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Tribuna
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Los estímulos para la sociedad de la información

El concepto de la sociedad de la información (SI) apareció a principios de los setenta con autores como D. Bell (The Coming of the Post Industrial Society, 1973) y A. Toffler (El shock del Futuro, 1970). Se siguió profundizando en sus aspectos constructivos en los ochenta, con autores como Y. Masuda (La sociedad informatizada como sociedad posindustrial, 1980) y A. Toffler (La tercera ola, 1980), y no ha dejado de ser objeto de estudio por semiólogos, sociólogos, analistas y expertos en prospectiva. Transcurridos 30 años no se puede decir que ningún país haya alcanzado ese modelo social idealizado por algunos autores.

Si entendemos la SI como un modelo social caracterizado por el acceso e intercambio de información, ubicua e intemporalmente, entre sus miembros, de forma instantánea y sobre una multiplicidad de medios de presentación, podemos constatar que esos intercambios son posibles y existen, pero que sólo algunos miembros de la sociedad pueden realizarlos, y que éstos no han experimentado transformaciones apreciables en sus modelos de relaciones, de actividades productivas o de comportamiento. Es decir, existe un intercambio electrónico creciente de información, pero éste está aún muy lejos de reflejarse en el modelo social.

Los responsables políticos han adoptado planes posibilistas para alcanzar la SI, basados en implantar los medios técnicos -redes y servicios- que faciliten esos intercambios a todos los miembros de la sociedad de forma fácil y asequible, con gran satisfacción de los agentes industriales tecnológicos sobre los que se ha cebado la actual crisis y en promover el uso de esos medios por la sociedad.

Esos planes están basados en desarrollar tres ies: Internet, integración e información. Internet, como medio técnico general de acceso y transporte de información. Integración, como medio técnico de independizar el tipo de información que se intercambie, y el tipo de red y de terminal que se utilicen. E Información, como elemento de consumo de interés social. Básicamente, se pretende promover la oferta, tanto técnica como de contenidos, esperando estimular el intercambio de información y consecuentemente la demanda de uso de esas redes y servicios y el consumo de terminales y otros dispositivos de tratamiento de la información.

Esto muestra cómo para promover la SI se está siguiendo en España un modelo de desarrollo industrial, antítesis de la SI. Y es que esos planes subestiman, en general, la dinámica social, esto es, que la sociedad reacciona ante los estímulos en función de factores muy diversos.

Algunos de ellos se tienen en cuenta en los planes en marcha (culturales, económicos), al promover 'Internet para todos', 'Internet en la escuela', o tarifas asequibles de los servicios. Pero otros son difícilmente tratables exclusivamente desde el lado de la oferta, por ejemplo, el valor, en el sentido más amplio, que los componentes de la sociedad, individuos o instituciones, puedan obtener de ese intercambio de información.

Algunos datos actuales sobre la aceptación de esa oferta muestran lo señalado (es muy similar en otros países de la UE). Un 75% de los ciudadanos dice no conocer Internet. Sólo un 36% usa un PC, aunque un 85% no lo consideran para acceder a entretenimiento. Sigue aumentando el número de internautas (22,7% entre los mayores de 14 años), pero su crecimiento se ha ralentizado desde mediados de 2001.

Se ha estabilizado la frecuencia de acceso, 12 veces al mes en promedio y el 50% una vez a la semana. Siete horas de conexión al mes, es decir, unos 14 minutos diarios en promedio, lo que muestra un uso general ocasional y muy particularizado (correo, noticias). Hay unos 900.000 usuarios con accesos de banda ancha, menos del 20% del total, pero esta opción, estimulada institucionalmente (modelo industrial), no hace aumentar la oferta de productos consumibles.

El 70% de las empresas dicen usar Internet, pero no he visto datos sobre sus perfiles de uso, lo que hace suponer que no es estratégico para su productividad (recuérdese la polémica sobre el acceso por los empleados, con lo difícil que debería resultar separar el uso particular del profesional en la SI). En conclusión, la sociedad parece no responder adecuadamente a los estímulos actuales, haciendo dudoso el alcanzar a corto/medio plazo el ansiado modelo social, lo que plantea algunas dudas sobre la rentabilidad económica del modelo industrial.

Por ello, hay que añadir tres nuevas ies al modelo: imaginación, para buscar nuevos estímulos que aporten valor; implicación, para que la sociedad participe en la elaboración del modelo, e ilusión, para perseverar en un camino largo e impreciso, sin olvidar una aplicación coordinada y con criterios de eficiencia de los cuantiosos recursos que la UE, el Gobierno y las comunidades autónomas están dedicando al modelo, combinada con una gestión eficaz de los mismos.

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