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Columna
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Escándalos en las empresas cotizadas

La contabilidad creativa empleada por algunas empresas ha hecho tambalear a la Bolsa. Parecía que el escándalo Enron era un hecho aislado, pero a él han sucedido los de Worldcom, Xerox, Global Crossing, Tyer International, Dynergy, Adelphia Communications, y otras muchas empresas que están en el punto de mira. Se ha dicho que el asunto quedaba localizado en Estados Unidos, que tales hechos no podían darse en Europa y lo mismo se ha dicho respecto a España. Pero he aquí que acaba de saltar en Europa el caso Vivendi y se ha publicado que Cable & Wireless, KPN Qwest y Elan no están fuera de sospecha.

Ha causado enorme estupor que siendo los sistemas americanos de contabilidad y control ejemplos a seguir, de forma tal que las empresas europeas tenían que adaptar la presentación de sus estados financieros a los americanos para que fuera autorizada por la SEC su cotización en la Bolsa americana, hayan ocurrido los maquillajes contables que han llevado a los inversores a una desconfianza absoluta en el comportamiento de las sociedades que cotizan en Bolsa.

¿Quiénes han sido los causantes del desastre? En primer lugar, los consejos de administración, constituidos, por lo general, por personas ligadas a los presidentes, sometidos a sus directrices, cuyo principal mérito es no crear problemas, sin tener criterios independientes y en los que, por lo general, su profesionalidad no es uno de sus méritos más relevantes. Han adjudicado trabajo de consultoría a las empresas que estaban realizando la auditoría, quizás tratando de recortar sus garras en la opinión que tenían que emitir sobre sus estados financieros.

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Los escándalos que están sucediendo aparecen salpicados de los nombres de los más altos directivos de las empresas, que en muchos casos permitieron irregularidades e, incluso, impulsaron la adopción de medidas que les beneficiaban particularmente; mucho se ha hablado de las opciones de compra de acciones por los directivos y de las estrategias diseñadas por ellos mismos para hacer subir el precio de las acciones en los mercados de forma irregular.

Directores financieros, controllers y contables no sólo no se han opuesto a los maquillajes contables, sino que a veces han ideado lo que se conoce como contabilidad creativa, haciendo posible una presentación de resultados alejados de lo que realmente sucedía. En la mayor parte de los escándalos aparecidos se encuentran implicadas las empresas auditoras que han dado por buenos los estados financieros, sin formular salvedad alguna, e inclusive en algunos casos han coadyuvado en la búsqueda de trucos contables para tapar los agujeros negros de la mala gestión, por decirlo suavemente, del consejo de administración y de los directivos.

El grado de correlación que ha podido darse entre auditoría y consultoría realizadas por la misma empresa y los escándalos surgidos en las sociedades cotizadas en Bolsa deberían ser objeto de una investigación profunda, aunque de la información aparecida en la prensa parece deducirse que los auditores se dejaron limar sus garras ante apetitosos proyectos de consultoría. ¿Cómo es posible que fallos contables tan descarados y de tal magnitud como los que han sido señalados en la prensa se les escapen a las auditorías más señeras y de mayor prestigio? Algo ha tenido que ocurrir, que los supervisores deben aclarar a la mayor brevedad, en aras de la transparencia de los mercados financieros.

En los eslabones que han dado lugar a una tragedia de descomunales proporciones para los inversores debemos citar a los analistas financieros que venían aconsejando la compra de acciones de empresas que al mes, más o menos, han entrado en situación de quiebra. ¿Cómo es posible que suceda esto a expertos acostumbrados a analizar y detectar fallos en los estados financieros? ¿O es que realmente sus consejos son interesados y lo que hacen no sirve para nada más que para desorientar a los inversores? Se ha llegado a proponer la separación entre analistas y banca de inversión.

Otra cuestión que parece desprenderse del análisis de los escándalos acaecidos es que los supervisores y los reguladores han actuado laxamente en el ejercicio de sus funciones, ya que no es explicable que hechos tan graves como los que aparecen en la prensa no hayan sido detectados por la SEC (la Comisión del Mercado de Valores en Estados Unidos) ni por la FASB, que por delegación de la SEC actúa como órgano regulador contable en Estados Unidos. No se trata de una sola empresa que haya vulnerado la legalidad, sino de las empresas que podían considerarse referentes en varios sectores.

Se ha dicho que la financiación de las sociedades a través de los mercados de capitales ha roto su vínculo con los bancos, que en épocas anteriores ejercían un cierto control sobre aquéllas para asegurarse del reembolso de los préstamos que les concedían. No creo que sea un argumento con fuerte base, ya que las quiebras de muchas de las empresas protagonistas de los últimos escándalos han puesto en grave peligro a varias instituciones financieras.

A mi entender, la causa de lo sucedido hay que buscarla en la falta de una cultura de honestidad y de patrones éticos. Hoy día todo vale, el enriquecimiento fácil y sin escrúpulos se ha convertido en un mito y en tal ambiente es difícil hacer frente a las tentaciones del vellocino de oro. Ha sobrevenido una crisis cultural y ética de la sociedad. ¿Quiénes están soportando las consecuencias del derrumbe de las grandes sociedades por falsedades contables?

La incertidumbre y la inquietud se han apoderado de los inversores que han visto cómo valores que poseían de empresas consideradas como señeras han perdido prácticamente su valor, convirtiéndose en valores basura. Los que todavía pueden encuentran la única salida posible, ante tanta falsedad, en la venta, con lo cual la falta de credibilidad en la Bolsa se acentúa, y el descenso no parece tener fin. Los mercados financieros se tambalean, pues al fracaso de las inversiones en empresas tecnológicas se han unido ahora los escándalos de los maquillajes contables de las sociedades que cotizan en Bolsa.

Los escándalos derivados de la contabilidad creativa han afectado a los bancos, ya que muchas de las empresas mencionadas se encuentran fuertemente endeudadas con los mismos, a lo que se han unido los efectos de la crisis de América Latina, dando lugar a que el precio de sus acciones hayan experimentado fuertes descensos en las bolsas. Los fondos de inversión y de pensiones han sido igualmente afectados por los escándalos del fraude contable, ya que sus carteras contienen valores de las empresas maquilladoras de sus cuentas. Aquellos que pensaban que sus ahorros les iban a proporcionar una vejez libre de todo riesgo económico al tener asegurada su pensión, se encuentran con la triste realidad de la pérdida de parte de su capital.

La pérdida de credibilidad de los inversores es grande, ya que lo ocurrido no es una equivocación, sino una actuación con ánimo de fraude. En nuestro próximo artículo expondremos las medidas que deben adoptarse para que no vuelvan a producirse hechos como los que hemos analizado.

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