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Editorial
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La tormenta de los aranceles llega a la economía real

Como se desprende de las palabras del CEO de Inditex, hoy por hoy las empresas no saben a qué deben adaptarse

Primera tienda de Zara, en A Coruña.
CINCO DÍAS

Pocos interlocutores más apropiados para calibrar el entorno arancelario que Óscar García Maceiras, consejero delegado de Inditex, la mayor empresa de España, líder mundial en su sector y con presencia prácticamente en todo el globo. Dentro de un forzosamente neutro y cuidadoso lenguaje corporativo, el CEO de Inditex apuntó la realidad que viven las empresas: el entorno no solamente es incierto, sino contradictorio. El martes, Donald Trump anunció aranceles de calado sobre productos canadienses, para anularlos horas después. Apuntó a sectores concretos como el motor, con miles de trabajadores, para después dejarlo todo como estaba... hasta la siguiente escalada. La UE, mientras, ha seguido el manual de 2018, con aranceles limitados, pero sobre productos con carga simbólica.

La palabra incertidumbre tiene mucho de eufemismo; las empresas no saben a qué atenerse y eso, en una economía donde las cadenas de suministro son largas y complejas, tiene un efecto no solo en las firmas exportadoras a EE UU (Inditex entra en esta categoría), sino también en las firmas estadounidenses, como han demostrado los recuentes datos de pedidos industriales. Ante un entorno aparentemente caótico, los directivos siempre optarán por la prudencia. La propia presidenta del BCE, Christine Lagarde, apuntó en esta misma línea en un discurso ayer en Fráncfort: “Nuestras expectativas se han desvanecido en los últimos años, y en particular en las últimas semanas”. Ni los objetivos de inflación ni la senda de tipos de interés discurrirán por los senderos predecibles que tanto gustaban en la capital económica de Alemania.

Hasta ahora el mundo financiero confiaba en que los sustos económicos o bursátiles pusieran coto a los excesos (a los económicos) de la Administracón Trump. Los últimos acontecimientos han sembrado la duda, agravando el mal momento de los mercados. Salta a la vista que, dentro del caos, el magnate aplica tácticas de duro negociador inmobiliario (se suele autodenominar dealmaker). Los aranceles son en sí mismos costosos para la actividad económica, una forma de echar arena en los engranajes. Pero el sistema capitalista tiene en la capacidad de adaptación su piedra filosofal. Como se desprende de las palabras de Maceiras, hoy por hoy las empresas no saben a qué deben adaptarse.La aparente aceptación por parte de la Casa Blanca de esta distorsión económica está pesando mucho en una Bolsa estadounidense que parecía la gran beneficiada de la llegada de Trump.


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