Reflexiones sobre Argentina
El proceso de descomposición institucional que sufre Argentina, lejos de revertirse, se acelera. Carlos Sebastián explica cómo se ha llegado a la situación actual y por qué la salida de ella no es fácil
La situación argentina no hace más que empeorar y todo parece indicar que seguirá haciéndolo en los próximos meses. ¿Cómo se ha llegado a esta situación?
De entre todas las causas, la más importante es el proceso de descomposición institucional que sufre Argentina hace muchos años y que, lejos de revertirse, se acelera. Es ésta la causa, compartida por otro país suramericano como Venezuela, por la que en los textos sobre desarrollo económico Argentina (y Venezuela) aparece como ejemplo de desastre de crecimiento. Es decir, como ejemplo de economía que en los últimos 40 años, lejos de crecer, ha experimentado una disminución en términos absolutos de su renta per cápita.
El currency-board y los consejos del FMI, citados como causas de los problemas, han podido ser gestionados de una forma más o menos desafortunada, pero ellos no constituyen el factor principal. Se cuenta la anécdota de que lo que acabó por convencer al equipo de Menem para adoptar el currency-board fue el descubrimiento de que en la fábrica de la moneda argentina se había producido y retirado una enorme cantidad de billetes que no habían sido puestos en circulación por el banco emisor. Como dice el adagio italiano, 'Si non é vero, é ben trovato', pues aunque la anécdota no fuera cierta, el grado de corrupción existente en Argentina la hace perfectamente plausible. La moderna teoría de la corrupción y de la apropiación ilegítima de rentas nos dice que estas actividades tienen rendimientos crecientes a escala por varias razones, entre ellas porque cuando aumenta el número de los que se dedican a esas actividades se crean incentivos para que más gente se sume a la expropiación directa o indirecta de los que se dedican a crear rentas.
La adopción del currency-board permitió pasar de un mundo de hiperinflación a un mundo de inflación baja, pero no contribuyó a que los Gobiernos argentinos ganaran credibilidad. La fortaleza del dólar, por la debilidad del yen y las dudas sobre el euro, impuso una situación recesiva que agravó aún más la situación del sistema productivo y redujo aún más los ingresos fiscales. Se debió dejar flotar el peso mucho antes, pese a los problemas que esta decisión hubiera causado a los ahorradores y a los deudores con acreedores extranjeros.
El patético intento del gobierno De la Rúa de apuntalar un error (mantener la paridad) cometiendo otro (imponer el corralito) no ha hecho sino complicar las cosas. Si esta medida tan radical se impuso para evitar una salida masiva de depósitos bancarios cuando la paridad perdió credibilidad, pese a que era mantenida por el gobierno, ¿qué confianza pueden tener los argentinos en el sistema bancario si cualquier gobierno puede prohibir el acceso de los depositantes a los fondos confiados a los bancos? ¿Qué ocurrirá con el sistema bancario cuando se levante el corralito? ¿Qué ocurrirá con la economía y con la sociedad argentinas si no se levanta?
La salida de esta situación no es fácil. Resulta previsible un agravamiento de los conflictos sociales, pues los partidos políticos carecen de credibilidad y de legitimidad para liderar un programa que permita parar el deterioro y sentar las bases para una regeneración institucional. Y sin ella las formulas concretas son más parches que soluciones.