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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Trump, un regalo para Xi: ‘China, great again…’

La economía alemana busca más al gigante asiático mientras Trump se pierde en un Bullerbyn autoritario y autárquico

Donald Trump junto a Xi Jinping en un encuentro del G20 en 2019.

Qué quiere realmente la Administración cleptocrática y tecnofeudalista de Trump? ¿Quién puede parar a Trump? Y, ¿no hace Trump China great again? Por lo menos a la última pregunta hay una respuesta clara de la economía alemana: sí, el presidente estadounidense está haciendo “grande” a China. Trump es un regalo para Xi. “Porque la historia no se desarrolla en un pueblito de Suecia, en Smaland, sino en EE UU. Y no va de los seis niños que viven allí y cada día tienen nuevas aventuras; sino de 340 millones de estadounidenses.” Las granjas de Bullerby en Smaland son la imagen que tienen los alemanes de Suecia, idílica como en el cuento de Astrid Lindgren. El primer investigador económico alemán, Clemens Fuest, establece un paralelismo entre la vida sueca idílica y el sueño autárquico de Trump en torno a EE UU: un país industrializado, potente y feliz, bajo un dominio o “autoritarismo patrimonial”, siguiendo terminología del sociólogo Max Weber.

Alemania y Europa deberán adoptar una actitud práctica en su reorientación hacia Pekín, según el eurodiputado alemán Manfred Weber, presidente del mayor grupo político del Parlamento Europeo, el conservador PPE. También Michael Hüther, director del instituto IW de Colonia, pronostica que, “ante la bomba atómica lanzada por Trump sobre el orden económico mundial, la UE se reorientará”. Y el FMI avisa de que, en lugar de MAGA, el mundo necesita claridad y una política coordinada y constructiva. Bruselas: ¿Qué hacer? Abrirse al mundo. Negociar con nuevos socios que quieren trabajar con Europa, apunta Hüther. China necesita a Europa. Y a su vez China es un factor potencial para Alemania y Europa. “Veamos el milagro del acuerdo entre China, Corea del sur y Japón. Aprendamos de los chinos su dinamismo y contemplemos China pragmáticamente.“ Desde ese punto de vista, Trump es un regalo para Xi, quien sube ahora al escenario global.

“No sabemos qué quiere Trump”, reconoce Manfred Weber ante la prensa. El político conservador observa en el americano una ingenuidad espeluznante. “Trump opera en otra dimensión, cumple con lo prometido, nos pone (a Alemania y a su industria) en la diana, obvia la realidad del superávit estadounidense en servicios digitales en Europa, niega las consecuencias negativas de su política económica y no reconoce que así no va a atraer inversiones.” Para Weber, la UE está reaccionando correctamente, frenando la escalada arancelaria y reconociendo su poder económico y político, sin achicarse. Weber no cree que EE UU vuelva a ser en el futuro la “América que conocíamos.” Y Europa, en esta encrucijada, está tanteando su futuro.

Hüther, uno de los grandes pensadores económicos alemanes, avisa que Trump no reacciona a feedbacks negativos. “Me recuerda a esos personajes históricos que cayeron en la locura, pensaban que su momento vital coincidía con el momento del mundo, y creían que lo controlaban todo.” Trump está atacando el orden constitucional y no entiende que, mientras la Inflation Reduction Act fue beneficiosa, “su política errática para recuperar la industria no funciona porque entre otros factores, la productividad laboral e industrial estadounidense es baja y la formación profesional es muy mala”.

