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Tribuna
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Los cambios en el capital riesgo

Muchas cosas han cambiado en la actividad del capital riesgo desde que empezamos hace 30 años. Su dimensión ha aumentado de forma espectacular desde que nació en EE UU, financiada por particulares. Desde entonces, hemos pasado a tener una industria con respaldo institucional, que ha trascendido el ámbito nacional y el regional para convertirse en global. Y, sin embargo, creo que todavía no estamos más que ante una industria incipiente.

La diferencia entre renta variable no cotizada y cotizada ha empezado a estrecharse. Las mejores firmas de capital riesgo llevan muchos años generando una alta rentabilidad de forma consistente. Los inversores empiezan a preguntarse por qué deberían considerar que el riesgo de esta clase de activo es mayor que el de la renta variable cotizada. Si tenemos una cartera diversificada, experiencia en los distintos sectores y representación en el consejo de administración de un negocio en el que tenemos una participación importante, ¿por qué no deberíamos obtener una rentabilidad mucho mayor comprando una compañía no cotizada con un horizonte de largo plazo, que comprando acciones de grandes compañías cotizadas?

A la vista de la larga trayectoria de los líderes del sector de capital riesgo no hay ninguna razón para que, en el futuro, los inversores institucionales no aumenten sustancialmente sus inversiones en el mismo. Aunque puede parecer difícil después de la tendencia bajista de los dos últimos años, con el tiempo podrían asignar entre el 15% y el 20% de sus activos totales al capital riesgo: más del doble de la proporción que se invierte actualmente en EE UU.

En el núcleo de toda nuestra actividad está la iniciativa empresarial. En comparación con Europa, lo que ha demostrado EE UU, durante los últimos 25 años, es la enorme potencia de la iniciativa empresarial como motor del crecimiento. Se ha creado un gran número de puestos de trabajo en nuevas áreas tecnológicas, como semiconductores, ordenadores personales y biotecnología, y la posición competitiva del país entero ha mejorado enormemente.

Los políticos de toda Europa se han dado cuenta de que si se acaba con los monopolios, se estimula al emprendedor y se reduce la intervención del Estado en la economía, se genera una mayor riqueza general. Pero no basta con esto, hay que hacer algo más: es necesario desarrollar pools de capital, centros de excelencia en investigación y desarrollo, grandes compañías y universidades dispuestas a invertir en ideas nuevas y equipos tecnológicos que aglutinen todos estos elementos.

Aquí tenemos nuestro círculo virtuoso en marcha: la puesta en común de los emprendedores y el capital riesgo para generar riqueza, puestos de trabajo y crecimiento. Durante los últimos 30 años se han realizado grandes esfuerzos para lograr el crecimiento y el éxito de la industria del capital riesgo. En el futuro, la economía global en su conjunto se verá mucho más influenciada que hoy por la iniciativa empresarial, la innovación y el capital riesgo.

El éxito genera responsabilidad y tendremos que asegurarnos de que nuestros esfuerzos se encaminan a afrontar con éxito los riesgos de nuestro tiempo.

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