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Preguerra

Bush amplía el plazo de negociación con la ONU hasta la próxima semana

Las dificultades que encuentra Estados Unidos para convencer a sus tradicionales aliados para que convaliden su política respecto de Irak se renovaron ayer. En un tácito reconocimiento de que Bush no está teniendo eco en los países menores que integran el Consejo de Seguridad de la ONU, Powell admitió que su país podría actuar sin que ese organismo vote el texto de una segunda resolución para evitarse el trago amargo de una derrota flagrante.

'Las opciones permanecen abiertas. Votar y ver qué dicen los miembros (del Consejo) o no votar', dijo el secretario de Estado al definir el punto en el que se encuentra la situación. En una comparecencia ante un comité del Congreso en Washington, Powell fue incluso más allá al indicar que 'tenemos ante nosotros todas las opciones que se puedan imaginar y las examinaremos hoy, mañana y durante el fin de semana'. Una admisión cristalina de que EE UU ya ha decidido ampliar el plazo de las negociaciones diplomáticas que, pocos días atrás, habían sido cerradas por el presidente Bush.

La intervención de Powell tuvo lugar poco después de que la Casa Blanca, que hasta ayer insistía en la necesidad de votar este fin de semana la propuesta de EE UU, Gran Bretaña y España, reconociera que está dispuesta a postergar a la próxima semana una eventual votación de ese texto.

'El presidente está escuchando a nuestros aliados. Quiere dar a la diplomacia la cantidad de tiempo apropiada para tener éxito', dijo el portavoz de Bush, Ari Fleischer. Más allá de su reafirmación sobre la existencia de 'un límite a su esfuerzo' por parte de Estados Unidos, lo cierto es que esta ampliación de plazos y la inseguridad demostrada por Washington a la hora de definir el camino a seguir, son dos evidencias irrefutables del aislamiento que encuentra su política en el seno de Naciones Unidas y la oposición firme con la que se ha topado por parte de los grandes países europeos, Rusia y China, además de las masivas manifestaciones contra la guerra que se preparan para el próximo fin de semana en todo el mundo.

Aliados indecisos

Uno de los principales elementos, o quizá el fundamental, por el que se explica esta flexibilización de la política de Bush es, sin dudas, el debilitamiento interno del Gobierno británico. El primer ministro, Tony Blair, se enfrenta a una gran oposición no sólo en el país, sino dentro de su propio partido. Al retrasar la votación en el Consejo de Seguridad, la Casa Blanca busca ganar tiempo para darle aire a su aliado del Reino Unido.

¿De qué manera? Pues tratando de conseguir el voto favorable de los denominados 'países indecisos' que forman parte del Consejo. Se trata de México, Chile, Camerún, Angola, Guinea y Pakistán. Todos ellos siguen, en apariencia, negociando una propuesta de seis puntos que deberá cumplir Irak para evitar un ataque militar, que sería la base de la reformulación de la segunda propuesta que EE UU, Gran Bretaña y España presentarían ante el Consejo.

Si obtuviera el consenso de esas naciones, Estados Unidos podría presentar ante el mundo los nueve votos que necesita en el Consejo de Seguridad para legalizar un eventual ataque a Irak. En este caso, si bien Francia y Rusia pueden vetar el texto vota, Washington podría alegar que su política logró ser refrendada por el Consejo.

Sin embargo, Blair declaró ayer que una segunda resolución de la ONU que avale la guerra en Irak es 'ahora menos probable que nunca', dada la determinación de Francia y Rusia a bloquear toda iniciativa en este sentido. El primer ministro hizo este comentario al líder de la oposición conservadora, Ian Duncan Smith, con quien se reunió ayer. Según el parlamentario conservador, esa afirmación de Blair significa 'que la intervención militar es ahora más probable.'.

En cualquier caso, las idas y vueltas de Londres y Washington indican un creciente aislamiento del unilateralismo de Bush y minan la posiciones de Blair y de José María Aznar en España.

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