Las claves: hay todo un bosque escondido en el debate sobre las redes eléctricas
Cómo afrontar ese problema, más que real, requiere un debate en profundidad


De la nada, ha surgido un debate que, de lo técnico, ha escalado al mainstream. De un día para otro, resulta que España no tiene capacidad en sus redes eléctricas para acoger los múltiples proyectos de inversión que ansían conectarse al sistema. La cuestión es grave en tanto España, de forma inopinada, se ha convertido en poco tiempo en un no tan oscuro objeto de deseo para la industria. Infraestructuras como los centros de datos han puesto en el foco el país, esencialmente por el asequible precio de su energía, fruto de una fuerte apuesta por la transición renovable.
El punto de partida fue un porcentaje. En concreto, el 83,4% que afloraron las compañías eléctricas y que se corresponde con el nivel de saturación de la red. Comunidades autónomas como Cataluña, País Vasco, Aragón o Andalucía estarían muy por encima de la media y prácticamente al límite: no cabe una iniciativa más que demanda conexión.
Cómo afrontar ese problema, más que real, requiere un debate en profundidad. De hecho, nadie duda de que la red exige una importante inversión, como quedó claro tras el apagón del 28 de abril. Ante la duda, acción, debió pensar Sara Aagesen, que la semana pasada lanzó un plan ad hoc con una inversión de 13.500 millones de euros hasta 2030. En su papel, trabaja en dos decretos para combatir la especulación, práctica siempre aneja a la escasez.
Cabe sospechar, empero, que el problema no terminará ahí. Basta prestar atención en cualquier comida o desayuno a conspicuos ejecutivos del sector eléctrico para entender que su inquietud por las redes va más allá de la falta de capacidad. No falta quien, incluso, aprovecha la menor ocasión para mostrar elaborados gráficos en los que se compara cómo se retribuyen las redes en España y cómo se pagan en otros países.
¿Por qué invertir aquí a cambio de un 6,5% si en países como Estados Unidos puedo obtener un 8% sin despeinarme? Puede que los frondosos árboles abracen un debate sobre los problemas de conexión, pero el bosque que esconden es la retribución que reciben las compañías por las redes y que consideran exigua. Poner en el foco mediático algo tan poco sexi como las redes es empezar. Piano piano... Así se hace el lobby.
TikTok, más dudas que certezas (y una poderosa amenaza)
Ya en su primer mandato, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, puso el foco sobre la aplicación de videos cortos TikTok. A su vuelta a la Casa Blanca, la ofensiva se redobló. Se planteó la escisión de la compañía, para que fuese controlada por una firma estadounidense y no por una china, dadas las implicaciones que lo segundo podía tener sobre su independencia del Partido Comunista Chino. Ahora, en otro ejemplo del ya famoso TACO (Trump always chickens out, Trump siempre se acobarda), parece que, sean de quien sean las acciones, el algoritmo será el chino. No parece esta la mejor forma de preservarse de injerencias extranjeras. Experiencias como las de Rumanía o Myanmar –con Facebook– han demostrado lo que un algoritmo de una red social puede hacer.
La frase
No soy optimista sobre un progreso a corto plazo en el proceso de paz en UcraniaAntónio Guterres, secretario general de la ONU
El dólar y el euro viven tiempos interesantes
Hay una maldición apócrifa china que viene a desear al enemigo “tiempos interesantes”. Tan interesantes como que se rompa la tradicional correlación entre tipos altos y una moneda fuerte. Así ocurre en Estados Unidos, que ve cómo el euro gana terreno al billete verde, gracias a un Banco Central Europeo que parece haber logrado un tipo de equilibrio y una Fed que se resiste a bajar el precio del dinero. A ello se suman otros factores, como los ataques a la independencia del banco central estadounidense o la ya más o menos resuelta incertidumbre comercial. Con todo, no es menos cierto que una moneda débil también puede ser un motor para las exportaciones, pues atrae a compradores extranjeros. Y a la Casa Blanca le obsesiona el déficit comercial. Son, sin duda, tiempos interesantes.

