Invitación a Camp David
Un día después de la comparecencia pública en la Casa Blanca de los presidentes de EE UU, George Bush, y de la comisión Europea, Romano Prodi, en compañía de José María Aznar, el diario The Washington Post, dedicaba buena parte de sus páginas de opinión a la reciente visita del vicepresidente de China, Hu Jintao. Durante toda la semana, el que se supone que será el sucesor del primer ministro, Jiang Zemin, mantuvo ocupados a periodistas y analistas políticos y económicos que trataban de conocer mejor a este misterioso personaje de un país al que EE UU mira con respeto y recelo. Who is Hu? (un juego de palabras en inglés para preguntar ¿Quién es Hu? pero que fonéticamente puede sonar como ¿Quién es quién?) fue la pregunta que más se ha escuchado en estos días.
La visita de Aznar, en su calidad de presidente de turno de la UE, despertó menos interés que la de Jintao. En cierta medida porque ya se adelantaba que, pese a todos los problemas que separan a EE UU de la UE, estos dos bloques son aliados y porque como dijo a varios medios el experto en relaciones Europa / América, Philips Gordo, del Washington Brookings Institution, aunque las tensiones 'no han desaparecido, la realidad es que estas cumbres no son el lugar donde EE UU y Europa pueden resolver sus diferencias; mucho de nuestro trabajo en Europa se dirime con británicos, alemanes y franceses'.
Ante la prensa ambos presidentes se presentaron con un mensaje positivo del que no se alejaron y que Aznar volvió a manejar cuando se le preguntó por las tirantes relaciones comerciales. Pascal Lamy, comisario de comercio, mucho más serio, prefirió no contestar a las preguntas de los periodistas y solo Prodi puso tímidamente el dedo en la llaga (el proteccionismo y el unilateralismo de EE UU). Lo más evidente de este encuentro fue la demostración de la buena química que une a Bush y Aznar a quien el presidente de los EE UU llamaba en público José María. 'España está tratando de entrar en el grupo de los elegidos en Europa' aseguraba Gordon.
Esa declaración de amistad se selló con la invitación del presidente estadounidense a Aznar, su esposa, Ana Botella (que fue aludida por Bush como la primera dama) y parte de su comitiva a la residencia oficial de Camp David donde son acogidos aquellos que tienen una relación privilegiada con el inquilino de la Casa Blanca. Con su invitación el pasado viernes y la mañana del sábado a Camp David, Bush respondía además a la invitación al 'rancho' toledano de Aznar en su primera visita a España. Lo cierto es que hay otro destino más atractivo para los amigos de Bush, su rancho tejano de Crawford donde han estado Tony Blair y el príncipe Abdula de Arabia Saudí.
Durante las cuatro horas a solas con Bush en esta residencia de descanso, Aznar habló de Argentina, Colombia y Venezuela, entre otros temas. Fue un viernes intenso pero agradable para el jefe del Gobierno español, que comenzó el día con un desayuno con la prensa en el que llegó a hablar de sí mismo en tercera persona al repasar con complacencia los logros de su Ejecutivo.
Ya había dado una conferencia en la Universidad John Hopkins en la que insistía en la necesidad de profundizar en las relaciones entre Europa y EE UU. El mensaje era claro, no busquen en Europa un contrapeso al poder de EE UU, estamos de su lado. Es posible que en otros países no se rubricara la idea con tanto entusiasmo. Al ministro francés de Exteriores, Hubert Vedrine, que calificó de 'simplista' la política exterior de Bush, le costaría más.