El esfuerzo por tener vivienda
Al referirnos al acceso a la vivienda, en España la opción de compra es la preferida frente al alquiler, tanto en el caso de los jóvenes como para el conjunto de la población. Sin embargo, representa un considerable esfuerzo económico y muchos años de trabajo para la gran mayoría. Hay que destacar varios factores de dificultad.
En primer lugar, los requerimientos de ahorro previo a la compra. Las instituciones financieras suelen aplicar determinados límites a la hora de la concesión de los préstamos hipotecarios: 80%, aproximadamente, de la tasación de la vivienda. Lo que conlleva a la necesidad de un ahorro previo de un 20%. Ello, unido a los gastos derivados de la compraventa (notaría, registro, gestoría, IVA), estimados en un 10% del valor, supone unas necesidades de ahorro previo de en torno al 30% del importe de tasación.
Un reciente informe del Consejo Económico y Social de España (CES) estima, tomando la tasa de ahorro anual de la población española, que para una vivienda tipo de 100 metros cuadrados, en el supuesto de una pareja de jóvenes menores de 29 años, se requiere un plazo de años (13,2 años) para generar un ahorro previo.
Para el caso de un joven varón (un único preceptor) el periodo necesario para generar dicho ahorro previo pasa a ser de 25 años (24,9).
Por el contrario, si estamos hablando de una mujer, menor de 29 años, la cosa todavía se complica más. Una vez más, el hecho de ser mujer añade un plus de inconveniente para la adquisición de la vivienda por su menor salario. Sus necesidades de ahorro previo son todavía mayores: 28 años (27,9). Como segundo factor explicativo, habría que añadir los 15, 20 o 25 años correspondientes al resto de la financiación hipotecaria: 80% de tasación de la vivienda.
De este modo, en los próximos 28 años y si partimos de la hipótesis de que los compradores tienen 29 años, cuando alcancen la edad de 57 años habrán conseguido la propiedad de su vivienda de aproximadamente 100 metros cuadrados.
Pero debemos destacar que para estos jóvenes la autonomía económica depende de las rentas provenientes del trabajo como principal fuente de ingresos y se supone que podrán mantener estable su empleo para poder atender el pago regular de las cuotas de préstamo.
Según el citado informe, los jóvenes de la sociedad española tienen que dedicar gran parte de su vida laboral a la compra de una vivienda nueva ubicada en una ciudad media. Además, si la adquisición se plantea en ciudades como Madrid o Barcelona, donde en determinadas zonas un piso hoy tiene una valoración de 6.000 euros el metro cuadrado, y no nos referimos a pisos de lujo, la aventura deviene en epopeya.
Hay que analizar también cuál va a ser su situación financiera, en términos de renta, sus flujos monetarios durante esos 15 o 20 años de hipoteca. Es decir, que esfuerzo financiero deben realizar para afrontar esa hipoteca o, lo que es lo mismo, qué porcentaje de su renta salarial deben destinar para hacer frente a la cuota (amortización más intereses) de la correspondiente institución financiera.
Como ejemplo: si para el cálculo de la cuota tomamos como referencia el mibor medio para el ejercicio 2001 y solicitamos un préstamo hipotecario por una duración temporal de 20 años, tendremos que un joven, menor de 29 años, deberá realizar un esfuerzo equivalente a más del 70% de su renta, en el caso de ser varón, y cerca del 80% si es mujer.
Así se desprende del mencionado informe, que manifiesta: 'Existe una clara insuficiencia de los ingresos salariales de los jóvenes con relación a los precios residenciales, aún en el supuesto de que exista una continuidad de los primeros. Esta insuficiencia supone, por otra parte, que deban plantearse largos tiempos de ahorro previo para la compra de una vivienda'.
Y todo ello a pesar de los datos del Centro de Investigaciones Sociológicas, que revelan la importancia que los jóvenes atribuyen a la vivienda: el 97% de los entrevistados la considera muy o bastante importante en su vida.
En conclusión, muchos discursos oficiales sobre la compra de vivienda y los tipos de interés llevan enquistada una auténtica falacia. Obvian, deliberadamente, los valores absolutos de las viviendas y su relación proporcional con las remuneraciones salariales. Incluso obvian un factor fundamental: el esfuerzo medido en años de trabajo, la mitad de la vida laboral, que representa para la gran mayoría de la población a la hora de optar por la adquisición de una vivienda en propiedad.