Pekín se toma la deflación con calma
Las autoridades chinas debaten cómo abordar el paro juvenil y la lentitud del gasto

Cómo aumentar el poder adquisitivo de los jóvenes es uno de los temas más debatidos durante la sesión legislativa anual de China. Esto podría conducir a políticas sensatas para impulsar el consumo a largo plazo. Pero con el aumento de los riesgos deflacionarios, las autoridades están bajo presión para ofrecer un estímulo rápido.
Descifrar las señales políticas de las llamadas Dos sesiones es una tarea desalentadora. Cada primavera, unos 5.000 legisladores y asesores políticos de alto rango se reúnen en el Gran Salón del Pueblo de Pekín durante una semana para aprobar las prioridades políticas y los objetivos del partido para el año siguiente. En 2024, por ejemplo, el Consejo de Estado abordó 13 596 propuestas, lo que dio lugar a unas 2.000 nuevas políticas.
El consumo ocupa el primer lugar en la lista de tareas pendientes de Pekín este año. Esa palabra se mencionó 31 veces en el informe oficial del primer ministro, Li Qiang, al Parlamento, frente a las 21 veces del año pasado, y más que las 28 de “tecnología”. Y según la agencia de noticias Xinhua, los temas más comentados fueron la reducción de la carga fiscal para los trabajadores con bajos ingresos y la reducción de la semana laboral a 4,5 días.
Ambas propuestas podrían ayudar a abordar el obstinado alto paro juvenil y el lento gasto de China. El Gobierno grava los ingresos mensuales superiores a 5.000 yuanes (698 dólares). Elevar ese umbral puede permitir a los trabajadores gastar más: cada recorte de un yuan en impuestos puede traducirse en un aumento del consumo de 2,3 yuanes, según una propuesta presentada por un delegado de la Administración Estatal de Impuestos. La reducción de la semana laboral de 5 días también está en consonancia con un impulso más amplio para dar más días festivos legales en todo el país, aunque el impacto económico es discutible.
Aun así, Pekín afronta un desafío más inmediato que requerirá una respuesta urgente. El IPC cayó en febrero un 0,7 % interanual y volvió a territorio negativo por primera vez en 13 meses; incluso la inflación subyacente cayó. Quizás reconociendo los riesgos, el Gobierno recortó su objetivo anual a “alrededor del 2%”, la cifra más baja desde 2003.
Hasta ahora, las autoridades se han resistido a repartir dinero directamente a los particulares. Pero mientras persistan los riesgos de deflación, tendrán que adoptar un enfoque más a corto plazo.