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España, entre el crecimiento económico y la falta de productividad

El consumo privado, el empleo y la inmigración sostienen la actividad. Abordar la crisis de la vivienda y la baja eficiencia del trabajo será clave para un progreso sostenible

La economía española cabalga con soltura la ola de crecimiento en un escenario global estancado. Pese a la inestabilidad internacional, alimentada por los conflictos geopolíticos y el desequilibrio comercial, el Fondo Monetario Internacional (FMI) sitúa a España como la economía avanzada que más crece en el mundo por segundo año consecutivo. El organismo multilateral dibujó en octubre la proyección más optimista de una tanda de revisiones al alza de diferentes casas analistas, con una estimación del PIB español del 2,9% para 2025 y del 2% para 2026. El consumo privado, la creación de empleo y el aumento demográfico a hombros de la inmigración han sido los protagonistas del impulso en un país que convive con lastres estructurales como la baja productividad y el alza del precio de la vivienda.

El auge ha convertido a España en la excepción de Europa. “Ha sido líder con una expansión del 8% entre 2020 y 2024, frente al 6,3% de Italia, el 5,2% de la zona euro en su conjunto, el 4,8% de Francia y una ligera contracción en Alemania”, analiza Judith Arnal, investigadora principal del Real Instituto Elcano. La perspectiva consolida una tendencia reciente, según Manuel Hidalgo, profesor de la Universidad Pablo de Olavide y sénior fellow de EsadeEcPol: “España siempre ha sido deudora del signo económico europeo, pero desde hace unos años mantiene un ritmo muy diferente al del resto de Europa”, concreta.

Las buenas noticias no aseguran que el brío se mantenga y el panorama apunta a una moderación del crecimiento tanto en el ámbito nacional como en el global. El FMI rebajó sus previsiones para el PIB mundial del 3,3% en 2024 al 3,1% en 2026. En el escenario interno, el Banco de España (BdE) prevé una caída desde el 2,6% de este año hasta el 1,8% del próximo.

Mientras tanto, el país se aferra a los pilares que sostienen su liderazgo, entre los que destaca el turismo. España cerró 2024 con cifras récord de visitantes extranjeros (94 millones) y un gasto de 126.000 millones de euros –10% y 16% más, respectivamente, que en 2023–, según el Ministerio de Industria y Turismo. Pedro Aznar, profesor de Economía, Finanzas y Contabilidad de Esade, advierte de los signos de agotamiento: “El incremento en los precios de los servicios turísticos puede provocar una ralentización en 2026”. El crecimiento de la actividad en los ocho primeros meses de 2025 se situó en el 3,9%, calcula el Instituto Nacional de Estadística (INE), un porcentaje menor que en años anteriores. Aun así, el turismo resiste como motor clave, “apoyado tanto en la diversificación estacional como geográfica”, acota Arnal.

A ello se suma el repunte del consumo y la inversión privada. El empuje refleja una transformación estructural, recoge un informe publicado en octubre por CaixaBank Research: mientras que en 2022 y 2023 el crecimiento dependía sobre todo del sector exterior, en 2025 la demanda interna comienza a asumir un papel central. Este dinamismo se apoya en un entorno financieramente saneado. “La deuda de los hogares representa el 44% del PIB español frente al 52% de la eurozona, y la de las empresas el 82% frente al 106%, respectivamente, lo que ha inmunizado al sector privado ante la subida de tipos de interés tras el episodio de inflación”, señala Raymond Torres, director de Coyuntura y Análisis Internacional de Funcas.

Pero si hay un factor diferencial que explica la expansión es el crecimiento demográfico impulsado por la inmigración, dicen los expertos consultados. Entre 2020 y 2024, la población aumentó en 1,3 millones de personas, de las cuales 1,2 millones eran extranjeras, según los últimos datos del INE. Esta afluencia, apunta Torres, ha permitido sostener el consumo y la fortaleza laboral. “Más de la mitad de los puestos de trabajo creados desde 2020 han sido ocupados por inmigrantes”, ahonda Arnal. Este empleo foráneo ha supuesto cerca del 80% del crecimiento de los últimos cinco años, como revela un estudio publicado en mayo por el BdE.

