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Breakingviews
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El problema de la defensa europea es que tiene muchos millones... en la cartuchera

Los Gobiernos del continente han adoptado una actitud expectante hacia los gastos militares reales

Cumbre de líderes europeos en Londres, en marzo pasado, con la presencia de Keir Starmer, Volodimir Zelenski, Ursula von der Leyen, Antonio Costa, Emmanuel Macron, Giorgia Meloni, Pedro Sánchez y Donald Tusk, entre otros, así como Mark Rutte, secretario general de la OTAN.

Los 32 miembros de la OTAN se felicitarán esta semana por haber acordado aumentar sus presupuestos de defensa del 2% sobre el PIB actual al 3,5% para 2032. Añadirán alrededor de un 1,5% de gasto relacionado –como infraestructura, defensa civil o ciberseguridad– para alcanzar el 5 % exigido por Donald Trump como condición para mantener Estados Unidos comprometido con Europa. Incluso podrían encontrar una solución para acomodar la reticencia de España a gastar tanto en defensa. Sin embargo, el verdadero problema es la actitud expectante que han adoptado los Gobiernos europeos con respecto a los gastos militares reales.

Ni siquiera un compromiso solemne y común en la reunión de la OTAN en Bruselas cambiará la realidad de la situación de los últimos dos años, en la que los Ejecutivos han prometido dinero que no tienen o que son reacios a gastar. Además, como se señala en un informe del Instituto de Kiel para la Economía Mundial publicado la semana pasada, el debate abstracto sobre las cifras de gasto ha ocultado la falta de adquisiciones reales y de grandes pedidos de equipos. Al ritmo actual, Europa tardaría varias décadas en estar preparada para la guerra, señalan los autores.

Los ministros de Defensa de la organización acordaron en 2006 aumentar sus presupuestos de defensa nacionales hasta el 2% del PIB, y les llevó 19 años conseguirlo. Puede que no se necesite tanto tiempo para alcanzar el nuevo objetivo: los europeos afrontan ahora una grave amenaza rusa en su flanco oriental y deben prepararse para el creíble escenario de una retirada estadounidense de su continente. Pero, por ahora, los presupuestos solo han aumentado de forma incremental y los grandes contratistas de defensa siguen esperando pedidos antes de comprometerse a inversiones a largo plazo, mientras Europa parece impermeable a la emergencia creada por una nueva ofensiva rusa en Ucrania.

Los miembros europeos de la OTAN (sin contar Turquía) gastaron más de 450.000 millones de euros en defensa en 2024. Fue un aumento significativo, del 21%, con respecto a lo que asignaron en 2023, cuando su gasto militar ya había aumentado un 18% con respecto a 2022, año en que Rusia invadió Ucrania. Sin embargo, aunque todos parecen estar de acuerdo en que el objetivo del 3,5% es el adecuado, teniendo en cuenta el nuevo contexto geopolítico, los Gobiernos de toda la región parecen estar sumidos en un cansancio generalizado. En Reino Unido y Francia, las dos mayores potencias militares de la región, la deuda pública, que supera el 100% del PIB, obliga a afrontar la realidad: si la defensa es una prioridad, habrá que subir los impuestos o recortar otros gastos públicos.

El primer ministro británico, Keir Starmer, se ha negado hasta ahora a comprometerse con el objetivo del 3,5%, y su ministra de Hacienda, Rachel Reeves, ha advertido de que el gasto militar se limitará al 2,6% del PIB hasta el final de la actual legislatura, en 2029. El presidente francés, Emmanuel Macron, ha aceptado el objetivo, pero sin fijar un calendario. Aumentar el gasto hasta ese nivel le obligaría a encontrar más de 40.000 millones al año en las ajustadas finanzas públicas francesas, o a subir los impuestos en un país que ya soporta la segunda carga fiscal más alta de la OCDE. El canciller alemán, Friedrich Merz, está preparando al menos un presupuesto para 2026 en el que el gasto en defensa podría pasar de 80.000 millones a 110.000 millones, prevé Deutsche Bank. Pero eso solo supondría alrededor del 2,4% del PIB, frente al 2,1% en 2024.

Merz, al menos, parece decidido a convertir al Bundeswehr alemán en el ejército convencional más fuerte de Europa. Hasta ahora, ningún otro líder de la UE le ha imitado en su petición a la Comisión Europea de una exención –utilizando la denominada cláusula de escape– de sus normas sobre déficit y deuda. Sin embargo, esa es una opción abierta a todos tras el Plan ReArm Europe de Bruselas, que también creó un fondo de inversión de 150.000 millones financiado mediante préstamos conjuntos.

Mientras, los contratistas de defensa siguen esperando los pedidos reales que demuestren que los Gobiernos se toman en serio la defensa. Micael Johansson, CEO del grupo sueco Saab, valorado en 23.000 millones de euros, y jefe del lobby de la industria de defensa europea, ha advertido de que las empresas están esperando ahora compromisos a largo plazo por parte de los Gobiernos. Solo entonces podrán proceder con las enormes inversiones necesarias para mantener las fábricas preparadas para aumentar la producción rápidamente. Los Ejecutivos son los únicos clientes de esta industria, que no recurre a grandes inventarios.

Mientras que el gasto público se está quedando atrás a pesar de las promesas, el capital privado se está interesando por una industria que durante mucho tiempo ha sido rechazada por los principales inversores, ya sean fondos de inversión o capital riesgo. Durante mucho tiempo se consideró que el sector militar no cumplía los criterios básicos en materia ambiental, social y de gobernanza. Esto está cambiando rápidamente. Entidades del sector público como el Banco Europeo de Inversiones han flexibilizado sus normas. Las autoridades de Noruega también están pensando en suavizar los criterios de inversión del fondo soberano del país. Y las startups europeas activas en el sector ya no parecen tener dificultades para encontrar financiación, como se ha visto en las últimas semanas con las alemanas Helsing y Quantum Systems, que han recaudado un total de 760 millones gracias a sus elevadas valoraciones.

Algunos miembros europeos de la OTAN, como Hungría y Eslovaquia, se han acercado a Rusia y podrían no sumarse al resto para aumentar el objetivo de gasto de la organización. Pero estos dos países solo representan menos del 2% de los presupuestos de defensa europeos. El problema más grave proviene de Italia y España, que el año pasado solo destinaron el 1,5% y el 1,3% de su PIB a sus presupuestos militares, lo que en conjunto supone el 12% del gasto europeo. La percepción de la amenaza por parte de Roma y Madrid se ve afectada por su distancia a la línea del frente ruso, y a ambos Gobiernos les parece conveniente aprovecharse del aumento del gasto de los demás. Puede que haya que ejercer cierta presión, y sería más eficaz que no solo viniera de Trump, sino también de otras capitales europeas.

Lo ideal sería que los miembros europeos de la OTAN se comprometieran realmente a aumentar los presupuestos de defensa con un plazo más firme. Pero ningún Gobierno está obligado a esperar a un acuerdo internacional para reforzar su defensa y seguridad. Por ahora, los Ejecutivos europeos suenan como un coro de soldados gritando “¡marchemos!” en un escenario de ópera, sin ir a ninguna parte. Deberían dejar de cantar y empezar a marchar.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

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