Las grandes farmacéuticas tienen inmunidad parcial frente a los aranceles de Trump
La complejidad de sus cadenas de suministro y el riesgo de muertes las protegen relativamente

La industria de los medicamentos recetados tiene una inmunidad relativamente sólida a los aranceles. Donald Trump se abstuvo hace una semana de golpear a los productos farmacéuticos hace una semana. Continuó este martes diciendo que pronto anunciaría un arancel “significativo” a las importaciones farmacéuticas. Pero las complejas cadenas de suministro de la industria y el riesgo de muertes causadas por la escasez significan que pueden salir menos dañadas que los fabricantes de automóviles o las cerveceras.
Trump tiene buenas razones para enfrentarse a las grandes farmacéuticas. Aunque Estados Unidos es el mercado más grande y lucrativo del mundo para los medicamentos con receta y los productos genéricos, o aquellos que han perdido la patente, el país importa la mayoría de ellos desde el extranjero, con importaciones de medicamentos que alcanzaron los 213.000 millones de dólares en 2024, más de dos veces y media el total de hace diez años. En teoría, subir los aranceles podría ayudar a que los negocios vuelvan al país.
Pero Trump tendría que lidiar primero con la compleja cadena de suministro del sector, que depende de trabajadores e ingredientes de muchos países diferentes. Durante la crisis de la covid, aparecieron grietas en este intrincado sistema cuando escasearon quimioterapias, penicilina y paracetamol. La razón fue que muchos medicamentos dependen de ingredientes básicos fabricados en India y China. En 2023, solo el 4% de los componentes básicos –conocidos como ingredientes farmacéuticos activos– de los medicamentos que salvan vidas, incluidos los del asma y la diabetes, se produjeron en EE UU. Alrededor del 82% procedía de China e India, según los datos del Mapa de Suministro de Medicamentos de la Farmacopea de EE UU (USP).
Empresas como GSK, AstraZeneca y Pfizer no dependen únicamente de China o India. Suelen fabricar medicamentos a través de una extensa red global que incluye Irlanda, Alemania, Canadá, Reino Unido y Estados Unidos, y a menudo reenvían los productos para el llenado y acabado final. Esta red se ha convertido en un lucrativo negocio para muchos países europeos. Los productos farmacéuticos representan alrededor del 60% de las exportaciones de Irlanda a Estados Unidos.
Por tanto, Trump necesitaría que los fabricantes dieran un vuelco a un sistema complejo y costoso. Pero los analistas y las empresas han dicho a Breakingviews que puede llevar hasta 10 años construir y equipar una fábrica en EE UU. El retraso se debe a los estrictos requisitos reglamentarios de la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE UU (FDA). Las plantas farmacéuticas deben ser inspeccionadas en cada etapa del proceso de construcción. Incluso cuando una está en funcionamiento, los inspectores suelen hacer largas pruebas a los productos antes de que puedan distribuirse.
Este casi inamovible sistema significa que los aranceles probablemente serían contraproducentes en dos sentidos. Las firmas que fabrican los mejores medicamentos de su clase podrían evitar los aranceles aumentando el precio, por ejemplo, de un tratamiento contra el cáncer de mama. Ese coste adicional se trasladaría a los hospitales, las compañías de seguros y, en última instancia, a los consumidores de EE UU. Pero las empresas que fabrican medicamentos más comunes o genéricos podrían tener menos suerte. Ya afrontan una feroz competencia, por lo que es menos probable que puedan subir los precios y, en cambio, pueden verse obligadas a reducir las exportaciones a EE UU, disminuir la producción o incluso declararse en quiebra. La fragilidad del sector quedó patente en 2023 con la quiebra de la compañía de genéricos Vyera, con sede en Nueva York, y que alegó el aumento de la competencia, así como los costes de los litigios.
Los aranceles del Día de la Liberación muestran que Trump tiene una alta tolerancia a las subidas de precios. Pero los cierres de fábricas que provocan escasez de medicamentos podrían costar vidas. Esto ayuda a explicar por qué el presidente de EE UU eximió inicialmente a las grandes farmacéuticas de sus llamados aranceles recíprocos. En vez de eso, la Administración está valorando lanzar una investigación de la Sección 232 que examinaría cómo podrían afectar al sector los aranceles. Los minerales críticos también son susceptibles de ser objeto de tales investigaciones. Las farmacéuticas esperan que esto lleve hasta nueve meses y demuestre cómo los aranceles pueden aumentar los precios o incluso provocar escasez, especialmente si los fabricantes de genéricos quiebran.
Los comentarios de Trump del martes sugieren que puede decidir seguir adelante con los aranceles ahora mismo. Quizá por eso los inversores están castigando a gigantes de la industria como Novo Nordisk, AstraZeneca y Eli Lilly. El índice MSCI World Pharmaceuticals, Biotechnology and Life Sciences ha bajado un 8% en una semana.
Sin embargo, hay una forma en que Trump podría cumplir su promesa de golpear a las grandes farmacéuticas y evitar las peores consecuencias. Podría aplicar los aranceles de forma gradual, elevándolos progresivamente a lo largo de varios años, y así incentivar a las empresas a trasladar la fabricación a EE UU con el tiempo. Eso también podría incluir algunas exenciones para las materias primas fabricadas, por ejemplo, en India. Una medida así seguiría costando dinero e implicaría contratar a trabajadores EE UU, más caros. Pero permitiría al sector repartir el coste a lo largo de varios años y, lo que es más importante, salvaría vidas. En comparación con muchos sectores, la gran industria farmacéutica tiene una píldora anti-Trump relativamente sólida.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías