El aumento de la tensión política condiciona la reunión de la OPEP
El secretario general de la OPEP, Álvaro Silva, ya ha transmitido a los clientes de la organización que el cartel no está dispuesto a aumentar las cuotas de producción de la OPEP-10 (Irak está excluido) de 21,7 millones de barriles diarios, el ritmo más bajo en una década. Los expertos creen que, de producirse un aumento, éste sólo serviría para oficializar la oferta real del cartel, que supera en cerca de dos millones de barriles diarios la cuota oficial.
El componente político será el centro del encuentro. 'æpermil;sta reunión va ser mucho más difícil que todas las anteriores', señala Manouchehr Takin, del Centro de Estudios Globales de la Energía (CGES, en sus siglas en inglés). 'La OPEP tendrá que conciliar la presión de EE UU con la de sus propios pueblos y la realidad de que la demanda mundial de petróleo permanece muy débil', señala Takin.
'Los efectos de una eventual suspensión del crudo de Irak serían muy limitados, ya que podrían ser fácilmente sustituidos. Pero, ¿qué sucedería si Husein decide vengarse de la pasividad árabe atacando los pozos de petróleo de Kuwait o de Arabia Saudí? El efecto sería terrorífico, el precio del barril se dispararía más allá de los 40 dólares', afirma Mamdeuh Salameh, experto del Oxford Petroleum Institute y asesor del Banco Mundial.
Las relaciones con EE UU
Arabia Saudí proporciona a EE UU 1,5 millones de barriles diarios de crudo, según la patronal estadounidense, lo que supone un 13% de las importaciones. Aunque Salameh está 'convencido' de las buenas relaciones entre saudíes y estadounidenses, el experto afirma que 'los países árabes están en contra del ataque a Irak, lo que podría llevar a la OPEP a ignorar las presiones de los precios'.
'Hay un escenario posible, el de los países árabes afrontando manifestaciones y sabotajes locales; los precios se dispararían', reconoce Takin. 'Existe la percepción clara en el mundo árabe de que EE UU quiere reorganizar la región o replantearse su estrategia para reducir su dependencia de la zona', afirma un analista de un banco español. Goldman Sachs da una 'probabilidad del 30%' a un escenario en el que EE UU logra una rápida rendición de Irak y controla el crudo. Aun así, el banco reconoce que 'la evolución del precio dependerá de los otros productores'.
La producción de la OPEP representa el 40% mundial. La Agencia Internacional de la Energía (AIE), dependiente de la OCDE, instó esta semana al cartel a que incremente su suministro si no quiere poner en peligro la recuperación económica global. El precio del barril de brent, el indicador europeo, ha crecido este año un 36%, hasta 28,3 dólares, sembrando la preocupación.
Occidente busca alternativas. La más inmediata, Rusia, segunda exportadora mundial, es incierta. La AIE estima que el 72% de sus reservas están en Siberia, en yacimientos pequeños, profundos y de baja rentabilidad. El 40% del crudo que importa la Unión Europea procede de la OPEP, en EE UU, es el 38%. Con esas premisas, el cartel toma consciencia de su poder.
Retraso económico y social del mundo árabe
La parálisis política y la falta de reformas para crear un sistema económico moderno atenaza al mundo árabe y agudiza la división entre la elite y la sociedad, según advierte el informe Competitividad en el Mundo Árabe, elaborado por el World Economic Forum (WEF).
El reportaje pronostica un crecimiento del PIB regional inferior al 3%, lo que supone un resultado peor al de los dos últimos años. El informe señala que en los últimos 25 años sólo el África subsahariana ha tenido un desempeño económico peor.
El director del programa de competitividad global del WEF, Peter Cornelius, citó como ejemplo que el PIB per cápita en Arabia Saudí, el mayor exportador de petróleo del mundo, se ha reducido a la mitad en los últimos 20 años. Los países árabes afrontan así una difícil ecuación: explosión demográfica y progresivo agotamiento de los recursos naturales. La población de la región, 290 millones de habitantes, se duplicará en 30 años. El WEF estima que, con ese ritmo demográfico, sólo un crecimiento del PIB del 5%-6% podría asegurar la creación del empleo.
Entre las lacras que impiden el desarrollo económico, destacan la corrupción política, las trabas burocráticas, el proteccionismo arancelario, la falta de transparencia financiera y la ausencia de un marco jurídico de garantías.
A esta falta de reestructuración se suman los problemas sociales que conforman el polvorín árabe: déficit en el respeto a los derechos humanos, promoción de la mujer y adquisición de conocimientos.