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Futuro
Columna
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Los efectos de la intervención en Irak

El ataque a Irak reduce las incertidumbres, pero no las despeja. Antonio Morales analiza las consecuencias de la intervención y aconseja no perder de vista las bases de las economías

Antonio Morales. Director de renta variable de Morgan Stanley Red

niciada la intervención contra el régimen de Sadam Husein, cabe preguntarse por el impacto que, sin duda, se va a producir sobre la economía y sobre los mercados financieros.

El efecto más inmediato va a ser el de una caída en los niveles de incertidumbre que han atenazado a los inversores en los últimos meses. Aunque, obviamente, esto es una buena noticia, no queremos decir con ello que desde la madrugada del pasado jueves nos vamos a adentrar en un panorama despejado. Preocupaciones como la delicada situación del crecimiento económico global, una confianza de los consumidores en EE UU por los suelos o cuestiones que afectan sobre todo a inversores norteamericanos, como la situación en Corea del Norte o el terrorismo internacional, van a seguir impidiendo que muchos inversores realicen una apuesta clara por la renta variable.

Pero volvamos al análisis de las consecuencias de la intervención de EE UU en Irak. En mi opinión, creo que la desaparición definitiva de las tensiones en Irak conllevará una serie de efectos positivos tanto para la coyuntura económica en general como para los mercados financieros en particular.

En primer lugar, la estabilización del precio del crudo en niveles que oscilarían entre los 20 y los 25 dólares. No debemos esperar una caída tan drástica como la que se produjo en 1991, cuando el barril descendió desde los 40 hasta los 15 dólares, debido sobre todo a que los niveles actuales de reservas están en cotas muy bajas.

Creo también que la nueva situación aportará una mayor visibilidad a las empresas, lo cual debería repercutir favorablemente en los índices de confianza empresarial y en un escenario más propicio para volver a realizar inversiones.

Por su parte, el dólar debería continuar su tendencia al alza, volviendo a cobrar fuerza su valor como moneda refugio.

Finalmente, pienso que el comportamiento de los inversores debería tender a asumir nuevamente los benchmarks o referencias de inversión, lo que implicaría una reducción en las elevadas posiciones en renta fija y liquidez, en favor de la renta variable.

Como conclusión de lo comentado, creo que estos efectos provocarán subidas adicionales en las cotizaciones. Sin embargo, también pienso que la duración y la intensidad de las subidas será limitada.

No debemos perder de vista nunca los fundamentales de las economías, y la verdad es que cuando analizamos este terreno nos encontramos con una situación bastante negativa. Todavía persisten parte de los excesos cometidos por las empresas en tiempos de la burbuja, las tasas de ahorro son extremadamente débiles, preocupa el fuerte déficit que mantiene EE UU y cada vez se muestran menos tímidas las voces que advierten de riesgos deflacionarios, al menos al otro lado del Atlántico.

Aunque pienso que Bolsas como las europeas han descontado ya un escenario económico muy malo, también creo que todavía nos queda por atravesar algunos trimestres más de penurias en cuanto a cifras y datos macroeconómicos se refiere.

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