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INTERNACIONAL

æscaron;ltima prueba para Alan Greenspan

La Reserva Federal fue acusada de rescatar a inversores temerarios tras la rebaja de tipos la semana pasada. Pero es cada vez más difícil en EE UU separar los intereses financieros de la economía real.

Llamémosla la opción put de Greenspan, según la última broma de Wall Street. Un put es un derivado que permite a su comprador vender un valor subyacente por un precio ya garantizada de antemano. Para los más cínicos de la Street, el recorte de tipos de medio punto que la Reserva Federal efectuó el miércoles pasado vuelve a demostrar que Greenspan siempre echa una mano a los inversores, incluso los más temerarios.

No es la primera vez que la Fed garantiza una inversión, destacan. En 1987, recién nombrado presidente de la Fed, Greenspan rebajó el tipo de los fondos federales después de un desplome del 23% del índice Dow. Resultado: recuperación instantánea.

Luego, en el otoño de 1998, tras la quiebra del fondo de cobertura Long Term Capital Management, Greenspan bajó tipos tres cuartos de punto para frenar la caída bursátil. La intervención impulsó el mercado hasta cotizaciones estratosféricas, pero echó más leña a una expansión del consumo privado que crecía ya en 1998 al 4,7% anual, la tasa más rápida de la década.

Para algunos comentaristas Greenspan repartió otra tonelada de opciones put la semana pasada. "Ha demostrado que rescataría a los inversores", acusó la columna Lex del Financial Times. Otros rumores se centraron en las presuntas pérdidas de Bank of America sobre operaciones con derivados que el banco realizó por parte de empresas en California. "Hay rumores sobre que éste fue el motivo de la reunión de emergencia de la Fed", dijo Richard Gilhooly, de BNP Paribas. La mayoría de los analistas, sin embargo, cree que la bajada de tipos la semana pasada -la primera desde la crisis de 1998- responde a un deterioro drástico de la economía real. La industria, según los indicadores anticipados de la Asociación de Gestores de Compras, ya está en recesión. La producción de acero se sitúa en el nivel más reducido desde 1993. La demanda en el sector de servicios se está desacelerando, mientras que la confianza del consumidor se desplomó en diciembre .

Deflación

Y aunque el paro sigue en mínimos históricos -el 4% en diciembre-, la inflación brilla por su ausencia. Más bien, "el problema va a ser la deflación", asegura Roger Bootle, de Capital Economics. Bootle -al igual que muchos empresarios en EE UU- considera que la Fed debió actuar antes y califica como "bobada" la idea de que Greenspan, al rescatar los mercados, está agravando el problema.

Otros analistas incluso achacan el retraso de la medida a las acusaciones sobre el put de Greenspan. "Creo que la Fed sentía vergüenza de haber respondido en 1998 a los problemas del sistema financiero y esta vez quería el apoyo de los indicadores de la economía real. Por eso esperó", dijo Bob Barbera, de Hoening & Co., en declaraciones a Bloomberg.

La cuestión, en todo caso, puede ser anecdótica. Porque difícilmente se puede distinguir entre la economía financiera y la economía real en EE UU en 2001.

Por el lado del consumo, por ejemplo, la crisis de confianza que tanto preocupa a la Fed parece estar íntimamente relacionada con el annus horribilis de la Bolsa en 2000. El elevado consumo de los últimos años ha sido posible gracias a un volumen de deuda entre las familias que equivale al 97% del PIB, un récord histórico. Esto se avalaba (es un decir) en un aumento del valor de las inversiones bursátiles de estas familias de 4,5 billones de dólares en 1994 a 11,5 billones de dólares en el primer trimestre de 2000. El círculo que une Bolsa, consumo y deuda tiene otra cara: el colapso del ahorro privado neto -como porcentaje de la renta disponible-, que se situaba en 1995 en el 2% del PIB y había caído a un valor negativo del 6,5% del PIB en el último trimestre de 2000.

Para que el ahorro vuelva a situarse en su media histórica, explica Bill Martin, de Phillips & Drew, haría falta un fuerte descenso del consumo que supondría "o bien un crecimiento raquítico [del 1 o el 2%] durante muchos años o una recesión más profunda". En cualquier caso, el paro subiría al 7%, al menos.

Lo que es menos comentado que el efecto riqueza sobre los consumidores, es el afán inagotable de las empresas americanas por comprar sus propias acciones, añade Robert Brenner un economista de UCLA en Los Ángeles

Las familias en EE UU, pese a su enamoramiento de la Bolsa la década pasada, han sido todos los años vendedores netos de acciones. Las empresas, en cambio, eran compradoras netas (Brenner lo achaca, entre otros factores, al deseo de ejecutivos de revalorizar sus opciones). Las recompras empresariales en Bolsa ascendieron a 697.400 millones de dólares entre 1994 y 1999. Esto sólo ha sido posible gracias al aumento desorbitado del endeudamiento empresarial, el 250% entre 1995 y 1999, hasta el 10% del PIB. Otra vía de transmisión desde la burbuja a la economía real.

Es más, los métodos de endeudamiento de las empresas de la nueva economía estadounidense -capital riesgo, OPV, bonos de alto rendimiento- son mucho más sensibles que antes a los avatares de los mercados financieros, dice Richard Brown, de la Corporación de Seguro de Depósitos Federales (FDIC). "No pide dinero al banco, sino que tiene que ir al mercado para refinanciarse y esto es cada vez más difícil". En los últimos meses, la agudizada percepción de riesgo ha disparado los diferenciales sobre deuda de mayor riesgo, es decir, "toda menos los bonos del Tesoro", puntualiza Brown.

En realidad, la situación se parece bastante a la del otoño de 1998. Entonces "el problema no era únicamente Long Term Capital Management", sino una escasez más general de liquidez. Ahora, al margen de las dificultades de una sola institución, "la Reserva Federal responde al factor miedo", advierte Brown.

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