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Futuro
Columna
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Incertidumbres y oportunidades

Toda crisis ha tenido su escándalo. Antonio Morales recuerda a los inversores que tienen la oportunidad de comprar acciones de compañías sólidas a precios interesantes por primera vez en años

Los escándalos financieros y los casos de fraude están produciendo tal morbo en la población que, de seguir esta línea, la prensa salmón va a desbancar a la prensa del corazón en las playas y las piscinas durante este verano.

Los escándalos que florecen cada día son vergonzosos, y desde luego, graves; sin embargo, no justifican la aversión a la renta variable que parece estar produciéndose.

Analizando las características en común que han tenido todas las grandes crisis que ha vivido la historia no tan reciente, remontándonos incluso a la fiebre del ferrocarril en 1840, el crac de 1929 y la moda de los bonos basura, por poner algún ejemplo, observamos que en todas ellas se han producido escándalos similares y en proporciones parecidas. De hecho, en algunas ocasiones los casos de corrupción y de enriquecimiento ilícito fueron aún mayores. También es cierto que la popularidad de la Bolsa, el porcentaje que ésta suponía sobre el total del ahorro de las familias, ha crecido de forma sustancial, es decir que lo que antes estaba reservado a unos pocos, es ahora algo realmente popular y, por lo tanto, las consecuencias también son diferentes.

Sin embargo, una y otra vez a lo largo de la historia, como hemos repetido en infinidad de ocasiones, el sistema ha demostrado una increíble capacidad para recuperarse y reformarse desde dentro, con su reflejo correspondiente además en el mercado bursátil.

Es cierto que los interrogantes producidos por las cuestiones contables en las empresas de primera línea que hemos conocido, como Enron, Worldcom, Merck o Vivendi, por citar alguno de los más significativos, necesitarán meses para aclararse, al menos hasta que se presenten las memorias de 2002; es decir, hasta finales del primer trimestre del año que viene, pero también es verdad que los reguladores deberán acometer reformas y los responsables de compañías se sentirán presionados para aclarar las situaciones de cada compañía.

Ahora bien, una vez que la situación se normalice, cuando hayan desaparecido empresas provocadoras de escándalos financieros, habrá desaparecido con ellas la competencia desleal, y el entorno será mucho más favorable para las que sobrevivan cumpliendo las normas. Aunque el conservadurismo que lógicamente se producirá limitará en alguna medida el techo de los beneficios empresariales.

De cualquier forma, la opinión generalizada en Europa es que los fallos detectados en la gestión de algunas empresas de Estados Unidos, donde hasta el momento se ha producido mayor número de escándalos, representan un problema estructural para el conjunto de la economía estadounidense.

Los periodos de gran incertidumbre suelen brindar grandes oportunidades de inversión. Ya el pasado septiembre resultó rentable aprovechar la oportunidad, y ahora, los inversores deberían volver a verse recompensados. No podemos estar seguros de que vamos a comprar en el mínimo pero sí de que lo estamos haciendo en un buen momento.

Los inversores tienen la oportunidad de comprar acciones de compañías sólidas a precios interesantes por primera vez en varios años.

Incertidumbre es sinónimo de oportunidad, y aunque estemos veraneando, debemos estar atentos para aprovecharla.

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