La fábrica del orbe
Esa es la exclamación que utilizaban en el siglo XVII para describir la terrible situación de recesión económica en que estaba viviendo Europa tras la Guerra de los Treinta Años: '¡La fábrica del orbe está para caer!' Tras la pausa del mes de agosto, la situación en las Bolsas de todo el mundo ha tomado de nuevo tan mal cariz que, a veces, los titulares de prensa o los comentarios más pesimistas empiezan a rozar el dramatismo de esa expresión. A pesar de que la situación económica, con ser delicada, no está, ni de lejos, para dramatizaciones semejantes. Simplemente, parece que estamos entrando en un nuevo ciclo en el que la amenaza de estancamiento económico va a ser permanente; con los índices de las Bolsas desplazándose en un gran movimiento lateral y entre grandes altibajos; con apariencia de no estarse dirigiendo a ninguna parte.
De hecho, por la experiencia de los últimos 100 años, parece que las Bolsas marcan periodos de alrededor de 18 años en los que, de forma alternativa, o bien suben fuertemente o bien se mantienen sin una dirección clara y, al final del ciclo, están más o menos en los mismos niveles que al principio. Tal ha sido el caso de los dos grandes periodos que van de 1965 a 1982 y de 1982 a 2000. En el primero, el índice Dow Jones empezaba y terminaba en 1.000 puntos, tras haber pasado por grandes oscilaciones (48% de pérdida entre 1973 y 1974 u 88% de ganancia entre 1975 y 1976). En el segundo, la historia es bien conocida, el Dow Jones pasaba de 1.000 a casi 11.750 puntos. Es decir, una ganancia del 1.075%.
Si nos remontamos hacia atrás, 1947, 1929 y 1915 parecen iniciar periodos alternativos de subida y bajada de las Bolsas. La historia del índice Dow Jones no va más atrás de 1897. Entre esa fecha y 1915 hace un lento movimiento ascendente, también con fuertes oscilaciones.
Parece que estamos entrando en un nuevo ciclo en el que la amenaza de estancamiento económico va a ser permanente
¿Se puede hablar de una regularidad en el ritmo con el que se suceden los ciclos económicos o toda especulación sobre ellos es pura construcción mental? Numerosos economistas han dedicado sus esfuerzos a tratar de entenderlos y a intentar encontrar esa regularidad: Nikolai Kondratiev los ligaba a las innovaciones tecnológicas y su ciclo era de 25 años; Clement Juglar hablaba de un ciclo intermedio de nueve años; Joseph Kitchin creía en un ciclo corto, de tres a cinco años, ligado a la rotación de los inventarios; Schumpeter trató de elaborar una explicación ecléctica y Gustav Cassel los asociaba a la fluctuación contracíclica del precio del oro.
¿Qué puede hacer el partícipe de fondos en una situación tan complicada? Desde luego, si opta por la renta variable, y tras la experiencia de estos tres últimos años, una medida prudente sería invertir en fondos que repliquen un índice y que tengan bajas comisiones. Al invertir en un fondo índice sabrá siempre qué composición tiene la cartera de su fondo, dado que ésa es una información pública, sin tener que esperar a que le llegue el informe trimestral de la gestora. Podrá replantearse la inversión, si el valor liquidativo no se ajuste a lo que el índice está haciendo. Por no hablar de la capacidad de, en cualquier momento, y si está acumulando plusvalías, pasarse a un fondo de dinero y decidir qué hacer después. Esto, que se dice tan fácilmente, pero que es muy difícil de hacer bien, será posible sin tener que tributar por ello a partir del 1 de enero próximo.