Empleo: superar el estigma de la precariedad
Los cambios que ha traído el primer año de reforma laboral y las lecciones de la crisis del Covid-19
El vicepresidente del Gobierno socialista Alfonso Guerra acuñó una frase que pasó a la historia el día que dijo que “a España no la va a reconocer ni la madre que la parió”. La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, bien podría adecuar esta misma frase, pero para el mercado de trabajo español, por cómo ha cambiado este tan solo un año después de la reforma laboral que el Gobierno pactó con la patronal y los sindicatos y que empezó a aplicarse en enero de 2022.
El objetivo de esa reforma era, sobre todo, uno: que España se sacudiera el estigma de trabajo precario que la ha perseguido desde mediados de los años ochenta. Las tasas de temporalidad, que han llegado a superar la friolera del 30%, se han situado en menos de un año en el sector privado en el 14,8% a finales de 2022, en niveles similares a la media europea.
La tasa de temporalidad ha bajado seis puntos en un año en el sector privado
Otra cosa es el sector público, donde uno de cada tres trabajadores es eventual. Pero, en términos generales, los nuevos límites a los contratos temporales, la creación de un contrato fijo de obra para la construcción y el fomento de los contratos fijos discontinuos han logrado reducir la tasa media de temporalidad al 18%, apenas cuatro puntos más que en la Unión Europea.
A este mercado con más de dos millones de nuevos trabajadores fijos hay que sumar que en España ha operado un cambio de paradigma a la hora de afrontar las crisis que afectan al empleo. Se trata del uso intensivo de los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) durante la crisis del Covid-19. Esta herramienta, junto a una menor temporalidad (los eventuales son los primeros que pierden el empleo en las crisis), hace pensar que las empresas tienen ahora en su imaginario otros resortes alternativos a los despidos, como suspensiones temporales del empleo o reducciones de jornada, para encarar los momentos económicamente adversos. Pero ese examen se pasará en la próxima crisis.
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Salarios, paro, intermediación laboral y paz social
Los salarios en España son relativamente bajos en la UE. Pero en los últimos cinco años el salario mínimo ha subido un 47%, hasta los 1.080 euros al mes, tirando del resto de sueldos hacia arriba, pese a la mordida de la crisis inflacionaria.
El dinamismo del mercado laboral, que está resistiendo a la guerra en Ucrania y a la crisis de los precios, no ha evitado que el elevado desempleo –que afecta al 12,87% de los activos– siga siendo la china en el zapato de la economía española.
El elevado paro, entre los más altos de Europa, convive con un número creciente de vacantes no cubiertas por la falta de trabajadores adecuados. Pero la intermediación laboral sigue siendo residual y un cuello de botella del mercado laboral.
La crisis de la inflación ha impedido que en 2022 los empresarios y los sindicatos hayan reeditado el acuerdo de negociación colectiva. Sin embargo, pese a las amenazas de movilizaciones sindicales, la paz social no se ha resentido especialmente.