Soluciones tardías para la vivienda
El problema se encuentra en una fase tan aguda que ya no es momento de plantear soluciones, sino de materializarlas

Cuesta encontrar nuevos calificativos para la monumental crisis de acceso a la vivienda por la que transitan la mayoría de economías avanzadas. Ante ese panorama, cualquier iniciativa que se adopte desde la política para aliviar la situación debe ser bienvenida. Hay que celebrar que este martes la Comisión Europea se disponga a lanzar una nueva estrategia en la materia. Esta busca incrementar la construcción, en tanto muchos expertos reclaman más casas para corregir el acusado desequilibrio entre oferta y demanda que evidencia el mercado inmobiliario.
Según lo que ha trascendido, Bruselas acoge las que han sido demandas persistentes de promotores y constructores: que hace falta desburocratizar y ser más ágiles otorgando licencias. El Ejecutivo comunitario cree que los 1,6 millones de viviendas que se construyen cada año en la UE son insuficientes y convendría añadir 650.000 más por ejercicio. Un 40% más.
Pero las intenciones de la Comisión, por más que estén bien encaminadas, no pueden conducir al triunfalismo. En primer lugar, por sus muy limitadas competencias sobre la materia, lo que en la práctica hará que las soluciones reales pasen al final por los Estados y sus diferentes niveles administrativos.
El segundo motivo para no lanzar las campanas al vuelo es que la respuesta de Bruselas, como casi todas las respuestas políticas que están surgiendo, llega más que tarde. El problema se encuentra en una fase tan aguda que ya no es momento de plantear soluciones, sino de materializarlas. La mayoría de medidas solo permiten vislumbrar una solución dentro de muchos años. Y no está claro que se pueda esperar tanto tiempo sin sufrir desgarros (sociales, políticos, económicos…) como los que ya se están viendo.
Paradójicamente, la misma crisis de la vivienda que hipoteca el futuro de tantos ciudadanos está provocando que este año España vaya a acabar cerca de su récord histórico de compraventas. Los últimos datos del INE apuntan que en 10 meses ya han cambiado de manos más de 600.000 casas. Lamentablemente, esos mismos datos no dicen demasiado sobre quién las compra. Todo apunta a hogares que, con cierta capacidad de ahorro y agobiados por un mercado desenfrenado, se lanzan a la aventura pensando que más tarde será peor. O incluso a inversores que ven la posibilidad de obtener rentabilidades interesantes, precisamente por lo complicada que es la situación. Ambas opciones son legítimas. Pero sería un espejismo pensar que, ante el elevado número de compraventas, la solución está en camino. Queda mucho por remar y, cuanto antes, pasar de las musas al teatro.

