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Editorial
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Una hoja de ruta menos ambiciosa para el automóvil

El coche eléctrico va mucho más lento de lo que se había previsto

Se veía venir, pero no es un éxito para nadie, que Europa vuelva sobre sus pasos para hacer digerible su agenda climática al sector del automóvil. La prohibición para vender coches de combustión en 2035 era ambiciosa y, sobre todo, carecía de herramientas y una hoja de ruta de cómo hacer realidad el objetivo. El coche eléctrico va mucho más lento de lo que se había previsto inicialmente por varias razones, pero fundamentalmente porque sigue siendo un producto de lujo para la mayoría de los ciudadanos europeos. La presión de la industria alemana, presa de una profunda crisis, con repercusión notable en el empleo, ha hecho el resto.

La relajación o flexibilización de los objetivos, aunque comprensible, no es una buena noticia. No lo es ni como señal política ni como prueba final de que las cosas no han terminado de hacerse bien. En lo positivo, al menos da aire al sector para que se centre más en ver cómo hacer frente a China y no en si deberá pagar multas o no por el objetivo de venta de eléctricos. En la disputa, España ha dejado su sello como una ferviente defensora del vehículo eléctrico, si bien lo anunciado por Europa no le viene mal. Sobre todo en lo relacionado con el vehículo eléctrico pequeño, para el que Bruselas contempla la creación de “supercréditos” (que Renault explica que serán supercréditos en los cálculos de CO2) y la puesta en marcha de incentivos nacionales para los turismos made in Europe de hasta 4,2 metros de largo, es decir, los segmentos A y B. Este es justo el tipo de vehículo que aspira a hacer España en los próximos años. De hecho, ya los hace, pero actualmente son de combustión en su inmensa mayoría.

El nuevo paquete de medidas también incluye una relajación de los objetivos de emisiones para los vehículos comerciales e industriales en 2030, segmentos del mercado en el que la electrificación, como reconoce la propia Bruselas, “es más difícil”. Del mismo modo, el texto hace referencia a una práctica que ha resultado ser un éxito en países como Portugal: acelerar la electrificación a través de las flotas de empresa con objetivos anuales. Esto era visto por parte del sector y organizaciones como Transport & Environment como un camino rápido para aumentar la venta de eléctricos y ayudar a los fabricantes de coches a cumplir con los objetivos de emisiones. Aun así, siguen siendo necesarios los planes de ayuda a la compra, como el que lanzará el Gobierno a partir del 1 de enero, el Auto+, que promete ser más rápido que el tan denostado Moves, que ya vive sus últimos días. Toca perseverar.

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