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Columna
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Crecimiento sin más empleo en EE UU

La contabilidad nacional estadounidense del cuarto trimestre de 2002 ha estado caracterizada por una notable disminución en el crecimiento del PIB debido a una moderación del consumo privado y a un descenso en las exportaciones, tras mostrar un comportamiento muy volátil a lo largo del ejercicio.

La eliminación de los incentivos a la financiación de la compra de automóviles ha influido negativamente y, de haberse mantenido, el crecimiento del consumo y del PIB habrían sido significativamente superiores. Este efecto es importante, pues la adquisición de bienes duraderos redujo su crecimiento del 22% en el tercer trimestre, al 7% en el cuarto. El brusco descenso no sería tan preocupante, en el sentido de que la fortaleza de trimestres anteriores estaba positivamente contaminada de los estímulos crediticios. De hecho, la reintroducción de tales incentivos en diciembre, ante la amenaza de cerrar el año con cifras de ventas muy reducidas, impulsó significativamente al alza el gasto en consumo de bienes duraderos en dicho mes.

Al margen de políticas puntuales, es claro que la economía estadounidense continúa en situación de débil crecimiento, insuficiente para crear empleo o para insuflar en consumidores y empresarios el optimismo preciso para impulsar el gasto en consumo y recuperar la inversión en equipos. Tan sólo el mercado inmobiliario, tanto de viviendas nuevas como ya existentes, continúa manteniendo una fuerte actividad, muy sostenido por los históricamente bajos tipos de interés.

La actual debilidad continúa reflejando el exceso de capacidad productiva instalada durante la bonanza de los noventa y el fuerte endeudamiento del sector privado, ante las expectativas de continuos crecimientos en los beneficios empresariales y en la renta y riqueza de las familias. La incertidumbre política está dificultando y retrasando la posible corrección de tales desequilibrios, pero no es su causa.

La recuperación precisa que el consumo mantenga una relativa fortaleza, mientras la inversión en equipos por parte de las empresas llegue a rebotar, lo que todavía no ha hecho. El tono negativo de las cuentas nacionales del cuarto trimestre estriba, precisamente, en el drástico enfriamiento del consumo, sin que la inversión haya dado muestras claras de recuperación. Sin embargo, hay alguna noticia positiva: tras caer durante dos años consecutivos, la inversión en equipos creció un 1,5% durante el cuarto trimestre, debido al aumento de un 5% de la inversión en equipos y software. La inversión en edificios de oficinas y plantas industriales, así como en equipamiento de comunicaciones, continúa descendiendo, pero ha reducido drásticamente su tasa de caída.

Más delicado es el contexto de deterioro del mercado de trabajo a lo largo de todos los sectores de actividad productiva. Las nuevas solicitudes de subsidio de desempleo repuntan, a la vez que desciende el número de puestos de trabajo anunciados en prensa, un buen indicador de empleo futuro, que se halla en su mínimo nivel en cuarenta años. Debemos seguir atentamente los datos laborales de los próximos meses, pues constituirán un excelente barómetro de la salud de la economía. La reducción de dos décimas en el último dato de tasa de paro es alentadora, pero podría deberse a algunos cambios en la realización de las encuestas laborales.

La inflación está contenida, y recientes repuntes en los precios de materias primas sugieren que tampoco la deflación es un riesgo. Ayuda, además, la debilidad del dólar, que importará algo de inflación a través de los bienes adquiridos en el exterior, cuya demanda continúa mostrando fortaleza. Las empresas van lenta, pero gradualmente, presentando mejores resultados, si bien en el caso de las empresas exportadoras, la peor situación cíclica de Europa y Japón es un importante freno. De hecho, el sector exterior ha restado unas décimas al crecimiento del PIB en el último trimestre de 2002.

Comienza a haber condiciones para una recuperación económica sostenida, pero necesariamente débil, pues para mostrar cierta fortaleza sería preciso que las restantes grandes áreas económicas se hallasen en una situación mucho mejor que la actual. A expensas de los desarrollos que puedan acontecer en el conflicto con Irak, cabe esperar una recuperación de la economía estadounidense en 2003, menos volátil y más firme que en 2002, y yendo de menos a más, desde un 1,5% durante el primer semestre a una cifra significativamente superior en el segundo, con una media anual del 2,5%. Este comportamiento será insuficiente para crear empleo, para lo que, lamentablemente, es muy probable que tengamos que esperar al año próximo.

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