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Columna
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La regla del cinco

Unos meses atrás los Gobiernos de los países de la UEM acordaron que el proceso de consolidación fiscal, por el que deberían mostrar un equilibrio en sus cuentas públicas, se retrasaría hasta 2006 en lugar de 2004 inicialmente previsto. Recientemente hemos conocido que la Comisión Europea ha activado el llamado 'procedimiento de déficit excesivo' para Alemania a la vista de que en 2002 superó en varias décimas el límite de un desequilibrio superior al 3% del PIB (3,8% según Eurostat). Hace poco menos de un año el Ecofin se abstuvo de activar el procedimiento porque el Gobierno alemán se comprometió a tomar las medidas necesarias para no superar la barrera del 3% y contó con la inestimable ayuda de un potente aliado, Francia.

El país galo, con un déficit previsto para el año que acaba de terminar del 2,8% del PIB, está ahora en situación parecida a la de Alemania a principios de 2002 y con perspectivas de superar el 3% este año. Pero la reacción francesa a la propuesta del Ecofin de activarle un 'procedimiento de alerta temprana' ha sido muy distinta a la alemana. Por decirlo de forma elegante, ha sido sorprendente. El Ejecutivo ha notificado que no acepta el requerimiento de que reduzca en medio punto porcentual del PIB su déficit estructural el próximo año ni el plazo en que debe mostrar unas cuentas públicas cercanas al equilibrio (2006).

Parece claro que Francia sienta un precedente peligroso sobre cómo interpretar y respetar ciertos acuerdos de la UEM y que descalifica a todas luces su sostenibilidad. Pero parece claro también que cuando los dos principales países de la UEM, aproximadamente el 50% del PIB de la zona del euro, encuentran dificultades tan significativas para reequilibrar sus cuentas públicas la reflexión sobre qué está pasando debería ir un poco más allá.

Posiblemente parte del problema tenga su origen en la incapacidad, y/o falta de voluntad de los Gobiernos para tomar medidas de ajuste del gasto (o incremento de los ingresos) suficientes en aras de mejorar el desequilibrio fiscal observado. Por otro lado, existen elementos que podrían, si no justificar, al menos arrojar luz sobre esta dinámica tan inesperada pocos años atrás.

La teoría -y el sentido común- indica que en una unión monetaria debería observarse cierta convergencia en precios de bienes y servicios de los distintos países a largo plazo. Dadas las rigideces nominales, uno esperaría que esta convergencia fuera al alza, hacia los precios de los países con niveles más elevados, que, al tiempo, suelen coincidir con los de mayor desarrollo. Si es así, y al responder la política monetaria de la zona euro a las condiciones de precios del área en su conjunto, existe el riesgo potencial de que la política monetaria sea demasiado restrictiva para estos últimos (Francia y Alemania en el caso de la zona euro).

Desde esta perspectiva, podría ser interesante disponer de alguna medida que combinase la inflación, el déficit público y el crecimiento del PIB -este último por entender que en cierta medida menores tasas de crecimiento se pueden asociar con aumentos del déficit público- de los distintos países y que permitiera resumir su situación. Una posibilidad es sumar la inflación, el déficit público (con signo positivo) y la tasa de crecimiento del PIB de los distintos países.

En condiciones normales, si aceptamos que el crecimiento potencial medio de la UEM es del 2,5%, que el déficit debería estar cercano al 0% (o 0,5%) y que la inflación no debería superar el 2% (hasta el 2,5% de margen, por si el BCE modifica un objetivo de estabilidad de precios tan ambicioso), esta suma no debería superar el 5-5,5. La llamaremos 'regla del cinco'. Aunque está claro que esta regla no identifica correctamente los problemas que puede tener una economía y que suman 'churras con merinas', puede entenderse como una señal que resume el estado de la misma. Para la regla del cinco, países con baja inflación, crecimiento raquítico y elevado déficit no tienen por qué estar peor que países con elevada inflación, crecimiento modesto y menor déficit. A largo plazo, tanto una elevada inflación como un elevado déficit o un bajo crecimiento son malas noticias. Por supuesto si la superación de la regla del cinco viene por un elevado crecimiento, bienvenida sea.

La tabla adjunta muestra, sobre la base de las previsiones de la Comisión Europea, la regla del cinco aplicada a los 12 países que constituyen la UEM. Cinco (mera casualidad) cumplen con la regla, Alemania e Italia la superan ligeramente, España y Francia alcanzan el 5,7. Los resultados no cambian mucho con relación a los países bajo 'alerta temprana', pero sin duda matizan las posiciones relativas.

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