El mercado laboral ha sabido absorber esa llegada de trabajadores y trasladar el buen tono de la economía a sus cifras. España superó por primera vez los 22 millones de ocupados en el segundo trimestre de 2025, recoge el INE. Y aunque el paro no logró revertir el repunte de agosto, el número de desempleados se situó en septiembre en 2,42 millones, la cifra más baja desde 2007 en un mes tradicionalmente negativo. “La economía española ha demostrado tener un mercado laboral muy dinámico y con capacidad de generar empleo”, destaca Aznar.

Debilidades

El reverso del crecimiento español revela una economía que, pese a su vigor, arrastra desequilibrios estructurales, como el escaso avance en eficiencia del trabajo. El Banco de España estima que la productividad por hora ha subido en 2025 un 1,4%, mientras que la productividad por ocupado no experimentará cambios. Las cifras representan una brecha importante con respecto a otros países de la Unión Europea, indica Arnal. “Tenemos un mercado laboral que gestiona de forma ineficiente el empleo y la cualificación, un tejido empresarial concentrado en pymes, un exceso de burocracia y una adopción escasa de nuevas tecnologías”, aclara Hidalgo.

Este estancamiento evidencia un patrón de crecimiento expansivo. “Nuestro modelo productivo depende de sumar fuerza laboral y no de crecer de manera eficiente”, resume Torres. El economista avisa de la necesidad de atajar este desafío para favorecer un crecimiento sostenible: “Impulsar la inversión empresarial es clave para fomentar la productividad, unido a una mejor conexión con los fondos europeos”. Hidalgo destaca la relevancia de promover “inversiones públicas y una regulación que permita el crecimiento de las empresas y atraiga el talento en vez de exportarlo”.

La vivienda es otro de los principales cuellos de botella. El desequilibrio entre una intensa demanda y una oferta escasa desequilibra la balanza, de acuerdo con los expertos. “Una vivienda prohibitiva corta de raíz el crecimiento a largo plazo”, alerta Hidalgo. Eurostat estima que el precio de los inmuebles creció en el segundo trimestre de 2025 un 12,8% respecto al mismo periodo de 2024, frente a una subida de la media comunitaria del 5,4%.

Para Torres, este factor limita la capacidad de acoger “el aumento de la fuerza laboral, particularmente extranjera, que ahora necesitamos”. Las soluciones son imprescindibles. “El mercado de vivienda debería ser la política central de cualquier Gobierno en España”, subraya Hidalgo.

El cuadro lo completan otros desafíos, como el elevado paro juvenil, que en agostó se situó en el 23,1% frente al 14,6% de la media europea, cuantifica Eurostat. Y un déficit estructural que se ha reducido “gracias al fuerte crecimiento del PIB nominal”, señala Arnal. “La posición fiscal subyacente sigue siendo más débil y será necesario un plan de consolidación creíble cuando el crecimiento se desacelere”, avisa la investigadora.

Pese a los lastres, España mantiene el tipo con un impulso estable. “Es un crecimiento que no podríamos catalogar como sano, pero sí equilibrado”, sostiene Hidalgo. Y concluye: “No estamos en un escenario como el de 2008, sino en un crecimiento basado en ingresos propios sin endeudamiento. El problema está en los grandes retos a medio o largo plazo, que supondrán una dificultad para crecer”, concluye.

Perspectivas

  1. Demografía. España envejece: el 20% de la población tiene más de 65 años, según el Instituto Nacional de Estadística. “El sistema de pensiones no es capaz de generar en las cotizaciones sociales recursos suficientes para cubrirlo”, dice Pedro Aznar, profesor de Economía, Finanzas y Contabilidad de Esade.
  2. Diversificación. Reducir la dependencia del turismo es clave mientras crecen los servicios empresariales y de telecomunicaciones. “Esto marca un cambio en el patrón de crecimiento, mostrando que España cuenta con empresas competitivas capaces de exportar más allá de los sectores tradicionales”, apunta Judith Arnal, investigadora principal del Real Instituto Elcano.
  3. Transición. La descarbonización exige inversiones sostenidas y coordinación institucional. “Aprovechar el potencial de las energías renovables permitirá reducir costes y ganar ventaja competitiva”, señala Manuel Hidalgo, profesor de la Universidad Pablo de Olavide y sénior fellow de EsadeEcPol.

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