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Columna
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Una institución muy prudente

Raimundo Ortega afirma que el Banco de España ha ofrecido de nuevo en su Informe Anual una visión certera de la economía. Sin embargo, considera demasiado prudente su análisis sobre la gravedad del problema de la vivienda

Días antes del comienzo del verano acostumbra el Banco de España a hacer público su Informe Anual, que es presentado por el Gobernador al Consejo mediante un Discurso siempre interesante. Este año el Gobernador ha seguido el esquema habitual, que comienza con un análisis de la situación internacional, sigue con unas reflexiones relativas a la evolución y problemas de la economía española y concluye con el examen de sus aspectos financieros.

Destaca el señor Caruana que la economía mundial se ha visto aquejada no sólo por los vaivenes de la situación geopolítica, sino que ha sufrido también los nocivos efectos de una profunda crisis de confianza y la excesiva dependencia del resto del mundo respecto a una economía, la americana, cuyos desequilibrios son insostenibles a medio plazo.

Sus reflexiones acerca de la conveniencia de aprovechar las fases expansivas del ciclo para flexibilizar las economías le permiten enlazar, ya hablando de la zona euro, con una visión preocupada de su situación actual y perspectivas. Ello es debido a lo que califica de limitada capacidad de ajuste, pérdida de vigor del proceso de reformas e insuficiente consolidación de las finanzas públicas, que ha impedido a la política fiscal ejercer su teórico papel estabilizador.

Al hablar de la vivienda, el señor Caruana debería recordar los malos resultados que le dieron al señor Greenspan sus vacilaciones con la burbuja bursátil

Esos acreditados reproches se atenúan marcadamente cuando el Discurso revisa la evolución de la economía española. Justificado está el felicitarse por el crecimiento de nuestra economía en 2002 y atribuirlo a que hoy en día disponemos de 'un nuevo patrón de reacción' que nos permite sortear mejor las fases de debilidad cíclica. Que ello sea debido al ' régimen de estabilidad macroeconómica' que nuestro país disfruta desde hace años es indudable, pero que se mencionen 'las reformas estructurales emprendidas' como segunda causa resulta mucho más dudoso, sobre todo porque algunos párrafos después, el gobernador se queja de la mala situación en que nuestro aparato productivo y nuestra mano de obra se encuentran para afrontar la competencia que plantearán los países que accederán a la UE el año próximo -nítidamente resumidos en el recuadro I.4 del informe-, y este se detiene, por ejemplo, en analizar críticamente en el recuadro IV.3 la pervivencia de un sistema de negociación salarial cuyos impactos sobre los costes no son ciertamente favorables.

Pero el punto más interesante y polémico del Discurso se refiere al creciente endeudamiento de las familias y empresas españolas, proceso que en opinión del señor Caruana 'pudiera llegar a afectar en el futuro al ritmo de la recuperación económica...'. Como bien se señala a continuación, en el caso de los hogares la financiación de la adquisición de viviendas ha sido el destino casi exclusivo de esa demanda de fondos.

La preocupación está justificada, pues la posibilidad de que un ascenso de los tipos de interés combinado con un estancamiento, o incluso descenso, del precio de las viviendas, constituye la mayor amenaza que pende sobre la recuperación mundial, habida cuenta, entre otros factores, de que el número de familias propietarias de viviendas supera a las poseedoras de acciones.

Lo peligroso es que España se encuentra en la primera línea en ese frente, pero, para nuestra sorpresa, el señor gobernador, después de advertir de la existencia del problema se resiste a denunciar su gravedad. Están muy bien, y todos las compartimos, las peticiones para mejorar el funcionamiento de los 'complejos mercados de suelo y vivienda' -otra de las reformas estructurales pendientes, sobre todo por motivaciones políticas de plena actualidad- y corregir el sesgo que padecemos entre vivienda en propiedad y de alquiler, pero es de temer que el pronóstico de 'una paulatina moderación de la apelación a la financiación crediticia (...) que impediría que el precio de la vivienda acabara alejándose excesivamente de su valor de equilibrio y reduciría (...) la probabilidad de que terminasen produciéndose ajustes más bruscos en un mercado tan influyente en el funcionamiento global de la economía' suena a deseo piadoso y a exceso de prudencia.

Y ello tanto más si se leen atentamente los recuadros V.1 y V.2 del informe a propósito del precio de la vivienda y sus consecuencias sobre el consumo de los hogares, o se hojea el Survey dedicado recientemente a este problema por el semanario The Economist, en el cual se nos informa de que España, con Holanda, es el país en el cual más ha subido la relación entre precio de la vivienda y renta media entre 1975 y 2002, a lo cual se añade que somos el mercado en el cual este activo registra, en ese mismo periodo, una mayor sobrevaloración respecto a la media de las relaciones precio/renta disponible de las familias y precio/alquiler. Se comprenden las posibles razones del señor Caruana para ser tan comedido -y más si uno piensa en los efectos de ese cataclismo sobre los balances bancarios-, pero debería recordar los malos resultados que le dieron al señor Greenspan sus vacilaciones con la ' burbuja bursátil'.

Para concluir: un nuevo elogio a las cuentas financieras, que este año amplían sus series históricas con el periodo 1990-1994, y el deseo que en futuras ocasiones el Discurso intente evitar el desaliño que este año se aprecia en su castellano. Es lástima que ahora que acaba de ingresar en la Real Academia de la Lengua un ex gobernador, el actual no cuide más cómo escribe.

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