El sector de las 'telecos' destruye 30.000 empleos
El sector tecnológico ha despedido a unos 30.000 trabajadores desde 2001. En los próximos tres años esta cifra se disparará por encima de 40.000 debido a nuevas regulaciones encabezadas por la de Telefónica
Mi sueño era trabajar en una empresa como Lucent, pero a los pocos meses de entrar me echaron', afirma un ingeniero, víctima de la explosión de la gran burbuja tecnológica. Es sólo un ejemplo. Desde el inicio de la crisis en 2001, cerca de 30.000 trabajadores han sido despedidos en España. Una cifra que se va a disparar por encima de los 40.000 empleados en los próximos tres años por el expediente de regulación de empleo (ERE) anunciado por Telefónica de España.
A estas alturas, los despidos llegan a todas las áreas: operadores, fabricantes, interneteras o instaladores. Esta estrategia, según muchos expertos, ha provocado el cierre de fábricas, acelerando la destrucción del tejido productivo español. Y, aún más, ha hecho del sector tecnológico uno de los más afectados por las protestas sociales en el comienzo del nuevo siglo. En los últimos 24 meses, las huelgas y movilizaciones han afectado a casi todas las empresas: Telefónica, Alcatel, Amena (donde los sindicatos han convocado concentraciones para este mes de julio), Atento, Sanmina SCI, (donde los trabajadores llegaron a encadenarse), LG Philips... todas ellas marcadas por la histórica acampada de los empleados de Sintel en el paseo de la Castellana de Madrid durante seis meses frente al Ministerio de Ciencia y Tecnología que incluso dio lugar a una película premiada con un Goya.
Los ajustes han pasado factura. 'Con tantas reestructuraciones no se ha creado empleo neto', afirman fuentes del sector que ponen como ejemplo las cifras de Aniel. La patronal señala que esta industria contaba con 133.369 empleados a finales del pasado ejercicio. Un 5% menos que al cierre de 2001, pero, lo que es peor, sólo 1.200 personas más de las que tenía en 1999, un año y medio antes del comienzo del hundimiento tecnológico por culpa de la explosión de la burbuja. El ansiado boom del sector marcado por la liberalización de la telefonía no ha servido para la expansión del empleo.
Aniel señala que el sector contaba con 133.369 empleados en 2002. Un 5% menos que el año anterior, lo que le sitúa en las cifras de 1999
En esta línea, algunos analistas creen que las empresas sobredimensionaron su fuerza laboral entre 1997 y 1999 para acometer grandes obras como las infraestructuras de celulares. Ahora éstas han terminado y los empleados se han quedado sin tarea. Las firmas han realizado ajustes, pero podrían no ser los últimos. La otra patronal, Sedisi, en proceso de fusión con Aniel, indicó que en el primer trimestre de 2003 la demanda de trabajadores en el segmento de las tecnologías de la información cayó un 2,9%. 'Este año pueden dejar el sector de las telecomunicaciones en España entre 10.000 y 15.000 personas', dice Fernando de Salas, presidente de DBM UniConsult.
Pero, ¿cuál es el motivo del descenso? Entre los expertos parece haber coincidencia al señalar las graves pérdidas sufridas por las operadoras con las millonarias compras o la aventura del UMTS que derivó en un endeudamiento de 150.000 millones de euros. Para ellos, las compañías no tenían más remedio que hacer ajustes, incluidas sus plantillas. Algunos sindicatos han acusado a las telefónicas de haber diseñado unos planes de negocio erróneos que han derivado en una catástrofe para los trabajadores. Incluso, extienden las críticas al afirmar que los directivos buscan ahora con los despidos dar un impulso al valor de las acciones en Bolsa.
Los ejecutivos quieren defenderse y advierten que en los regímenes regulatorios de competencia no les salen los números. 'No seremos viables si no reducimos gastos', aseguran fuentes cercanas a Telefónica. Este argumento ha sido rebatido por los Gobiernos. El secretario de Estado de Telecomunicaciones, Carlos López Blanco, que no ve mal el nuevo ERE de Telefónica, negó que la culpa de los despidos sea de la liberalización. En este debate, los directivos de Telefónica recuerdan que BT, KPN o Deutsche Telekom han hecho o están haciendo ajustes similares.
Desde luego, los planes están sobre la mesa. Telefónica, que ya redujo su plantilla en más de 11.000 empleados a través de un ERE en el año 1999, además de numerosas prejubilaciones, quiere ahora que uno de cada cuatro trabajadores dejen la firma en los próximos tres ejercicios. Podrían quedar poco más de 25.000 empleados cuando en 1996 había en torno a 65.000. Y en todas las áreas: operaciones, redes, inmobiliaria, gestión o servicios informáticos; y en todas las categorías: ingenieros superiores, ingenieros técnicos, operadores, gerentes, supervisores, jefes y hasta directivos, que según los datos entregados por la dirección a los sindicatos podrían pasar de los 115 actuales a 84 en 2004 y a 74 en 2005.
