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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Bush atiza el petróleo

Tan sólo una amenaza contra Irak del presidente de EE UU, George Bush, bastó ayer para que el precio del petróleo se disparara en el acto más de un dólar y alcanzara momentáneamente los 29 dólares por barril de brent y 31 en el crudo de referencia en el mercado estadounidense. La reacción del precio del crudo a las palabras de Bush de ayer deja entrever el fuerte impacto que puede tener sobre el mercado el cada vez más probable conflicto bélico contra Irak y eleva el temor a las repercusiones que el encarecimiento de los costes energéticos puede tener sobre una economía renqueante.

Que el cerco sobre Irak se estrecha día a día es evidente. El ministro de Defensa de Reino Unido, Geoff Hoon, confirmó ayer ante el Parlamento que las tropas están realizando preparativos de contingencia en la zona en previsión de un posible ataque sobre el que no se informará previamente al Congreso. Si tomamos como precedente la guerra del Golfo de 1991, los ataques se iniciaron en enero, concretamente el 17, por la conveniencia de las condiciones climáticas.

Pero a diferencia de entonces, la economía mundial atraviesa un momento de incertidumbre que mantiene en vilo a los inversores por la falta de garantías sobre la recuperación. Un conflicto bélico dispararía, cuando menos de forma temporal, los costes energéticos, un elemento que dificultaría aún más la reactivación económica. Las autoridades estadounidenses no han expresado, en ningún momento, su preocupación por las repercusiones económicas del conflicto. Más aún, han descartado que la economía vuelva a entrar en recesión como consecuencia del conflicto, tal y como sucedió en 1991.

Por el contrario, Washington sí ha alertado del posible efecto de la crisis venezolana sobre el suministro de crudo. Venezuela es el quinto exportador mundial de petróleo, al que EE UU compra casi el 14% del total de sus importaciones. Las empresas estadounidenses comienzan a sufrir las consecuencias de la paralización de la industria petrolera venezolana, lo que ha llevado a las autoridades a estudiar la conveniencia, de momento descartada, de recurrir a las reservas estratégicas para garantizar la oferta de combustible. Lo peor de esta situación, al margen de su coincidencia en el tiempo con la mayor tensión sobre Irak, es la falta de perspectivas de un final próximo a la huelga de Venezuela, que en los últimos 17 días ha paralizado el país y ha agravado la fractura de una sociedad dividida. De momento, el país apenas alcanza a exportar el 15% de su producción normal.

Esta crisis energética sí ofrece elementos novedosos a este lado del Atlántico. La cotización del euro se ha venido apreciando notablemente las últimas semanas y la factura del petróleo, que cotiza en dólares, ha podido compensar parte del alza del precio con la revalorización de la divisa. Pese a todo, la situación resulta preocupante para la economía mundial. Habrá que seguir atentos a las palabras de Bush.

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