La UE apuesta por armonizar la base imponible del impuesto de sociedades
La UE debe permitir a las empresas que operan en varios Estados miembros saldar sus cuentas fiscales de modo consolidado (y no país por país) gracias a la armonización de los criterios para definir la base imponible. Este objetivo es innegociable para la Comisión Europea, pero su consecución, según el comisario Frits Bolkestein, 'suscita complejos problemas técnicos y políticos' que sólo pueden resolverse con un amplio debate.
Más de 550 expertos fiscales asistieron ayer en Bruselas a la primera jornada de una magna conferencia que concluye hoy y que aspira a ayudar a la Comisión Europea (CE) a desbrozar el camino hacia una base imponible común en toda Europa.
Para Jan van der Bijl, presidente del grupo fiscal de la Unión Europea de Confederaciones Empresariales (Unice), 'lo más importante es que podamos utilizar una base consolidada común', cualquiera que sea el camino para conseguirlo. En la actualidad, las empresas europeas pueden llegar a soportar 15 regímenes fiscales distintos, obligándoles a presentar su cuenta de resultados en cada país de la UE y someter sus beneficios a 15 impuestos sobre sociedades diferentes. El caos fiscal, que aumentará tras la ampliación de la UE, dificulta las fusiones transfronterizas y las operaciones comerciales dentro de un mismo grupo empresarial.
Bolkestein promete que la definición de una base fiscal consolidada, común a los 15 Estados de la UE, reducirá los costes de las empresas, eliminará los problemas en el cómputo de las operaciones entre la empresa matriz y sus subsidiarias y permitirá compensar fiscalmente las pérdidas en un país con las ganancias en otro.
'El nuevo sistema, cualquiera que sea la opción que se adopte, deberá prever un sistema de redistribución de los ingresos entre los Estados miembros', advierte Edward Troup, de la Asociación de Fiscalidad Internacional.
La pérdida de ingresos fiscales inquieta en ciertos países, entre ellos España. El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, aprovechó su intervención para pedir prudencia y recordar que 'la armonización fiscal no es un fin en sí mismo, sino que tiene un carácter instrumental'. Para el titular español resulta imprescindible que se garantice la estabilidad de los recursos de las haciendas públicas.
Hervé le Floch Louboutin, del ministerio de Finanzas francés, se niega a excluir la armonización total como una de las opciones viables. Le Floch desarma, en cambio, la lógica de una imposición en destino con arreglo a las normas fiscales de origen. Este modelo permitiría que los beneficios de una empresa alemana, por ejemplo, en España tributasen con arreglo a la legislación de aquel país pero con el tipo de imposición fijado por Hacienda. Le Floch duda que este solapamiento de legislaciones sea admisible 'políticamente'. El Parlamento Europeo sí considera posible esa opción, según explicó el parlamentario italiano, Benedetto della Vedoba. La patronal de la pequeña y mediana empresa (Ueapme) también se decanta por este sistema. La divergencia se torna casi en unanimidad cuando se trata de preservar la soberanía nacional para fijar los tipos de imposición. La mayoría de los asistentes consideran saludable una cierta competencia entre las Administraciones que incentive la reducción de la carga fiscal de las empresas. Emilio Gabaglio, de la confederación europea de sindicatos, lamentó, sin embargo, que Bruselas haya renunciado a proponer un tipo mínimo.