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En portada

La Bolsa, sin miedo

La sede de la ONU en Bagdad quedó reducida a escombros tras estallar, el pasado 19 de agosto, un camión bomba. Murieron 24 personas, entre ellas el máximo representante del organismo, Sergio Vieira de Mello. El mismo día, un atentado suicida en Jerusalén terminaba de arruinar la precaria Hoja de Ruta que debía encauzar el conflicto palestino-israelí. Pero en una jornada tan negra, el índice de la Bolsa neoyorquina Dow Jones subió un 0,17% y el Euro Stoxx 50, el selectivo de la zona euro, avanzó un 0,20%.

'Debemos destacar el hecho de que las Bolsas occidentales están absorbiendo las noticias de atentados terroristas con mucha tranquilidad', escribieron los analistas de Link Securities el 26 de agosto, al día siguiente de la matanza de 52 personas mediante dos coches bomba en Bombay. Ese día el Dow Jones se dejó un 0,33% y la Bolsa de Bombay, no muy lejos del lugar del desastre, bajó un 2,9%, pero lo recuperó con creces en las sesiones siguientes.

'En marzo sólo se hablaba de la guerra. Ahora sólo se habla de economía', sentencia Juan María Soler, analista de Sabadell Banca Privada. 'Nosotros estamos mirando los datos macro y microeconómicos, que es lo que hay que mirar'.

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¿Ya no es sensible el mercado al fenómeno terrorista ni a los avatares de la guerra contra el eje del mal declarada por George W. Bush? Resulta difícil entenderlo tras dos años, los transcurridos desde el 11 de septiembre de 2001, determinados por el llamado 'factor geopolítico'. El pasado mes de marzo, cada noticia relativa a los preparativos de guerra contra el Irak de Sadam Husein movía los índices en un sentido o en otro. Las decisiones de inversión se tomaban en gran medida con la información política. Ahora, aunque la frecuencia de las acciones violentas contra intereses occidentales es creciente, los operadores leen antes los datos económicos, ansiosos por confirmar los indicios de recuperación.

Los expertos explican que el mercado se habitúa a cualquier escenario y lo que perturba es la incertidumbre. 'Lo que puede provocar una caída fuerte de las Bolsas es una circunstancia nueva, imprevista, como fue el 11-S', explica Ana Molina, analista de economía internacional en Credit Suisse. 'Por el contrario, el atentado en Bagdad, aunque trágico, era absolutamente previsible, porque se produce en un lugar en guerra', explica. Además, opina Molina, como el terrorismo es un elemento muy difícil de medir, y por lo tanto de incluir en las previsiones, la mayoría de operadores del mercado prefiere ignorarlo. En el mismo sentido se explica José Manuel García de Sola, director general de inversiones de Banif: 'Los atentados son cosas que se escapan a los economistas. El fenómeno es sobre todo psicológico'.

José Luis Martínez Campuzano, economista jefe de Citigroup en España, opina que para los mercados 'el factor geopolítico sigue siendo negativo, pero ya no es el más negativo'. En su opinión, los inversores se han acostumbrado al riesgo y a la inestabilidad mundial. Y, una vez dada por concluida la guerra de Irak, se han vuelto más selectivos y prestan mayor atención a los datos económicos y los resultados de las empresas. María Jesús Fernández, del Instituto de Estudios Económicos, tampoco cree que Irak sea ya un factor determinante para las Bolsas como lo era en marzo, pero alerta: 'Si el conflicto se pudre, sí puede afectar a la economía real'.

Lejanía de Occidente

Una clave en la reacción a la violencia es la cercanía. El mercado cuenta con que hay regiones muy conflictivas. Los incidentes en Irak o Afganistán no alarman mientras no pongan en peligro el dominio de EE UU sobre estos países. Conflictos como los de Palestina, Chechenia o Cachemira se ven remotos mientras no se salgan de sus límites. Lo que de verdad se temía tras el 11 de septiembre era que fuera seguido de más atentados en Occidente, en especial Norteamérica, pero también Europa o Australia. Los envíos de ántrax, nunca aclarados, ayudaron a crear ese ambiente. El efecto económico y bursátil de los ataques a intereses occidentales en terceros países, por desgraciados que resulten, no es tan decisivo. 'No pensamos que esta inestabilidad vaya a afectar ya a los mercados bursátiles occidentales, siempre y cuando se mantenga en zonas del Próximo y Extremo Oriente', señalaba Link Securities tras el atentado en Bombay. En igual sentido opina otro analista: 'Los problemas en Irak no afectarán mientras no salpiquen. Si en vez de la delegación de la ONU en Bagdad fuera atacada, por ejemplo, la Embajada de EE UU en Londres, la reacción del mercado sería totalmente distinta'.

Un ejemplo de que los mercados pecan de occidentalismo y desatención hacia el resto del mundo se produjo el mes pasado, cuando un enorme apagón afectó al noreste de Estados Unidos, incluida Nueva York, y sureste de Canadá. Un informe de Ibersecurities recoge la gran inquietud entre los operadores cuando se temía que el apagón hubiera sido provocado con fines terroristas. La nota admite que el hecho de que sí fueran atentados los de Bagdad y Jerusalén 'parece importar poco a los inversores'.

