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Columna
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La ciberguerra

La guerra en Irak, la segunda Guerra del Golfo, pasará a la historia como la primera ciberguerra. El primer misil que los aliados enviaron a Bagdad fue un e-mail destinado a los mandos militares iraquíes, pidiéndoles que se rebelaran contra Sadam Husein, o que se rindieran, y anticipando así que estamos ante el primer gran conflicto bélico en el que Internet va a tener un papel de protagonista.

Internet es una poderosa herramienta de comunicación y de información, que también se ha convertido en un campo de batalla. En el pasado los grupos antiglobalización ya utilizaron la Red para sus movilizaciones, y ahora se repite la historia en las convocatorias contra la guerra, al tiempo que se multiplican los frentes y proliferan las webs contra la guerra y se utiliza masivamente para boicotear noticias, ideas y productos, o proponer denuncias. La e-movilización se multiplica en un ciberespacio que siempre ha sido vulnerable para cualquiera cibernauta con suficiente capacidad técnica.

Las ideas están entre las víctimas. El sitio del PP permanece prácticamente fuera de servicio tras sufrir un bombardeo virtual, para el que hay instrucciones tan precisas como eficaces en una web con dominio registrado en las islas Tokelau, en el Pacífico. El bombardeo continuo de mensajes repetidos ha sobrecargado las conexiones y los que intentan acceder al PP agotan los tiempos de espera sin conseguirlo.

La información también sufre, aunque hay una cara positiva. Internet está ayudando a mejorar espectacularmente la información que se recibe, especialmente la gráfica. Los periodistas disponen en esta guerra de ordenadores portátiles capaces de funcionar en condiciones extremas y de una telefonía móvil que no tuvieron hace diez años y que les multiplica su capacidad de transmisión.

Pero una empresa dedicada al alojamiento de páginas en Internet desconectó el sitio YellowTimes, por haber colocado fotografías de soldados estadounidenses capturados en Irak, y el de la cadena Al Yazira está fuera de servicio. Esta televisión árabe se había incorporado al Top 100 de los sitios más visitados en el mundo, pero al mismo tiempo pasó a ocupar el primer puesto entre los objetivos de los piratas informáticos, que lo anularon y hasta redireccionaron las llamadas que recibía a una autodenominada Milicia de Ciberfuerzas por la Libertad, mientras su home page pasaba a lucir un mapa de Estados Unidos con la bandera estadounidense como fondo y un texto que decía 'Let Freedom Ring' ('Viva la Libertad').

La intransigencia es una bomba antigua y puede ser un arma de destrucción masiva en los tiempos de Internet. Ya hay demasiados países en los que el mensaje 'su acceso ha sido negado' acompaña siempre a numerosas páginas de Internet, en los que está prohibido chatear y en los que usar el correo electrónico tiene un precio prohibitivo para la mayoría de sus ciudadanos. La censura de la Red está en consonancia con la falta de libertad en países como Corea del Norte, China, Cuba, Irak, Irán, Arabia Saudí... y así hasta 20, declarados por Reporteros Sin Fronteras como enemigos de Internet, por su talante represivo y por su repudio a la idea de una red abierta y accesible a todos.

Internet es uno de los instrumentos más poderosos que ha creado la humanidad, capaz de transformar la forma en que nos comunicamos, nos informamos, nos divertimos, hacemos nuestros negocio y, por lo que empieza a verse, participamos en la política. Navegar por el mundo con sólo pulsar un ratón se está convirtiendo en la mayor fuerza conocida de cambio e innovación.

Además relanza el poder de las personas como individuos, y por eso en su seno combaten dos fuerzas antagónicas, la que defiende la Red libertaria, y la que propugna su control y fiscalización, apoyada, en mayor o menor grado, por todos los Gobiernos.

Internet, por su configuración, es muy resistente a la censura, pero sí es posible desconectar servidores o establecer restricciones en los puntos de acceso local, y tras el atentado terrorista del 11-S incluso en los países más escrupulosos con la libertad de expresión están aflorando leyes, como la Patriot, que empiezan a dar amparo legal a las tecnologías de vigilancia y refuerzan el bando de los que apoyan la fiscalización de la Red.

Internet es un ámbito de libertad que por primera vez es protagonista en una conflicto bélico, y eso puede condicionar su futuro. Estemos vigilantes para evitar que esa libertad sea uno más de los llamados daños colaterales de la guerra.

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