La tragedia de 'El rey Lear corporation'
Mercè Sala considera que el anunciado cierre de la fábrica de la multinacional Lear en Cervera (Lleida) es una traición a los trabajadores y a la población. Hace hincapié en que la plantilla está formada sobre todo por mujeres
Una de las obras más amargas y desilusionadas de Shakespeare es El rey Lear, una tragedia inspirada en un tema legendario de la historia de los reyes de Bretaña. Curiosamente es una historia de traiciones y deslealtades como la que se está viviendo en Cervera, un pueblo de la provincia de Lleida. En esta nueva historia, el traidor es una empresa industrial dedicada a la producción de cable, también llamada Lear, que es una corporación multinacional que, hace dos años, adquirió una factoría de otra empresa: Mecanismos Industriales Auxiliares (MAI).
Desconozco cuál puede ser el origen de la denominación aunque es muy probable no tenga nada que ver con la historia de la literatura universal. Sin embargo, no deja de ser significativo que unos de los reyes de nuestra época, las multinacionales, recuperen el nombre de los símbolos del poder.
Tanto Lear como su predecesora MAI eligieron la población de Cervera por dos razones. La primera, supongo que fundamental, porque los salarios del convenio del metal, al que pertenece la empresa, en Lleida son los más bajos de España y, la segunda, como resultado de las ayudas que tanto el Ayuntamiento como otras instituciones catalanas les otorgaron, remedando la actitud, la ilusión y esperanza de un nuevo Bienvenido Mr. Marshall. En este caso el maná soñado no ha pasado de largo del pueblo como en la obra cinematográfica sino que se ha asentado pero, por lo que parece, por un corto periodo de tiempo de no más de dos años.
Si en la obra teatral indicada era el rey Lear el traicionado, en este nuevo caso se han cambiado los papeles, ya que los traicionados son los trabajadores y muchos de los habitantes de la población, mientras Lear es nuestro traidor contemporáneo.
Así lo han considerado los asistentes a la manifestación de protesta convocada el pasado domingo de acuerdo con el lema de la pancarta que mostraban. La trama de la traición se desarrolla en un complejo conglomerado de intereses, como en la obra teatral. De entrada asistimos a una situación empresarial singular en tanto que, hasta el presente, lo normal era que las empresas nacieran, se desarrollaran y murieran.
Como la vida misma, la muerte acostumbraba a ser el resultado del agotamiento de las constantes vitales bien fuera por la pérdida de cuota en el mercado, bien fuera por mala gestión, bien por algún tipo de desastre, que llevaba a las empresas a perder dinero y por tanto tener que instar la quiebra, como en el caso de Enron, y acabar cerrando la actividad.
La novedad de esta situación es que, según los datos de los que dispongo, esta empresa tiene beneficios y por tanto no va a tener una muerte natural sino que la van a matar, mediante un asesinato premeditado, ejecutable dentro de unos meses. Si bien es cierto que la actividad de fabricación de cable para la industria automovilística está sufriendo una recesión, derivada de la aplicación de sistemas tecnológicos que permiten racionalizar y transmitir más información por un mismo cable y ahorrar muchos metros de cableado en cada vehículo, no es menos cierto que los propietarios de la multinacional ya han manifestado que piensan mantener esta actividad pero deslocalizando la fabricación y reinstaurándola en otro país donde los salarios son inferiores a los de nuestro entorno. Por lo que parece, no se han planteado la posibilidad de venderla o transformarla.
Otro de los aspectos singulares de la trama es que los trabajadores traicionados son esencialmente trabajadoras, concretamente, de los 1.200 trabajadores que se quedarán sin empleo a partir de julio, alrededor de 1.000 son mujeres.
Precisamente hace unos años la actividad de la anterior empresa (MAI) fue objeto de atención periodística a través de una serie de informaciones que alababan la oportunidad de haber creado empleo femenino en un tipo de trabajo que siempre se había considerado típicamente masculino, y destacaban que la habilidad femenina era superior a la de los hombres, dando a entender que esa empresa constituía un ejemplo en la defensa y promoción del trabajo femenino en áreas en las que a las mujeres les resultaba relativamente difícil conseguir empleo.
Sin embargo, desde esta perspectiva también asistimos a otro tipo de traición porque la razón de tal virtud ha resultado que no es otra que el empleo femenino está peor pagado en iguales circunstancias y a todos los niveles profesionales. Aunque también es cierto, y no hay que olvidarlo, que este tipo de trabajo industrial está mejor remunerado que el que, eventualmente puedan conseguir las mujeres en otras actividades del sector de servicios.
Si seguimos con la trama, de momento aún se puede actuar para evitar que la historia se convierta en otra tragedia. Así parece que lo van a intentar los trabajadores y los sindicatos con el apoyo de la municipalidad y de la Generalitat de Catalunya, que aunque ha reaccionado tarde y de forma aparentemente despreocupada, ha decidido impulsar una comisión para analizar las oportunidades y viabilidad de buscar alternativas para poder ubicar otro tipo de actividad industrial sustitutiva.
Esperemos que en los trabajos de la comisión alguien considere que no es de recibo que se acepte sin más la disparidad flagrante de remuneración derivada de la condición femenina, otra de las historias de la deslealtad en nuestro tiempo.