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Columna
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El apagón analítico

Miguel Ángel Fernández Ordoñez

El cese de Miguel Sebastián como director del Servicio de Estudios del BBVA es de lamentar por todos los interesados en conocer la evolución de la economía nacional e internacional. España cuenta con bastantes buenos economistas y también con atractivos comunicadores, pero, cuando se busca la combinación de ambas capacidades, el número de individuos que pertenecen a ambos conjuntos disminuye notablemente. Miguel Sebastián reúne ambas cualidades a las que habría que añadir una tercera, su independencia, aunque, si bien se mira, esta es una condición indispensable para el rigor en el análisis.

Uno de los últimos hallazgos expresivos de Sebastián fue el de bautizar como 'apagón estadístico' la política del actual Gobierno de limitar la información económica a disposición de los analistas. La Seguridad Social ha dejado de publicar la ejecución de su presupuesto, que es nada menos que la mitad del sector público. Las cifras de paro registrado y de comercio exterior se hacen públicas cuando interesan para la propaganda y sin un calendario preestablecido. Nadie sabe dónde han ido los cinco billones de pesetas ingresados por las privatizaciones, ni tenemos información periódica sobre la inversión pública hecha fuera de Presupuesto, fundamentalmente la de obras hidráulicas o infraestructura ferroviaria.

Antes, cuando se producían cambios como consecuencia de las transferencias del Estado a las comunidades autónomas, las cuentas del Estado se presentaban homogeneizadas, pero llevamos dos años en los cuales el Gobierno oculta la homogeneización, con lo que hace imposible seguir la ejecución del Presupuesto.

Durante este apagón estadístico, los servicios de estudios independientes como el del BBVA nos han servido para compensar alguna de esas lagunas a base de estimaciones basadas en un trabajo riguroso. En cuanto al análisis, el servicio de estudios del BBVA, como sucede con los mejores, no ha acertado siempre, pero lo ha hecho muchas veces y en asuntos que merece la pena destacar.

El caso más reciente fue el de su análisis de la incidencia en la inflación de la entrada física del euro. Cuando el servicio de estudios del BBVA lo advirtió, el ministro de Hacienda vino a decir que era una tontería. Un año después el propio Gobierno ha tenido que reconocer que no era precisamente el señor Montoro quien tenía razón.

Aún más importante ha sido la sistemática advertencia sobre la necesidad de una política fiscal compensatoria que corrigiera los aumentos de demanda derivados de la reducción de tipos de interés que nos trajo la entrada en el euro. Si el Gobierno hubiera hecho caso al servicio de estudios del BBVA, nuestra inflación no habría duplicado la media europea.

Pero hay algo más preocupante que el cese de una persona, por valiosa que sea, en la dirección del servicio de estudios del BBVA, y es que pueda acabar siendo un paso más para amordazar el análisis independiente sobre la situación económica española.

Los análisis independientes no gustan a los Gobiernos, pero son útiles para el país. Sería lamentable que el actual Gobierno hubiera conseguido, una vez realizados los cambios oportunos en el BBVA, que la voz del servicio de estudios se apague, con lo que al 'apagón estadístico' habría que añadir un 'apagón analítico'.

Esperemos equivocarnos, pero vamos a seguir atentamente la producción del servicio de estudios en los próximos meses para comprobar si sus análisis difieren de los del Gobierno o son puramente serviles, o lo que es peor, si simplemente no se hacen públicos, lo que significaría el máximo grado de sometimiento a los políticos.

La sociedad española está pagando ya las consecuencias de una política de retraso en el uso de Internet y de recorte sistemático de información estadística. Si ahora la mano apagadora del Gobierno se extiende al análisis independiente de las instituciones privadas, habrá que preocuparse aún más. Ya dijo Gracián lo que nos espera: 'Hombres sin noticias, mundo a oscuras'.

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