Las claves: la reducción de emisiones choca con otras necesidades más ‘urgentes’
La voluntad política y empresarial para afrontar el cambio climático es cada vez menor
La emblemática Porsche ha decidido dar un giro de 180 grados en su estrategia: la filial del grupo Volkswagen ha descartado la producción de un futuro SUV eléctrico y redoblará su apuesta por los coches de combustión, en un cambio que le puede costar unos 1.800 millones de euros en este ejercicio, según sus propios cálculos. El nuevo rumbo, que sonaría distópico hace unos años, llega paradójicamente en el día sin coches, dentro de la semana europea de la movilidad, y tan solo unos días después de que la Unión Europea solo llegase a acordar una “declaración de intenciones” respecto a sus objetivos de emisiones, después de que pesos pesados como Francia, Alemania, Italia y Polonia rechazaran recortar un 90% la generación de gases de efecto invernadero. Con todos sus aristas y factores, y dadas las evidentes particularidades del lujo, el caso de Porsche no es más que la punta del iceberg de una tendencia cada día más evidente: la voluntad política y empresarial para afrontar el cambio climático es cada vez menor, y los vientos que soplan del otro lado del Atlántico no hacen más que agravar la tendencia. El mensaje es claro: hay otras cuestiones más urgentes.
Pfizer no quiere quedarse fuera del voluminoso mercado de la obesidad
Ante las decepciones provocadas por sus fármacos antiobesidad propios, Pfizer ha optado por comprar una start-up, Metsera, especializada en este sector. Mientras el negocio de las vacunas no pinta en EE UU tan boyante como hace unos meses (en vista de las medidas del Gobierno), el de Ozempic y otros medicamentos similares es enormemente prometedor. El problema, sobre todo para Novo Nordisk y Eli Lilly, es que cada vez hay más competidores, y que las patentes caducarán en un tiempo relativamente corto. Eso sí, el mercado es inmenso, si acaban siendo usuarios hasta deportistas como Serena Williams, que anuncia la fórmula de la marca Ro.
Las eléctricas presionan para que aumente la retribución de las redes
Las empresas eléctricas españolas siguen mostrando su preferencia por invertir poco en las redes españolas, en busca de una retribución mayor de estas infraestructuras. Es el caso de Iberdrola, que apuesta más por Estados Unidos y Reino Unido, o incluso Brasil, Alemania y Australia. La compañía dirigida por Ignacio Sánchez Galán, de paso, invertirá menos en renovables, más por el entorno financiero que por la postura de la Casa Blanca al respecto.
Endesa, por su parte, lo dice abiertamente: consideran insuficiente la propuesta de retribución de la CNMC. La decisión de esta aún no es definitiva, por lo que los planes de las empresas bien pueden ser en parte una forma de presionar al regulador de la competencia.
La frase
El nuevo impuesto a los más ricos propuesto por los socialistas es un deseo claramente expresado de destruir la economía francesa. No puedo creer que las fuerzas políticas que gobiernan o han gobernado el país puedan dar credibilidad a esta ofensivaBernard Arnault, CEO de LVMH
Pedir un Bizum al compañero agarrado del curro es hacer geopolítica
Reclamar ese café con tostadas al compañero agarrado del curro es, de alguna manera, hacer geopolítica: la Unión Europea quiere impulsar los pagos instantáneos, –hechos en su gran mayoría en España a través de Bizum– para reducir la dependencia comunitaria de grandes compañías extranjeras como Visa, Mastercard, Apple o Samsung. Los cambios del orden mundial han hecho que a Bruselas le entre prisa –o miedo– y quiera reforzar su maltrecha autonomía estratégica, también en lo que a pagos digitales se refiere. En este contexto, el euro digital también adquiere un especial valor. Cada Bizum, pues, cuenta. Aunque sea a despecho de aquel compañero de trabajo. Total, no tener cambio hace tiempo que dejó de ser una excusa.
