002 y 2010.

EE UU, por su parte, cuadruplicó las subvenciones directas entre 1996 y 2000 para volver a conectarlas a la producción en 2002 mediante una nueva ley agraria (Farm Bill) y por un periodo de 10 años.

Solamente a los cultivadores de maíz les entrega 10.000 millones de dólares cada año, al tiempo que en México caían los precios del producto en un 70% desde que tuvo que abrirse a las importaciones estadounidenses a raíz del Tratado de Libre Comercio.

La consecuencia de todo ello es un dumping creciente de los países del norte respecto de los del sur, agudizado por el desarme aduanero que a los segundos les imponen el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Así, el déficit agroalimentario de los países menos desarrollados no ha hecho más que aumentar.

En el capítulo de los reglamentos sobre la propiedad intelectual (TRIPS) se ha alcanzado un acuerdo de mínimos a finales de agosto para facilitar el acceso de los países pobres a los medicamentos a precios más asequibles.

Pero además de haberse incumplido durante estos dos años el compromiso de anteponer la salud pública a los intereses empresariales, proclamado solemnemente en Doha, todavía perdurarán bastantes trabas a las exportaciones de genéricos.

Tampoco parece haber una decidida voluntad de los países ricos a suprimir los aranceles sobre los productos manufacturados de los países en desarrollo. Con esta medida podrían crearse 27 millones de empleos solamente en el sector textil en aquellos países, según calcula Oxfam, y denuncia que, por ejemplo, los gravámenes que impone EE UU a Bangladesh son 14 veces superiores a los que le aplica a Francia.

Sin embargo, en lo que ponen mucho énfasis los grupos empresariales más poderosos es en los asuntos conocidos como temas Singapur: inversiones, transparencia de los mercados, competencia y facilitar los intercambios comerciales. Asuntos que persiguen garantizarse los mayores rendimientos de capital, erradicar los vestigios de protección que queden en algunos segmentos del mercado en países del sur y dejar expedito el camino para su absorción definitiva. Además suena a un intento de retomar, fuera de contexto y de lugar, el Acuerdo Multilateral de Inversiones rechazado por la OCDE en 1998.

Con los deberes sin hacer en dos años y con tan escasa voluntad de hacerlos, la Ronda del Desarrollo va camino del atolladero en Cancún.

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