Pero no es sólo Telefónica. Casi todos sus rivales han despedido trabajadores en un intento de salir de las pérdidas. El ERE de Auna, pactado con los sindicatos, afectó a 983 empleados. Fuentes de la empresa explican que con la fusión de Retevisión y Aunacable se produjo un solapamiento de puestos. Jazztel despidió a más de 300 empleados (podrían marcharse otros 100), Ono a 450 de sus trabajadores o Vodafone a 500. Quizá el caso más sangrante haya sido el de Xfera. La compañía despidió a 600 empleados, el 70% de su plantilla, sin haber llegado si quiera al mercado.
Por supuesto, las operadoras han reducido al máximo sus inversiones. Según señala un informe de BBVA Bolsa, Telefónica redujo su gasto de capital (capex en términos anglosajones) un 36,9% en el primer trimestre. Y un hecho es cierto, los fabricantes no venden si las operadoras no invierten. Así, las filiales españolas de Ericsson, Lucent o Alcatel lo han pagado caro.
Ericsson llegó a tener 3.491 empleados en junio de 2000, sin embargo, tras sucesivos recortes, la plantilla ha caído hasta 1.770 trabajadores. Los despidos han venido acompañados por la venta o cierre de las fábricas. Fuentes sindicales recuerdan que algunas de los centros del sur de Madrid fueron vendidas a subcontratas como Sanmina SCI, que finalmente cerró la planta, o Chatam. Las amenazas de cierre no acaban ahí porque la planta de Zamudio en el País Vasco cerrará próximamente tras fracasar los planes para venderla.
Alcatel España, que esta semana anunció otro ERE, pasa por una situación parecida. 'A final de año sólo quedarán 1.300 trabajadores cuando en 2001 éramos más de 3.500', dice un representante de CC OO, que añade que con esta reducción se van a prejubilar trabajadores hasta de 48 años de edad. Además, recuerdan que Alcatel ha cerrado la fábrica de Villaverde, al sur de Madrid, y ha vendido la de Toledo a Sanmina SCI, 'sólo queda la fábrica de fibra óptica de Santander', se lamentan.
El caso de Sanmina SCI es el más curioso. Mantuvo la fábrica de Ericsson mientras tuvo encargos con la firma sueca, y cerró una vez concluidos los pedidos comprometidos. Es posible que en Toledo suceda lo mismo aunque, de momento, Alcatel tiene un compromiso de dar trabajo durante un año más. Asimismo, los instaladores han pasado quizá por la mayor crisis de su historia. El caso más famoso es el de Sintel, cuyo cierre en 2001 provocó que más de 2.000 personas perdieran su empleo. Avánzit, en suspensión de pagos; Amper; Dyctel; Tecnocom... todas han reducido sus plantillas y cerca de 5.000 trabajadores se han visto afectados. 'En algunas delegaciones provinciales sólo quedan los muebles', dice un trabajador de esta empresa.
El sector tecnológico y la telefonía, en especial, no han hecho más que destruir empleo en los últimos dos años. Ahora ya hay quien espera una recuperación, aunque pocos se atreven a poner una fecha.
Los despedidos migran hacia otros sectores
Ante tantos despidos en la industria de la tecnología surgen dudas sobre cuál es el futuro de los trabajadores sin empleo y de las propias empresas. Muchas han optado por diversificarse hacia otros negocios. Sin ir más lejos, Amper, unos de los tradicionales instaladores de redes y soluciones, participada incluso por Telefónica, ha dado un paso decisivo hacia el sector de la defensa. 'Las telecomunicaciones sufren una crisis estructural', llegó a decir su presidente, Enrique Used, quien apuntó que el negocio militar ya podría suponer este año cerca del 50% de sus ingresos. Es tal el interés por este segmento, que hasta Tecnocom, que recientemente adquirió un 12% de Amper, justificó la compra en la entrada en el ámbito de la defensa.Pero, ¿y los trabajadores? Aquí hay división de opiniones. Algunos expertos afirman que el problema para los empleados con una edad en torno a los 45 años 'es muy complicado'.Otros son más optimistas y creen que hay más posibilidades de recolocación, aunque fuera del sector. Fernando de Salas, presidente de DBM UniConsult, compañía que ha trabajado en la recolocación de trabajadores despedidos por Ericsson o Lucent, asegura que los índices de retorno al mercado laboral son altos, entre el 70% y el 80%, aunque advierte que en muchos casos el trabajo se encuentra en una industria externa a la telefonía. 'Nosotros formamos a los trabajadores despedidos y los orientamos hacia áreas donde la tarea sea similar en las formas'.No obstante, Fernando de Salas advierte que con la avalancha de empleados despedidos por las operadoras de telecomunicaciones y los fabricantes, el tiempo de recolocación se ha prolongado de tres a cinco meses. Además, las colocaciones en nuevas empresas se hacen en grupos pequeños de personas, 'es una labor de microcirugía', insiste.En otros casos, las compañías que han cerrado filiales en telecomunicaciones han colocado los trabajadores en otras unidades de negocio. æpermil;se es el caso de Dragados, que, después negociar con los sindicatos, decidió colocar a casi 150 trabajadores de su división Dyctel en otros departamentos tras ver cómo Telefónica reducía sus contratos de instalación de infraestructuras.