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La tribuna de los fondos
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Incertidumbre ‘made in USA’

Es mejor adoptar un enfoque prudente en las carteras, reduciendo la exposición a renta variable y el dólar

Billetes de 100 dólares.

El paso del tiempo nos ayuda a tomar perspectiva y entender mejor los momentos decisivos de la historia. Por eso, aún necesitamos distancia para entender las implicaciones que puede llegar a tener el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, especialmente en lo que respecta al impacto de sus políticas sobre el comercio internacional y los mercados financieros globales.

El presidente ha convertido su mandato en una sucesión infinita de titulares, tuits, cambios de opinión y comentarios que han despistado a la comunidad inversora. Todo ello ha tenido su reflejo en los mercados financieros en forma de mayor volatilidad, y el impacto no se ha limitado únicamente a las Bolsas, sino también a los mercados de bonos y divisas.

El principal dolor de cabeza han sido los aranceles. La Bolsa estadounidense llegó a caer más de un 10% después del controvertido día de la liberación, que trajo consigo el anuncio de un arancel promedio mucho más alto de lo esperado por los analistas. La suspensión temporal de los aranceles una semana después sirvió para que las Bolsas americanas se dieran un festín, y desde entonces, no han dejado de subir. En estos momentos el S&P 500 sube un 1% en lo que va de año.

El debate se centra ahora en intentar entender cuál puede ser la dirección de la economía en los próximos trimestres. Aunque se ha evitado el peor escenario arancelario, el tipo medio va a terminar siendo muy alto en términos históricos, situándose en niveles no vistos desde la década de 1930. En general, los economistas esperan que tengamos un menor crecimiento, sin llegar a recesión, y un repunte de la inflación de cara a la segunda mitad del año. Esta perspectiva ha hecho que la confianza de los consumidores y la confianza empresarial se resientan significativamente.

Por ahora, estos sobresaltos políticos no han tenido un impacto inmediato en los datos económicos de la principal economía del mundo. El empleo ha continuado creciendo a buen ritmo. La creación de empleo promedió 143.000 nuevos puestos en los meses de abril y mayo, un nivel similar al que tuvimos de media durante los seis meses anteriores, lo que ha hecho que la tasa de desempleo se mantenga en el 4,2%. Incluso los datos de inflación han continuado su senda a la baja, con la referencia subyacente situándose en el 2,8% en mayo.

Una persona que haya estado pendiente exclusivamente de los datos económicos, ignorando los titulares de prensa, difícilmente habría podido intuir el cambio tan brusco que ha habido en la política estadounidense.

La siguiente fecha clave será el 9 de julio, cuando vencen los 90 días de pausa arancelaria anunciada tras el día de la liberación. Las noticias muestran avances en acuerdos comerciales con países concretos, como China o Reino Unido, aunque con Trump las negociaciones pueden cambiar de rumbo en cualquier momento.

Más allá de los aranceles, Trump anunció recientemente el One Big Beautiful Bill Act, un ambicioso proyecto de ley que promueve una política fiscal expansiva a través de la extensión de menores impuestos y el incremento del gasto en defensa y seguridad. De llegar a buen puerto, está ley podría jugar un papel relevante como motor de crecimiento, pero, a la vez, ha generado dudas sobre la sostenibilidad de la deuda americana en un entorno de déficit fiscal persistentemente elevado durante los últimos años.

El incremento del riesgo político, económico y fiscal en Estados Unidos ha hecho que, a pesar del buen comportamiento de las Bolsas, dos activos históricamente considerados refugio en momentos de turbulencia no estén comportándose como tal: el dólar y los bonos del tesoro americano a largo plazo. El dólar experimenta una caída significativa, dejándose un 9% en el año frente a una cesta diversificada de divisas internacionales. En los bonos del Tesoro estamos experimentando una volatilidad muy elevada.

En los últimos años, los flujos globales de inversión han favorecido claramente a los activos estadounidenses, respaldados por un mayor crecimiento, el dinamismo de su economía y su estabilidad institucional. Sin embargo, los inversores han tenido que adaptarse rápidamente a un entorno donde las reglas de juego cambian un día sí y otro también.

En este contexto, muchos gestores institucionales coinciden en que estamos presenciando un reequilibrio en los flujos de dinero global. No se trata de que Estados Unidos o sus compañías pierdan competitividad, sino de que muchos inversores, seducidos por la narrativa del US exceptionalism, olvidaron la importancia de diversificar sus carteras en otros activos internacionales.

La concentración excesiva en activos americanos podría ir reduciéndose gradualmente en favor de carteras más equilibradas. Regiones como Europa y los mercados emergentes vuelven a estar en el radar de los inversores. Este giro incluye una mayor conciencia sobre el riesgo de la divisa. Hasta ahora, pocos inversores se planteaban cubrir el dólar al invertir en Estados Unidos. Ahora, esa premisa merece al menos ser pensada.

Esta situación tiene implicaciones para la construcción de carteras. Los bonos del Tesoro y el dólar han jugado un papel importante en las carteras conservadoras, actuando como contrapeso de la renta variable en momentos de estrés. Si las correlaciones se vuelven positivas, su rol como activo defensivo queda en entredicho. En palabras de Mark Zuckerberg, “en un mundo que cambia rápidamente, lo más arriesgado es seguir haciendo lo mismo de siempre”.

Este cambio en el comportamiento de activos históricamente seguros ocurre en un entorno complejo y de incertidumbre, sobre todo para la economía americana. Por ahora, el consumo y los beneficios empresariales aguantan razonablemente bien, pero aún tenemos que ver si las medidas de Trump acaban teniendo un impacto en la economía real.

Por eso, en nuestras carteras preferimos adoptar un enfoque prudente, reducimos tácticamente nuestra exposición a renta variable y al dólar, diversificamos geográficamente con un mayor peso en Europa frente a nuestro índice de referencia y favorecemos sectores defensivos con mayor visibilidad y estabilidad en sus beneficios.

Manuel Rodríguez es selector de fondos de renta fija en Abante

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