Carmen de la Orden, del servicio de estudios de Caja Madrid, coincide en que el mercado se ha habituado a los atentados después de cierta conmoción inicial. En su opinión, se ha asumido que conflictos como el de Irak no van a tener una solución rápida. Pero esta economista señala que, aunque la Bolsa no reaccione en gran medida a los problemas de la posguerra iraquí, sí lo está haciendo el barril de petróleo, que ha estado en más de 30 dólares y ha bajado a los 27, todavía por encima de los pronósticos anteriores a la guerra de Irak. 'El precio del petróleo está siendo un freno para una recuperación económica rápida', opina. Se esperaba que el precio del barril cayera rápidamente después del conflicto, como hizo tras la primera Guerra del Golfo en 1991. No ha sido así, en parte porque los incidentes y sabotajes están dificultando que el crudo iraquí regrese rápida y masivamente al mercado.

¿Y cómo se explica que nadie en las Bolsas se tomara en serio las amenazas de Corea del Norte de iniciar la 'Tercera Guerra Mundial' o de lanzar un 'ataque preventivo' contra Estados Unidos? Ni siquiera las vecinas Bolsas de Tokio y Seúl -ambas en zona de máximos anuales- se inquietan por las apocalípticas advertencias del régimen estalinista de Kim Jong Il. Molina cree que la diferencia entre las crisis de Irak y Corea del Norte es, precisamente, el petróleo. En todo caso el mercado otorga muy escasa credibilidad a Pyongyang y sospecha que su objetivo en esta crisis es negociar cuantiosas ayudas 'humanitarias' de Estados Unidos, Japón y Corea del Sur.

El condicionante geopolítico, pues, no pesa tanto mientras no haya elementos nuevos de juicio. Uno de los más temidos sería otro atentado en Occidente comparable a los del 11 de septiembre. 'Si ocurriera algo tan grave, el mercado se puede dar la vuelta, pero en menor proporción que el 11-S, porque la gente ha aprendido', opina García de Sola. Desaparecía, al menos, el factor sorpresa.

Hay quien considera errática la reacción inicial de las Bolsas a los atentados de 2001. 'La situación tras el 11-S fue irracional y se ha vuelto a la racionalidad', dice el director de inversiones de Banif. La Bolsa neoyorquina, a pocas manzanas del destruido World Trade Center, cayó un 7,1% en la sesión posterior a los atentados, la del día 17, y un 14,2% en esa semana. El nivel previo, los 9.600 puntos del 10 de septiembre, se recuperó dos meses después. Pesó la conmoción y la confusión en una Bolsa que ya acumulaba graves pérdidas desde primavera de 2000. 'Cuando no controlas lo que está pasando, lo mejor es estar fuera del mercado', explica Soler, del Sabadell. Los atentados introdujeron en la Bolsa una prima de riesgo difícil de medir, pero que, según coinciden los expertos, se está estrechando desde el final de la guerra de Irak, en concreto desde el día 9 de abril, cuando fue derribada la estatua de Sadam Husein en el centro de Bagdad.

El 'caso Enron', ¿más dañino?

El terrorismo ha sido un elemento negativo para las Bolsas, pero no el único. Ni siquiera, dicen algunos, el más importante. La agencia de calificación de riesgos Standard & Poor's declaró en un informe hace un año que el impacto sobre el sector energético del caso Enron era 'más significativo' que el del 11-S. Algunos economistas apoyan que el desmoronamiento del gigante energético -muy respetado hasta que se conocieron sus irregularidades contables y se declaró en bancarrota- tuvo un efecto más demoledor en la confianza de los inversores, no así en el ciudadano de a pie.

La percepción del riesgo ha cambiado, quizá para largo. Los expertos consultados coinciden en que lo más racional ahora en la Bolsa es detenerse en los fundamentos de cada empresa o valor. Pero nadie olvida que la estabilidad internacional sigue siendo crucial. Por ejemplo, se pregunta un analista, ¿cómo encajaría el mercado una caída del Gobierno de Tony Blair, acusado de apoyarse en información falsa para ir a la guerra? ¿Y si el desgaste de la ocupación de Irak le costara la reelección a George W. Bush en 2004? Eso también es geopolítica. Y economía.

Sorpresas en la lista de valores expuestos

Que el terrorismo no esté siendo ahora tan influyente en Bolsa no significa que no afecte a la actividad en sectores muy sensibles a la inestabilidad. Según los expertos, los grandes perjudicados por los atentados del 11 de septiembre fueron aerolíneas, hoteleras, aseguradoras y sector financiero. Así lo leyeron las Bolsas en las horas siguientes.El tiempo ha devuelto a cada uno a su sitio, no sin sorpresas. Por ejemplo, la de Iberia. La compañía más afectada por el miedo a volar y viajar extendido tras los atentados es el valor del Ibex que más ha subido desde el 11-S, un 73,5%. La compañía ha hecho el recorrido contrario a sus colegas norteamericanas, que han necesitado ayudas públicas. Iberia ha sabido ajustar su capacidad al nuevo contexto mundial, aprovechando la renovación de la flota; las rutas que explota no se han debilitado tanto como las norteamericanas y asiáticas y, por otro lado, su valoración cuando fue privatizada se ha demostrado demasiado prudente.Mapfre, que gana un 50% en estos dos años, es otra excepción. La aseguradora española se ha salvado de una situación de crisis para su sector en Europa y en el mundo gracias a su política conservadora de inversiones, por la cual asumió menos riesgos en renta variable.Aparte de Iberia y Mapfre, el ranking de valores alcistas está copado por inmobiliarias y constructoras. Entre los peores desde el 11-S figuran compañías turísticas como NH Hoteles o Amadeus y financieras como Santander, Bankinter y BBVA. 12 de los 35 del Ibex están por debajo de sus precios previos al llamado 'día de la infamia'.

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