La recuperación japonesa ha de esperar
Antonio Carrascosa y Rafael Muñoz se muestran escépticos sobre una inmediata recuperación de la economía japonesa. Sin embargo, apuntan, se puede considerar que Japón está tocando fondo un trimestre antes de lo previsto
Coincidiendo con el comienzo de la primavera, se ha extendido la idea de que la recuperación de la economía japonesa también ha empezado. La evolución positiva de algunas variables ha desencadenado una especie de euforia económica primaveral. Vamos a ver cómo la euforia desatada tiene pocos fundamentos económicos y por qué creemos que es todavía prematuro pensar que la recuperación de la economía japonesa ya ha comenzado.
Entre las noticias que más han destacado últimamente está la espectacular subida del índice Nikkei 225, que pasó de un valor de 9.420, el 6 de febrero, a 11.919, el 11 de marzo, es decir, un aumento de casi el 30% en poco más de un mes. Esta subida ha sido especialmente llamativa si recordamos que, durante 2001, el índice retrocedió un 24%, y ha desatado una ola de optimismo al considerarla indicador adelantado de la recuperación en Japón.
¿A qué se ha debido este rally del Nikkei? Pues básicamente a factores coyunturales asociados, fundamentalmente, al cierre el 31 de marzo del año fiscal japonés (no parece una casualidad que esta subida haya evitado las nefastas consecuencias que se esperaban para las cuentas de resultados de la banca de lo que hasta ese momento eran unas voluminosas pérdidas de capital -no realizadas- en sus carteras de acciones). Por un lado, se ha registrado en el mercado una significativa reducción de la actividad de short selling, tanto por un endurecimiento de la regulación de dichas operaciones para la banca como por una retirada de las compañías de seguros (sugerida, según algunos medios, por las autoridades financieras japonesas) de la actividad prestamista de acciones, que es básica para ejecutar estas operaciones.
Por otro lado, es tradicional la apreciación del yen por estas fechas, ya que las empresas japonesas repatrían beneficios del exterior. Considerando estas expectativas de apreciación del yen y animados por los niveles muy bajos en los que estaba el Nikkei, se ha producido una fuerte entrada de inversores no residentes en el mercado.
Como es sabido, aunque los inversores no residentes mantienen en sus carteras sólo un 20% de la capitalización bursátil japonesa, el valor de sus transacciones en el mercado representa un 50% del total negociado. Para algún analista está claro: si los inversores no residentes compran, el Nikkei sube y, si venden, el Nikkei baja.
Otro dato que ha suscitado interés las últimas semanas ha sido el espectacular incremento del saldo de la balanza por cuenta corriente en enero, un 224,3% en tasa interanual. ¿Estamos, ahora sí, ante un signo de la recuperación económica japonesa impulsada por el sector exterior? Pues tampoco. Aunque el saldo de la balanza comercial se ha incrementado en enero, en tasa interanual, por primera vez en 19 meses, este incremento se ha debido a un fuerte descenso de las importaciones (un 11%), derivado precisamente de la atonía de la demanda y producción interiores. Las exportaciones han registrado, incluso, un descenso de un 2,9% (eso sí, menor que en noviembre, un 15,7%, y en diciembre, un 9,6%).
Un indicador que también ha colaborado en la formación de estas falsas expectativas de una inminente recuperación ha sido la tasa de desempleo de enero y febrero. Aunque ha descendido a un 5,3%, ello se debe no a la mayor creación de empleo (de hecho, se ha reducido alrededor de un 1,5% en tasa interanual), sino a la caída de la población activa (derivada del desánimo en el proceso de búsqueda de empleo).
Todo lo anterior ¿nos debe inducir a pensar que la situación es peor que la que describimos en este mismo periódico el pasado 4 de febrero? Creemos que no. Lo que parece ocurrir es que la economía está tocando fondo y, además, un trimestre antes de lo esperado. ¿Qué indicadores nos hacen pensar eso?
En primer lugar, el descenso de las exportaciones japonesas se ha desacelerado de forma significativa en enero y febrero. En los citados meses, unas exportaciones clave para el crecimiento del PIB japonés, las de equipos relacionados con tecnologías de la información (IT), se han recuperado y pueden actuar como motor de crecimiento en los próximos meses. En este contexto, la recuperación de la economía norteamericana es un dato positivo para Japón, aunque no podemos olvidar que, mientras la economía norteamericana crecía a finales de los noventa a tasas superiores al 4%, Japón registraba tasas negativas o muy reducidas (no superiores al 1,5% en los últimos cuatro años). En segundo lugar, los inventarios se redujeron en enero un 3,3% en tasa interanual, lo que supone el tercer mes consecutivo de reducción, e indica que la producción industrial ha realizado la parte más dura del ajuste y la oferta se ha adaptado a la caída de la demanda. El pasado lunes se hizo público el último informe Tankan y creemos que sus resultados confirman lo comentado anteriormente. En concreto, las expectativas de las empresas japonesas continúan pesimistas, aunque el panorama parece aclararse algo para las grandes empresas manufactureras, precisamente las que han realizado reestructuraciones más drásticas y las que dependen más de la evolución de la coyuntura internacional. No obstante, incluso esta mejoría parece que se plasmará en una mayor liquidación de deudas y no en una mayor demanda de inversión (confirmado con los últimos datos de pedidos de maquinaria).
Otro dato relevante del Tankan es el empeoramiento de la actitud prestamista de los bancos, según es percibida por las empresas japonesas de todos los tamaños. De aquí el interés en buscar una solución al problema de los fallidos de la banca.
Podemos concluir, por lo tanto, que todos los indicios apuntan a que la economía japonesa está tocando fondo, eso sí, un trimestre antes de lo que la mayoría de los analistas pensaban. Lo que no está tan claro es que la actividad económica comience su recuperación de inmediato.
Citando al ministro de Economía, Heizo Takenaka, en Financial Times, 'hay algunos signos positivos, pero se deben principalmente a un movimiento cíclico [exterior] y al proceso de ajuste de inventarios. No estamos todavía en la etapa de la recuperación, aunque el descenso de la actividad va a parar'.