El 'efecto hamburguesa' reaparece
Un puñado de sabios valientes intenta desde hace unos meses analizar con detenimiento los daños que para la economía del mundo tendría lo que se denomina ya efecto hamburguesa. El grupo de marras es muy reducido, porque se trata de poner contra las cuerdas, sin ambages, la política fiscal y económica de Estados Unidos.
¿Por qué efecto hamburguesa? Por criterios similares a los que en su día pusieron de moda otros efectos letales provenientes de los desarreglos económicos. Por ejemplo, el efecto tequila para definir la crisis que vivió México con la devaluación del peso; el efecto samba para definir crisis sucesivas en Brasil o el aún vivo efecto tango en Argentina.
Las primeras conclusiones, quizá un poco aceleradas, es que en la relación de efectos descritos hay una dependencia clara del capital foráneo. Estados Unidos es receptor neto de capital extranjero. Gracias a esa enorme capacidad de succión mantiene sobrevalorados los activos y la moneda, ésta ahora en periodo de corrección.
A nadie se le escapa que tanto Latinoamérica como otras áreas económicas emergentes han necesitado la entrada constante de dinero extranjero para mantener ritmos de crecimiento significativos. No puede olvidarse, también, que antes del estallido y la penalización de estos mercados las monedas locales alcanzaron niveles de sobrevaloración excesivos.
En este recorrido se observa una clara aversión al ahorro, tanto en Estados Unidos como en los países emergentes y, asimismo, desprecio a las disciplinas fiscales. Hay coincidencia, también, en los niveles desmesurados de consumo interno cuando lo permite el entorno.
Ahora que McDonald's anuncia pérdidas por primera vez en su historia, los mercados del mundo se estremecen y comienzan a considerar que los reajustes llegan a EE UU.