Washington agudiza la guerra comercial y denuncia a la UE por bloquear los transgénicos
Es un asunto muy delicado. Puede convertirse en otra gran disputa entre los dos bloques en la OMC', advierten fuentes de la organización. La sede de la OMC, sita en Ginebra, recibió ayer la petición a consultas de EE UU, paso previo al establecimiento de un panel de disputas. Washington denuncia que la UE lleva cinco años sin reformar su legislación, permitiendo las barreras comerciales a los productos genéticamente modificados. Canadá, Argentina y Egipto se han sumado a la denuncia, según EE UU, y Australia, Chile, Colombia, El Salvador, Honduras, México, Nueva Zelanda, Perú y Uruguay también la apoyan.
La Comisión Europea respondió ayer con un comunicado en el que 'lamenta' la decisión de EE UU, que considera 'legalmente injustificada, económicamente infundada y políticamente inútil'. La pregunta que se hacen desde Bruselas es por qué Washington se ha decidido a hacerlo ahora, cuando llevan años amenazando con presentar su queja.
Las versiones que se escuchan en los pasillos de la OMC son diversas. Algunas apuntan a que Washington no lo hizo antes porque quería evitar un nuevo enfrentamiento con la UE, con cuyo apoyo quería contar para lanzar una guerra en Irak. Otras optan por considerarlo una represalia al plazo lanzado por la Comisión la semana pasada para que EE UU cambie su legislación de ventajas fiscales si no quiere sanciones por 4.000 millones de dólares, autorizadas por la OMC.
'Es innecesario y el momento de presentar la denuncia no es muy adecuado', critica Arancha González, portavoz del comisario europeo de Comercio, Pascal Lamy. González se queja de que la iniciativa distrae la atención sobre lo que está haciendo ahora la UE, que trata de aprobar una normativa para que las etiquetas digan si el producto que se va a consumir está modificado genéticamente.
Además, la portavoz de Comercio asegura que la denuncia se produce justamente cuando la UE ya tiene un procedimiento para autorizar la entrada de nuevos transgénicos. La queja de EE UU se produce porque desde 1998 la falta de una legislación adecuada impedía la entrada de nuevos transgénicos en territorio comunitario. Sin embargo, la normativa se aprobó en marzo de 2001 y entró en vigor en octubre de 2002, según la Comisión, que asegura que gestiona ya 19 peticiones de empresas estadounidenses que quieren introducir sus productos en la UE.
Washington se queja de que la 'moratoria' aplicada por la UE desde octubre de 1998 'ha restringido las importaciones de productos agrícolas y alimentos' de EE UU al no autorizar nuevas variedades de productos.
Desde la Comisión apuntan, sin embargo, que la pérdida de cuota del mercado europeo por parte de las compañías estadounidenses se debe a una mayor competencia. González pone de ejemplo la soja, cuya pérdida de mercado para EE UU es consecuencia de que otros países, como Brasil y Argentina, también la venden al mercado europeo.
La Comisión intenta echar abajo otro de los argumentos de EE UU, que critica que las barreras comerciales a los transgénicos perjudica la llegada de estos productos a África, donde ayudarían a combatir el hambre. Bruselas afirma que los productos que se intentan llevar al continente africano necesitan, en su mayoría, herbicidas, que no se usan en esos países.
Un aviso al G-8
A la vez que libran sus batallas bilaterales, los dos grandes bloques comerciales están enzarzados en las negociaciones multilaterales de la Ronda de Doha. La mayoría de los plazos no se han cumplido hasta ahora, por lo que la ronda ya se pone en duda.
Ayer, el director general del FMI, Horst Köhler; el presidente del Banco Mundial, James Wolfensohn, y el director general de la OMC, Supachai Panitchpakdi, lanzaron un comunicado conjunto en el que piden a los líderes del G-8, que se reunirán el próximo viernes, que 'provean de directrices políticas para permitir que las negociaciones comerciales vayan hacia adelante antes de la Conferencia Ministerial de Cancún', que se celebrará en septiembre.