Mientras los investigadores alemanes tratan de dilucidar el suicidio geopolítico estadounidense, coinciden en que Alemania y Europa se orientarán más hacia China y al resto del mundo. Clemens Fuest: “Compañeros investigadores estadounidenses opinan que Trump es un Nerón tirano y extravagante. Para mí, está desorientado y aturdido y está quemando a su propio país”. También opina que Alemania mira cada vez más hacia China. Alemania anticipa el liderazgo de China, al que contribuye Trump. Elmar Thevesen, el jefe de la TV alemana en EE UU lo dice claro: Trump lo está haciendo todo para aupar a la aislada China. Hasta hace poco Alemania hablaba de desacoplamiento para no depender tanto de Pekín. “Ahora en la Casa Blanca tenemos a uno que hace lo mismo que estaba haciendo China: amenazar y chantajear al mundo mediante la fuerza económica y militar”. Mientras EE UU pierde prestigio, China asume un nuevo rol porque entiende que es su momento.

Globalización

La idea del ultrarrico ministro de Comercio estadounidense, Howard Lutnick, es que “un ejército de trabajadores americanos atornillarán los móviles del futuro y serán felices“. Precisamente fueron los perdedores de la globalización quienes más votaron a Trump; pero las promesas de reindustrialización no encajan con la realidad. Faltan infraestructuras, inversiones, confianza… en un país gobernado por un presidente incongruente que quiere volver al carbón y ahoga la investigación y las tecnologías futuras. Para China es la oportunidad de intervenir entre EE UU y Europa, asumir un rostro amable y avanzar en su plan estratégico 2049 (centenario de la República China) para convertirse en el número uno global.

La presidenta de la Comisión, Von der Leyen, busca nuevos socios. Ya antes de la segunda presidencia de Trump, Bruselas se planteó reorientarse, consolidar otras alianzas, entrar en nuevos mercados y fortalecer los lazos ya existentes. Mercosur, México, India, Japón, Corea... Encaminándose así hacia una globalización selectiva, como ya observa Deloitte desde 2020. Se trataría de compensar parcialmente las pérdidas generadas por el chantaje del trumpismo.

No obstante, China sigue siendo un interrogante. Süddeutsche Zeitung apunta dos elementos. Por un lado, von der Leyen exige desde hace tiempo una estrategia de reducción de riesgos y dependencias. Por otro, se ha expresado a favor de una relación constructiva con China para “ampliar relaciones comerciales y financieras“. Pero es un pasillo estrecho. China tiene el objetivo de convertirse en la primera economía global y asumir un amplio liderazgo tecnológico. Y se está moviendo a pasos gigantescos: exponencialmente, desde 2020. Logrando adelantarse a Alemania; por ejemplo, en el coche eléctrico. Teniendo en cuenta que, para EE UU China es un competidor sistemático enemigo; Bruselas presupone que Trump seguirá obsesionado con el enfrentamiento con Pekín. Si la UE se reorienta hacia China, complicará su relación con Trump. Por otro lado, Pekín, más dependiente ahora de las exportaciones a Europa, tiene un especial interés en cooperar con la UE.

Los investigadores Fuest, del Ifo, y Julia Friedlander, quien en el primer mandato de Trump fue miembro de su consejo de seguridad (responsable de la UE), diagnostican un debilitamiento de la posición de EE UU en el sistema global. Para Julia Friedlander, directora también del Atlantik Brücke (un proyecto de cooperación entre Alemania y EE UU), el Gobierno estadounidense se agarra a una teoría, no probada todavía, que parte del presupuesto de que la demanda interna y el mercado de consumidores estadounidense son lo suficientemente grandes como para imponer una reindustrialización autárquica. Fuest no lo ve: “Su industria no es competitiva en comparación con la de los países emergentes. Y tampoco lo será, excepto si se crea una economía completamente cerrada, una especie de Bullerbü industrial”.

En lugar de fortaleza global, Trump arriesga su aislamiento de las grandes economías. Friedlander: “Se ha iniciado un proceso de distanciamiento respecto a EE UU. En lugar de un anillo de fuego contra China, el Gobierno estadounidense está construyendo uno en torno a su país”. Fuest va todavía más allá: “El mundo se está construyendo fuera de EE UU”. La nueva América se convierte así en un mundo presuntamente feliz dictado por la Administración cleptocrática y tecnofeudalista de Trump.

Lidia Conde Batalla es periodista y analista de la economía alemana.

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