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Editorial
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Trump lleva a los bancos centrales a un escenario endiablado

La maquinaria de la inestabilidad financiera se ha puesto en marcha

Sede del BCE, en Fráncfort.
CINCO DÍAS

Los bancos centrales ya anticipaban que la máxima incertidumbre anulaba cualquier intento de anticipar la evolución de la inflación y el crecimiento para este año, y la realidad está terminando por superar el peor de los escenarios. La andanada arancelaria anunciada por Donald Trump es mucho más arrolladora de lo esperado y apunta a causar un impacto seguro sobre la inflación, que será más alta en EE UU, y en el crecimiento, colocando a la mayor economía del mundo ante el riesgo cierto de recesión, con potencial contagio a la economía global. Los bancos centrales se van a enfrentar una vez más al dilema entre controlar el alza de precios o proteger el crecimiento. La Fed, que vela por ambos objetivos en su mandato, está especialmente en un brete y soporta la creciente presión del mercado ­–también la de Trump de forma descarada– de responder con rebajas de tipos ante la guerra comercial.

De poco sirve que Powell haya insistido en que no tiene prisa por bajar los tipos. Tras conocer los aranceles, los futuros han dado un 45% de probabilidades a un recorte ya en la reunión de mayo, frente al 10% una semana atrás, y apuestan por una sucesión de hasta cuatro rebajas. Las expectativas de descensos en el precio del dinero también se han acelerado para el BCE: el mercado ya da por hecho que la institución rebajará en 25 puntos básicos los tipos en su cita del Jueves Santo. Pero los aranceles de Trump no solo crean un enorme quebradero de cabeza para los bancos centrales por su efecto en inflación y crecimiento. También empiezan a ser un problema para la estabilidad financiera global, un riesgo que, si continúa escalando, llevaría a las autoridades monetarias no solo a rebajar los tipos, sino a intervenir con compras de deuda e inyecciones de liquidez.

Las alarmas saltaron ayer en la deuda estadounidense. El rendimiento del bono a 30 años ha subido medio punto porcentual en tres sesiones, al mayor ritmo desde 2020, y el británico trepó en un solo día 30 puntos básicos, a máximos de 1998 y avivando incluso los rumores de intervención del Banco de Inglaterra. Las ventas de bonos se aceleran por la búsqueda de liquidez para cubrir posiciones en pérdidas por parte de los inversores y golpea a dos economías ya vulnerables por sus elevados déficits, que pueden ir a más con la guerra comercial. La maquinaria de la inestabilidad financiera se ha puesto en marcha: no solo sacude con dureza a la Bolsa, sino también a los bonos y eleva cada vez más la presión para una respuesta de los bancos centrales. De momento, y ante el caos financiero de este miércoles, Trump no ha tenido más remedio que parar el reloj de los aranceles 90 días, aunque sea de forma provisional y dejando a China fuera.

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