Las claves: las ayudas a los coches eléctricos, una necesidad más allá de la demanda social
Y el Ejecutivo debe mirar también a largo plazo, tanto para sostener la industria como para que España esté bien colocada en la transición
Las ayudas a la compra de coches eléctricos pueden verse desde dos puntos de vista: por un lado, son un valioso apoyo al desarrollo de una tecnología imprescindible en el presente y sobre todo en el futuro; por otro, suponen una subvención a consumidores que generalmente están entre los de mayor poder adquisitivo, por lo que es una medida regresiva. Aunque el Gobierno nunca lo ha explicado de ese modo, es evidente que tiene que jugar con un presupuesto determinado, y sabe bien que no hay una enorme demanda social para ampliar las subvenciones a los vehículos de batería (aunque la propia regulación de movilidad de las ciudades sea la que obligue a los conductores a cambiar de modelo).
El sector, como hace Sébastien Guigues, director general de Renault y Alpine España, en una entrevista con este periódico, presiona para que los sucesivos planes Moves sean lo más generosos posible. Y el Ejecutivo debe mirar también a largo plazo, tanto para sostener la industria de la automoción como para que España esté bien colocada en una transición tan complicada como inevitable. Sin olvidar la imprescindible necesidad de mejorar la infraestructura de recarga.
BBVA y Sabadell sostienen sus argumentos al fondo del plano
Es como un murmullo al fondo del plano: el proceso de la opa de BBVA a Sabadell, con los consejos de administración de uno y otro defendiendo ante los reguladores, ahora ante la CNMC, sus argumentos de por qué es mejor o peor que junten sus caminos. El banco catalán sigue insistiendo en que perjudicará claramente a las pymes que tienen pocas (menos que los particulares, que tampoco van tan sobrados como antes) opciones para financiarse. BBVA ofrece un blindaje temporal y parcial. Es una decisión peliaguada para la Comisión de la Competencia.
Dos países que resisten al miedo general al bloqueo comercial
Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, por la razón que sea, Japón se ha llevado siempre bien con Estados Unidos. Ahora, ante la embestida global de la Casa Blanca, ha optado por ser el primero en negociar (los críticos dirán que es someterse) al emperador. Pero, al margen de cómo se resuelva ese entuerto, el país asiático lleva años mejorando su atención a los inversores y ofreciendo valoraciones bursátiles atractivas, como sabe el incombustible Warren Buffett.
Mientras, Reino Unido ha optado por ponerse de perfil ante los aranceles (un poco como México, o incluso la Comisión Europea), y su renta variable también cotiza a precios atractivos, según los analistas, y no está muy expuesta al comercio global.
La frase del día
“La encriptación no está diseñada para proteger a los criminales, sino la privacidad y la seguridad de las personas. Es técnicamente imposible garantizar que solo la policía pueda acceder a una ‘puerta trasera’. Puede ser explotada por otras partes, desde agentes extranjeros hasta piratas informáticos”
Pavel Durov, fundador de Telegram
El turismo como bálsamo para las heridas de un desastre
Los que ya eran turistas hace décadas, cuando viajar era privilegio de unos pocos, suelen despotricar de la masificación del negocio, quizá porque les tapan las vistas. Pero la popularización de esta actividad permite a muchos territorios castigados por un desastre natural –o incluso provocado por los humanos– recuperarse más rápido en lo económico. Es el caso de Japón tras el terremoto de 2011. Obviamente, hay maneras y maneras de ejecutarlo: ahí está el despiadado vídeo publicado por Donald Trump con Gaza transformado en resort turístico. Pero como el mundo va como va, no conviene descartar que parte de lo soñado por el que algunos comparan con Jesús Gil acabe pareciéndose un poco a una realidad. Si al menos sirviera para que los gazatíes pudieran vivir...
